Estaba en posición. Los gemelos se encontraban al frente nuestro, listos para enseñarnos movimientos básicos para defendernos. Deimos me daba instrucciones de cómo debía posicionarme y si algo me salía mal, de castigo tenía que hacer lagartijas. Por suerte me encontraba en forma y no se me hacía cansado correr o cualquier ejercicio que él quisiera.
Supongo que eso es una ventaja, ya que solo tenía que enfocarme en aprender a lanzar golpes y “destrozar a mi presa” como dicen ellos.
Fobos practicaba con Teo a pelear con espadas. Según él, mi mejor amigo tenía mucho que aprender con las armas y lo último seria enseñarle un poco de pelea cuerpo a cuerpo. Pero por supuesto, todo esto no lo aprenderíamos en un solo día. Los gemelos creen que nos tomará semanas poder llegar a un nivel decente para sobrevivir por nosotros mismos.
—Vamos, golpéame con toda tu fuerza.
—Ok — miro como él se mantiene quieto, espero unos instantes y estiro mi brazo lanzando el primer golpe hacia su cara, y él sin pestañear, lo esquivó. Intento una vez mas y tampoco pude tocarlo. Respiro tratando de concentrarme y esta vez hago como que le lanzo un golpe con el brazo izquierdo y cambio rápidamente al otro brazo ¿y que creen? También lo esquivó.
—Buen intento, te ganaste una estrellita por el esfuerzo — me da una mirada burlona y otra vez me hace señas para que lo golpee —. Inténtalo de nuevo.
Hago lo que me pide y le lanzo dos golpes seguidos. Él se mueve de lado a lado con una expresión de aburrimiento y eso hace que me motive a propinarle una patada directo a su abdomen. No tengo que decir que fue lo que pasó luego, porque eso era obvio. Ni se movió cuando lo toqué, es más, yo sentí más dolor. Su abdomen parecía una piedra, justo como una bolsa de boxeo y eso me sorprendió.
—Auch — me quejo tocando mi pierna — ¿no te dolió?
—¿Me tenía que doler? Ni siquiera sentí algo.
Al Deimos decir eso, arrugo la frente frustrada y Teo suelta una carcajada a unos metros de nosotros.
—Esto no es lo que esperaba.
—No esperes que sea fácil, esto no es un entrenamiento para pelear contra mortales.
—Lo sé, solo sigamos.
Seguimos por un largo rato hasta que me cansé de fallar una y otra vez. Sofocada me siento con mi espalda contra un árbol y le doy un trago a la botella de agua que estaba entre un poco de lo que Sabah y Elek compraron, todos estábamos tranquilos comiendo y escuchando lo que Minkabh decía acerca de lo que sabía. Nos puso al día con lo que se dice entre los dioses egipcios y hasta el momento era parecido a lo que piensan los griegos. Ellos no le ven sentido a la humanidad, así que tampoco piensan intervenir.
—Nadie cree que la profecía sea cierta, pero mi madre y yo estamos seguras de que sucederá, tarde o temprano. Por eso vine hasta aquí.
<<¿Tan fácil fue encontrarnos?>>
—¿Cómo supieron nuestra ubicación? — Teo hace la pegunta que estaba cruzando mi mente.
—Investigamos bastante — Sabah respondió —. No quiero decir que fue sencillo, pero no tardamos en rastrearlos.
—Sabah y yo crecimos escuchando todo tipo de historias. Cuando oímos de esta no lo dudamos e investigamos su origen. No teníamos nombres ni ubicación, solo esa profecía a la que nadie le temía. Fuimos con varias deidades y nadie nos daba respuesta, por eso perdí el interés y dejé que Sabah siguiera.
—Nosotros no tuvimos que buscar, solo nos dijeron dónde estaban — le mencionó Fobos.
—Debe ser porque ustedes son parte de ellos — piensa la rubia, ella juega con el pasto bajo suyo.
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El misterio de los elegidos
FantasiaCassandra siempre supo que su collar era especial, pero nunca imaginó que también era una sentencia de muerte. Desde que nació, ha escuchado las voces del Consejo del Olimpo, dioses que le susurran secretos prohibidos y exigen su silencio absoluto...