Capítulo 17

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—¿Qué mierda haces? —susurra Teo atónito.

Ignoro a mi mejor amigo y le doy la espalda para poder hablar mejor. No sé qué voy a lograr con esto, ¿pero para que ocultar la verdad cuando ella ya nos descubrió?

¡Cass! Sabía que no te habías ido, ¿Dónde estabas metida?

—Es una larga historia. No deberías buscarnos.

—Muy tarde, estoy yendo hacia allá ¡Nos vemos!

Colgó dejandome con las palabras en la boca. Me volteo a ver a los chicos con una mueca y Teo me da una mirada en reproche.

—Viene para acá.

—No sabe donde estamos.

—¿Otra amiga mortal? — pregunta Fobos.

Teo y yo lo ignoramos.

—No debiste contestar, Cass. ¿Olvidas que estamos huyendo?

Me quedo callada, no voy a discutir por una decisión que tomé. Ya nos daremos cuenta si Sabah sabe de nuestra ubicación.

Teo propuso que nos moviéramos entre los árboles hasta encontrar un lugar en donde quedarnos, sin embargo, yo no moví ni una sola pierna. Lo único que hice fue quitarme de la calle y esconderme detrás de un arbusto.

Lo sé, parezco una estúpida.

Yo solo sigo mis presentimientos. La mayoría de las veces trato de no pensar en el sentimiento que me trae, es como una idea que llega a mi mente sin siquiera pensarlo y no se va hasta que haga algo al respecto. Toda mi vida lo he tenido presente, en algunas ocasiones me resulta desesperante, pero ¿Qué debía hacer? No puedo ignorarlo, por esa razón solo me dejo llevar por las situaciones y esperar que sea lo mejor.

Y es por eso que estoy aquí, esperando. Mi presentimiento con nuestra situación no es buena y resultó verdadera, muchas veces me dice en quién debo confiar y quiénes no. En este caso, Sabah no me causa ninguna duda, por lo que lo atribuyo a mi presentimiento. Este dice que ella es de fiar.

Veo las luces de un auto acercarse a lo lejos, así que me aseguro de estar bien escondida. Permanezco quieta dejando de prestarle atención a las voces de los chicos llamándome a mis espaldas. Resulta que hasta ahora se percataron de que no voy tras ellos.

El auto que a mi parecer es muy parecido al de Sabah, pasa de largo yendo en la dirrecion de la casa de Elek. Salgo del arbusto y me paro en la calle mirando al auto irse.

—¿Cass, qué haces? Vuelve aquí — me dice Teo en regaño.

—¿Ese no es su auto?

—¿Y? Deja el tema y vámonos.

—¿Qué hacen ustedes dos? — aparece Deimos de entre los arboles.

—Ella se quiere quedar a esperar un milagro — se queja Teo señalándome.

—No es un milagro, es un presentimiento — le digo de mala gana — sabes que no miento.

—Parecen unos niños — ahora llega Fobos.

Elek, que estaba callado todo el tiempo, sale del escondite y se pone a mi lado mirando hacia el frente.

—¿Tu también? — suspira molesto mi mejor amigo.

—Dije que ayudaría y este parece un buen momento para empezar — habla encogiéndose de hombros y luego me da una sonrisa.

Le devuelvo una media sonrisa agradeciendo su apoyo.

—Un mortal muy considerado — se burla Deimos —. Esto es una estupidez, ¿pero saben qué? — hace una pausa dramática — Me uno. Me interesa saber que tan acertados son esos supuestos presentimientos.

El misterio de los elegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora