El viaje a través del portal, para movilizarnos de un lugar a otro, es diferente a las anteriores. Por alguna razón, me mareo y pierdo el equilibrio mientras me sostienen. La sensación de estar desorientada no es nada agradable, lo que me hace preguntarme si esto fue hecho a propósito. El destello de una luz me ciega brevemente antes de que me suelten bruscamente hacia adelante. Tropiezo con mis propios píes hasta caer de rodillas sobre el frío suelo terroso, lo que me saca un quejido por las pequeñas piedras que se incrustan en mi piel. Lleno mis pulmones de oxígeno para alejar el dolor y el malestar en mi estómago, pero me topo con un ambiente espeso que me comienza a dificultar la respiración. ¿Que está pasándome? Mis ojos se mueven por inercia a mi alrededor, buscando alguna fuente de iluminación, sin embargo la oscuridad es lo único que percibo. No quiero asustar tan pronto, porque seguramente esto es solo un detalle comparado a lo que me querrán hacer.Un golpe seco a mi lado me toma desprevenida, haciendo que me aparte rápidamente. Eso me avisa que no estoy sola. Pero al no poder ver nada, me quedo quieta esperando un indicio de que al menos, no sea un animal que me torture.
—¿Hola?
Un susurro en esa dirección me llama la atención. Esa voz la conozco perfectamente.
—¿Elek?
—¿Guapa, eres tu?— responde desorientado.
—Sí, soy yo —suspiro aliviada. Pensé que ya había dejado atrás ese apodo.
—¿Donde estás? No te puedo ver.
—Espera, quédate ahí.
Me muevo hacia donde lo escuché, tanteando el suelo. No paro hasta que logro tocar una tela áspera, lo que me recuerda a un pantalón de mezclilla.
—Aquí estás — sus manos se topan con las mías y me dan un apretón suave — ¿Estás bien, te hirieron?
—No, estoy bien. ¿Y tu?
—Eso creo, aunque casi no siento mi rostro.
—Eso es porque el idiota de Deimos te golpeó muy fuerte.
—No me sorprende.
Nos quedamos un momento en silencio, hasta que Elek choca su hombro con el mío.
—Lo siento.
Frunzo el ceño aunque él no pueda verme en la oscuridad.
—¿Por qué?
—Por ser tan débil. No pude proteger el libro como debía y ahora estamos aquí.
No tengo que ver su rostro para saber lo culpable que se siente.
—No es tu culpa, Elek. Hiciste todo a tu alcance. Los únicos culpables son los gemelos por traicionarnos.
Él suspira con frustración.
—Pero si yo no fuera un mortal, habría podido defenderme.
—Lo dudo —digo sinceramente —. Todos fuimos atrapados, con o sin dones. De igual manera nos pueden noquear o dejar inservibles.
Aprieto mis manos recordando la humillación al tratar de usar mi don.
—No pude hacer nada —sigo —no se como lo hicieron, pero fue como volver a ser una chica normal, sin don. Y creo que hicieron lo mismo con Sabah y Minkabh.
—¿Te quitaron el don? ¿Como fue?
—No lo sé, ni siquiera sentí la diferencia.
—Que extraño — disminuye la voz de forma pensativa —. Lamento que te hayan hecho eso.
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El misterio de los elegidos
FantasyCass no tiene una vida común, sólo creció aceptando una pequeña diferencia. El collar que esconde es su habitación no es más que un imán para las desgracias, pero ella desconoce por completo lo que conlleva. Una noche, todo se desequilibra. El dest...