Capítulo 31

13 3 1
                                    


Jamás había apreciado tanto el oxígeno como ahora. Después de casi morir, no volveré a ver el agua con buenos ojos de nuevo. Era una situación desesperante que no le deseo a nadie. Respiro hondo y observo el cambio de paisaje que tengo a mi alrededor. El sol está en lo más alto del cielo azul dándonos el calor que necesitamos. Flotamos en las aguas cálidas de un mar tranquilo y a lo lejos hay enormes contrucciones, que si no fuera por qué amo y conozco todo tipo de arquitectura, no me creería que estaban ahí.

—¿Una carrera a la orilla? — nos dice un sonriente Teo.

Mi mejor amigo es el más cómodo de todos. No veo indicios de que sepa lo que me pasó hace unos minutos atrás. A veces, en pequeñas situaciones no siento la presencia de Teo como antes. Es como si lo tuviera muy lejos, cuando lo tengo justo enfrente. No sé como describir la sensación. Estuve a punto de ahogarme y él ni lo sabe, no se preocupó en ver qué estuviera bien.

—No — Fobos lo mira como si estuviera loco — ¿Y el libro quién lo tiene?

—Yo — le responde, alzandolo en el aire para que lo veamos.

—Mejor dámelo a mí.

—¿Por qué? Lo he cuidado bastante bien.

—Ya se acabó tu turno, dámelo.

—Si tanto lo quieres, ven por el.

Y ahí va uno de los juegos de Teo. Lo ha hecho conmigo repetidas veces y ahora intentará desquiciar a Fobos, que por lo que he notado todo este tiempo que hemos estado en grupo, la paciencia no existe en su cuerpo.

—Teo, no es buena idea, dale el libro y ya — le digo y hace caso omiso.

—Vamos, no pasa nada.

—No importan sus estupideces, siempre que no usen al libro —les advierte Minkabh.

—Vaya, sonaste como nuestra madre — dice Elek flotando a mi lado.

—No se queden ahí como idiotas, quitenle el libro.

Fobos se estaba alterando. Como siempre, es el mas malhumorado, el que parece odiar la vida misma. Si no eran las bromas crueles de su hermano, no se alegraba. Al menos que haya sangre y cadáveres en el suelo, él no sonreía. He intentado muchas veces ser simpática con él, pero es increíblemente difícil. Aunque debo decir que la diferencia de ahora con el de hace meses, es que no ha intentado usar sus dones con nosotros. Cosa que agradezco, porque ya suficiente tenemos con su gemelo.

Claramente es lo opuesto a él.

—Anda hermanito, diviértete ¿Hace cuánto no lo haces?

Él estaba flotando boca arriba con los ojos cerrados a escasos metros de nosotros, tranquilo. Verlo me recordó la manera en la que me salvó de ahogarme. Nunca creí que él haría algo así por mí o por alguien, ya que no somos tan amigos y está lo de su naturaleza escalofriante.

¿Será que lo imaginé? No, no puede ser. Si no, estaría muerta.

Por un momento me entró la vergüenza, ¿Se lo agradezco? ¿O lo dejo pasar?

Salgo de mis pensamientos al ver que los chicos comienzan a discutir, forcejeando con el libro.

—¡Basta, lo van a romper! — les grita Minkabh tratando de interponerse.

—Dejen de gritar, que me duele la cabeza — se queja Sabah con cara de desgano.

—Estoy tratando con todas mis fuerzas de no matarte. Suelta el libro — amenaza Fobos.

—Y yo de no ahogarte.

—Teo, ya para, no es momento para juegos — digo en voz alta y soy ignorada por completo. Elek que nunca se movió de mi lado, mira la escena preocupado, pero no alcanza a decir nada, ya que sabe de sobra que nadie lo escuchará al igual que pasó conmigo. Mi vista pasa a Deimos que sigue sin inmutarse ante la situación, todo indica que planea mantenerse así por un rato más.

El misterio de los elegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora