Capítulo 37

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Elek llega corriendo y me zarandea hasta que me enfoco en él.

—Los gemelos mataron a todos y ahora están registrando el lugar. ¿Donde está Teo?

—Se fue con Poseidón — susurro sin crearlo aún.

Abre los ojos por la sorpresa.

— ¿Por qué?

—No lo sé.

Ya no tengo nada más que ver afuera, así que camino hacia el interior con Elek detrás. Al pisar la entrada, con lo primero que me topo es con una decena de cadáveres esparcidos por el gran salón. Las chicas se acercan a paso apresurado.

—¿Y Teo? — pregunta Sabah buscando detrás de mí.

—Con Poseidón — responde Elek por mí.

—Genial, comenzamos mal — manifiesta Minkabh sacudiendo bruscamente los rastros de sangre de su cabello —. Les dije a los gemelos que dejaran a uno vivo para soborno y no escucharon.

Típico de ellos.

—¿Donde están?

—Arriba.

Mientras hablamos, veo como de las manos de Minkabh se desvanecen las armas creadas por los chicos. Fue como polvo que se va con el viento. Lo mismo pasa con las de Sabah y el resto de objetos entre los cuerpos.

—¿Deberíamos tomarlo como una mala señal, cierto? — pregunta Sabah, dudosa.

Asentimos poniéndonos alertas. Los gemelos no emiten sonidos que podamos oír y se tardan en bajar. Así que ver sus armas desaparecer como si nada, nos da mala espina.

—Iré a ver si siguen arriba.

—Voy contigo —me avisa Elek.

Subimos las escaleras corriendo, buscando a los chicos entre tantas habitaciones y pasillos. El silencio aquí es perturbador. Cada paso que damos, por muy despacio que sea, resuena como un eco. Los pasillos solo son iluminados por pequeñas velas. Resulta extraño que los gemelos no hagan el más mínimo ruido como para que los encontráramos.

Seguimos nuestro paso por la gran mansión. Hasta que un golpe seco retumbó por el lugar e inmediatamente Elek y yo nos miramos sabiendo que hay alguien por ahí. El sonido proviene de una habitación a escasos pasos de nosotros. Nos detenemos enfrente de la puerta de madera que está cerrada. Le hago una seña a Elek para que haga silencio y acto seguido empujo la puerta cuidadosamente.

La puerta se abre y nos deja ver a un hombre de pie en la oscuridad. Este revisa a uno de los gemelos que está tirado a un lado en el suelo. En cuanto el hombre nos ve, no pierde el tiempo en abalanzarse sacando un arma filosa. Reaccionamos rápido y nos hacemos a un lado. Él se gira veloz y decide atacar a Elek. Este se defiende a duras penas por la oscuridad en la que estamos. Lo ayudo y golpeo al hombre desde atrás, que rápidamente estira su brazo intentando dañarme, pero logro esquivarlo tomando su brazo en alto, ambos focejeamos. Así estamos por unos cuantos segundos hasta que él decide estrellarme contra la pared a mis espaldas. Suelto el aire en el impacto y Elek toma un objeto de no sé dónde y lo quiebra sobre la cabeza del hombre. Aunque lo más normal hubiera sido desorientarlo, no funcionó.

—¿Pero que...?  ¿Amigo, no eres humano? — expresa estupefacto.
— ¿Aún lo preguntas?— le reclamo entre dientes.

El hombre ladea la cabeza y baja poco a poco su brazo demostrando que mi fuerza es nula. No sé por que, pero no me estoy sintiendo tan poderosa como debería, es como si volviera a como antes de mis entrenamientos con los gemelos. Su fuerza es claramente superior a la mía y no puedo sostener su brazo por más que lo intente. Elek sigue tratando, por lo que coloca su brazo alrededor del cuello del tipo para llamar su atención, pero el hombre encapuchado solo tiene sus ojos en mí. Ojos oscuros normales, aunque llenos de maldad. Fijos en mi rostro, observando cada detalle con suma curiosidad.

El misterio de los elegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora