Estoy sentada en el suelo con mi mente cargada de dolor. Esas imágenes de mis padres sacaron nuevos sentimientos, los cuales no quiero indagar porque sé que terminaré sin respuestas. Me permito soltar las lágrimas necesarias para seguir en pie y morir con dignidad. No quiero darle esa satisfacción a Hécate. Al menos, he llegado hasta aquí con esfuerzo y también gracias a mi padre, que si se hubiera dado por vencido en mi nacimiento, yo no habría experimentado nada en esta vida.
—Saldremos de esta — Elek me abraza, dándome sus palabras de aliento.
—No lo creo, ya la escuchaste. Soy su venganza perfecta. Si tenemos suerte, las chicas y tú podrían salir.
—Esa no es la idea. Salimos todos o nadie.
—Elek, ya viste lo que causó mi madre. No tengo salida.
—Lo sé, fue terrible. ¿Pero no crees que es demasiado?
—Tu viste las mismas imágenes que yo. Mi madre se acostó con su esposo.
—¿Entonces, por qué lo duda? ¿Si es tan poderosa, por qué no matarte hace un rato? Solo le basta un movimiento y nos morimos todos.
—No busques incógnitas donde no las hay. Ella simplemente está disfrutando que me tiene en su poder, es todo.
—Debe haber una solución. Estoy seguro de que hay algo que no estamos viendo. ¿Por qué de entre ellos tu eres la que merece pagar? — lo oigo levantarse. Sonaba molesto.
Opto por quedarme callada. No lograré nada en este momento cuando sé que hasta aquí he llegado. Y para rectificarlo, unas cuatro mujeres entran al lugar por la misma puerta de antes, encendiendo la luz. En silencio, se me acercan con un pedazo de tela grisáceo. Sin pedir permiso comienza a quitar cada prenda que tengo.
—¿Oigan, que hacen? — pregunta Elek viendo el atrevimiento.
Se acerca para quitármelas de encima, pero ellas se lo impiden de un empujón.
—No interfieras. Fue orden de la señora.
—¿Pidió que la desnudaran? — se tapa los ojos, frenético.
—Sí.
Eso hacen y por más que me resista, logran ponerme mi nuevo atuendo. El pedazo de tela es un vestido sucio que me llega hasta las pantorrillas y con mangas largas que cubren mis brazos. Hago una mueca de asco al darme cuenta del penetrante olor a humedad y polvo que impregnan la tela.
—Ya estás lista. Espera tu turno — me habla una.
La mueca en mi rostro se disipa en cuanto la escucho.
—Pensé que era la única — frunzo el ceño esperando que me den información.
Una de ellas solo me da una mirada cansada. Deja las luces encendidas y se lleva a sus amigas fuera del lugar, dejándome preocupada. Volteo a ver a Elek, quién tiene el mismo semblante.
—¿Que quiso decir? — le pregunto tragando saliva — ¿No soy la única a la que torturan?
—Tal vez no es lo que pensamos— contesta acercándose, dejando de ver la salida —. Deberíamos pensar en cómo escapar.
—Mi don no sirve — le recuerdo.
—¿Y eso te detendrá? La chica valiente que conocí hace meses no tenía conocimiento alguno de su don y aún así era imparable. ¿Se te olvida que nos embarcamos en esta aventura solo siendo nosotros mismos, como humanos cualquiera?
—Lo sé, pero en este caso soltar golpes y patadas no nos salvará contra la hechicería.
—Intentemoslo — toma mis manos — Al menos moriríamos luchando.
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El misterio de los elegidos
FantasyCass no tiene una vida común, sólo creció aceptando una pequeña diferencia. El collar que esconde es su habitación no es más que un imán para las desgracias, pero ella desconoce por completo lo que conlleva. Una noche, todo se desequilibra. El dest...