Capítulo 6

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Una vez, escuché a una anciana decir que a las buenas personas les pasan cosas terribles en la vida, para que otros aprendan la lección.

Recuerdo lo mucho que me enojé ese día. A tal grado que le grité y he hice que la sacaran del lugar. Las demás personas me lo dejaron pasar. Susurraban entre ellos lo mucho que yo estaba sufriendo y que no sabía lo que hacía.

Es cierto, estaba triste y con razón. Estaba en el funeral de mi padre adoptivo, pero esa no era el motivo por el que me encontraba así.

Aquellas palabras de la anciana me hicieron reflexionar, yo sabía lo que había hecho y la muerte de ese hombre amable y cariñoso, fue mi manera de pagar. Esa era mi lección. Si abría la boca, me hacían arrepentirme.

—Cass

Reaccioné al escuchar mi nombre. Era Elek que me zarandeaba por los hombros.

—¿Estas bien? —me preguntó preocupado.

—Ehhh...sí ¿Y Teo?

—Ahí está, en la misma posición.

Miré a dónde me señaló y era cierto. Teo seguía en el mismo lugar.

Me preocupé, sabía lo que pasaba por su mente. Así que, me acerco con cuidado y lo tomo del rostro para que me mire.

—¿Teo?

Este, está pálido como una hoja de papel. Tiene la mirada fija en el salón.

—Hey, amigo ¿Estas bien? —Elek le hizo señas cerca del rostro.

—Hay que sacarlo de aquí —le digo y de inmediato se dispone a ayudarme.

Lo iba a mover del brazo, pero fue inútil. Estaba como una estatua, no se movió nada más que su ropa.

<<¿Cómo lo hace?>>

—Oye, tu amigo si que es fuerte ¿Eh? —lo tomó por el otro brazo y nada.

—Teo, vámonos —me puse enfrente de él nuevamente — no hagas esto.

Y ahí fue cuando habló.

—Fue mi culpa... —susurró —, fue mi culpa.

Lo sabía, Teo se está culpando de la muerte de Chuck y yo como su mejor amiga, no lo puedo permitir.

—No, eso no es cierto.

—Yo lo hice...yo lo mate —ahora lo decía más fuerte. Sus ojos estaban aguados, indicándome que comenzaría a llorar.

—Teo, mírame — lo tomé de los hombros con determinación —. Tu no lo hiciste, todo lo que ocurrió no fue tu culpa.

—Yo fui el último que estuvo con él, Cass— Una lágrima se deslizó por su ojo derecho.

—Eso no te hace el culpable ¿Me entiendes? Tú eres inocente.

El niega con la cabeza y más lágrimas salen de sus ojos. Sin decir nada más, lo abrazo.

—Es cierto, amigo. Lo que sea que le haya pasado, no es tu culpa. Además, estamos los tres en esto.

Agradecí mentalmente las palabras de Elek.

—¿Lo ves? Estamos los tres en esto —aún abrazada a él, le dí un pequeño beso en la mejilla y luego me alejé con cuidado.

Teo se limpió las lágrimas con la manga de su camisa y nos dio las gracias por apoyarlo.

Antes de que la policía volviera y sospechara, decidimos salir a tomar aire.

Nos sentamos en unas bancas que habían disponibles en uno de los patios de la universidad. Bajo la sombra de un árbol sentíamos la brisa, sin decir nada.

El misterio de los elegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora