Capítulo 33

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Me siento y restriego mis ojos despertandome. Miro la habitación en la que apenas dormí y suspiro con cansancio. Al poner mis pies en el suelo me estiro con mis brazos al aire y suelto un bostezo. Veo que es muy temprano, ya que el lugar aún se mantiene un poco oscuro. Abro la pequeña ventana que es justo del tamaño de mi cabeza y aspiro el aire esperando que sea fresco, pero inmediatamente arrugo la cara al percibir un olor asqueroso. Mis ojos buscan el origen y se detienen a varios metros de aquí. En la calle, unos hombres que reconozco como soldados, arrastran a un hombre fuera de su hogar. Una herida a su costado sangraba dejando un rastro y luego al hombre que supuse ya no vivía, lo levantaron para después lanzarlo a una carreta de madera con otro cuerpo invadido de moscas.
Que horror.

No quiero saber cómo es que esos hombres tuvieron ese final, así que cierro la ventana y me muevo por la pequeña habitación. Esta cuenta con una pequeña cama y una mesita para poner unas cuantas cosas, pero como no tengo nada, se mantiene vacía. Decido salir y dar un paseo por el pueblito para tomar un mejor aire y en cuanto abro la puerta noto que en el suelo hay una bolsa de tela con un cordón. Miro a ambos lados para ver si hay alguien cerca, pero no hay nadie que parezca ser el que dejó esto.

—Que raro.

Levanto la bolsa y suelto el cordón para abrirla. Lo que contiene son aquellas  sandalias de cuero con pedrería que vimos ayer en los puestos del mercado. Alzo las cejas con impresión y vuelvo a mirar a fuera esperando ver al responsable, aunque no haya ni una persona pasando. Entro cerrando la puerta y me siento en la cama para sacarlas. Me las pruebo con calma y alzo las piernas admirando el nuevo regalo. Es una extraña situación, pero no me asusto, ya que podría ser fácilmente Teo. Lo único que me deja pensando es ¿por que no me las dió él mismo?

Ahora sí, salgo a dar mi paseo mañanero. Por las largas calles entre las casas se aprecia a lo lejos el hermoso paisaje. No me siento sola al caminar, ya que a pesar de ser tan temprano, los lugareños se encontraban en sus actividades. Paro en cada puesto que veo con emoción. Muchos son de venta de alimentos como frutas, verduras, y otros vendían leche y queso de vaca o de cabra, incluso hay pan recién horneado. Las personas me miran con curiosidad en cada paso que doy, por lo tanto yo finjo no darme cuenta. Supongo que se debe a que yo soy una extraña.

—¡Oye tú, jovencita!

Una mujer en uno de los puestos grita en mi dirección y al escucharla hablar mi idioma, me volteo. Me hace señas con sus manos para que me acerque, dudo unos según y le doy una inspección a las demás personas, pero nadie nos presta atención. Supongo que no es nada. Voy hacia ella y la observo detenidamente. En su puesto no hay ningún tipo de alimento a la venta. Es todo de colores oscuros y piedras de todo tipo encima de una mesa de madera, donde las enseña al público. Unas las reconozco enseguida como el lapislázuli, onix y los cuarzos rosa. Hay de varios colores y de diferentes tamaños e incluso vende frascos que resultaban curiosos con un líquido espeso. Alzo la vista y mis ojos conectaron con los de la mujer, que desde lejos se veía mucho más joven. Trae una túnica de color café claro que combinan con sus ojos y cabello del mismo color. Aquella miraba que me da es de alguien cuya vida a sido difícil. Sin duda, la desconfianza y la oscuridad que irradia me mantienen al tanto de cualquier movimiento.

—No quiero comprar nada, gracias.

—Me gusta ese collar que traes — habla sin rodeos, señalando mi cuello.

Con disimulo, me cubro el collar con el cabello.

—Gracias. ¿Donde aprendió?

—Ah, ¿Te refieres al idioma? — hizo una mueca— Mi exesposo era bilingüe. Dime algo, ¿Donde naciste?

Su voz es grave con un poco de raspocidad, como la de alguien que fuma demasido. La pregunta me toma por sorpresa y es que no parecer ser del tipo de mujer que te habla por amabilidad. Además, eso de atinar al idioma sin yo siquiera abrir la boca es sospechoso. Debato internamente entre si debía inventarme un país o simplemente ignorarla.

El misterio de los elegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora