Capítulo 3

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No tengo idea de que hora sea, pero la noche se ve tan espesa que es imposible ver incluso con la linterna. Estoy segura de que nunca había visto una noche como esta y eso me tiene agarrada del brazo de Teo, como si algo de pronto llegara de entre la oscuridad y nos asustara.

Aclaro que asustadiza no soy, claramente agarro su brazo por precaución. El lugar era muy agradable de día, pero de noche es totalmente lo opuesto.

Los pasillos me parecían interminables y no me agrada para nada.

Entonces, Teo dejó de caminar y apagó la linterna.

—¿Qué haces?

—¿No escuchaste eso? —me dijo en susurro.

—¿Escuchar qué?

—Voces.

Traté de agudizar mis oidos, sin embargo, lo único que escuchaba era la nada misma. Solo nuestras respiraciones.

—No juegues, yo no escucho nada —le pegué suavemente en el brazo que sostenía.

No le tomamos importancia y seguimos avanzando. No se cuánto más, quizás un ala entera, pero se me estaba haciendo largo. Cada pisada era sonora en estos pasillos llenos de eco.

Y como si quisiera fastidiarme,Teo se detuvo.

—No es gracioso, Teo — lo solté y me crucé de brazos.

—Los escucho, se acercan —me toma de la mano y me hala a la pared más cercana.

—¿De que hablas? Aquí no hay na...—me callo a mi misma cuando escucho unos pasos venir en nuestra dirección.

¿Profesores?

No.

Risas se hacen escuchar como eco por todo el lugar. Son un grupo de chicos, seis para ser precisos. Dos de ellos tenían linternas.

Pensé en salir para pedir ayuda, pero sería una mala idea. Nada bueno podría salir de unos chicos desconocidos.

—Esperemos a que se alejen para irnos —me dice Teo, en voz baja.

Los chicos estaban tonteando sobre un tema trivial y bebiendo cerveza. Todo aburrido hasta que algo me llamó la atención. Un chico fuera del grupo llegó corriendo y estaba advirtiéndoles de algo que desconocía.

Todos comenzaron a reírse de lo que decía y siguieron en lo suyo. El chico no se detuvo ahí y tomó a uno de ellos de lo que parecía ser el cuello de la camisa y le gritó:

—¿Qué le hicieron!

—¿Estas loco o que?, ¿De qué hablas? —le respondió entre risas uno del grupo.

Y ahí fue cuando todo se volvió siniestro. Fuera de lo común.

Una figura de un chico apareció de entre las sombras y se acercó a paso lento al grupo. Todos rieron al verlo y lo saludaron como si lo conocieran. El único que se alejó fue el que llegó corriendo.

La figura se acerca un poco más a la luz y deja al descubierto una apariencia inusual. Ahora puedo ver qué no es un chico cualquiera. Su musculatura y altura son intimidantes. Cuando las linternas le alumbraron la cara, es entonces que se aprecia cada rasgo. Era para temer.

Siento las alertas en mi cabeza que mandan un frío escalofrío por todo mi ser. Al no lograr distinguir el color de sus ojos, me asusto. Parecían dos agujeros negros.

Su mirada pérdida y semblante sombrío me indicaban que algo iba mal dentro de su cabeza. Estaba quieto, como si esperara el momento exacto para atacar.

El misterio de los elegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora