Capítulo 29

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Maratón 3/4

Según el capitán, todo estará bien, pero a mí eso no me deja tranquila. Ha pasado media hora y el generador aún no está en funcionamiento. Las personas están cada vez más desesperadas debido al frío y el miedo al animal misterioso. Creí que estarían más preocupados por la muerte de esa mujer, sin embargo no es así. Él capitán nisiquiera se tomó la delicadeza en hablar del tema.

El grito de una persona llama la atención de todos. Proviene del tercer piso del yate, miro hacia arriba y lo que veo me deja tensa. Si no estoy alucinando, esas parecen ser sombras negras volando lentamente por encima del barco.

Los Oklas.

—¿Esas cosas son nubes?

Se escuchan más gritos y quejas. Los que estaban arriba entraron en pánico, por lo que bajaron de todas las maneras que se les ocurrió. Unos incluso decidieron saltar fuera y caer en el agua helada.

Me dabato entre que hacer. Puedo ayudar de alguna forma, pero me expondría. Lo malo aquí es, que nadie sabrá que hacer en estos casos. Será de terror, eso es seguro.

—Escuchen todos — alzo la voz haciendo que todos los ojos se fijen en mí —.  Manténgase juntos, estamos por atravesar una situación confusa, así que traten de estar lo más tranquilos posible.

Al terminar la oración el sonido de espadas chocar y golpes se hacen presentes y de la nada un hombre de cabellera oscura cae de espaldas contra el suelo.

—Mierda — suelta con dificultad.

Me acerco a socorrerlo y de inmediato me doy cuenta de quién es.

—¿Deimos?

Él abre los ojos y sonríe engreído.

— Con que aquí estás.

Le doy una mano y lo ayudo a pararse.

—¿Donde estaban? Los estuve buscando.

—¿Quiénes? Eres la primera a la que encuentro.

—¿En serio? Pero Sabah estaba contigo y Minkabh fue por ustedes.

—Las perdí entre tantos idiotas llorones — miró a todos sin disimulo— ¿Que hay de Teo y Elek? Se supone que nunca se despegan de ti.

—También los perdí — hago caso omiso a su comentario—. Veo que estabas peleando ¿Cuántos son?

—No muchos, quizás unos quince. Depende de tu perspectiva.

Alzo una ceja, eso no me convence.

—Bien. Son más y cada vez que los elimino, aparecen más. No sé cómo es que nos han encontrado.

Él se cruza de brazos por unos segundos y luego veo que mira detrás de mí.

—¡Abajo! — me advierte sacando una daga como en un truco de magia y le atravesó el pecho al enemigo. Ya comenzaron a poseer personas— . Debemos encontrar a los demás y salir de aquí.

—¿Y que pasa con estas personas? No podemos dejarlos así.

—Si podemos, que importa perder un par de vidas.

Comienza a caminar por unos de los pasillos como si nada, tranquilo y sin corazón. No tengo la mismas intenciones que él, así que voy detrás suyo y lo detengo.

—Son vidas inocentes.

—Oh, créeme que no. Todos aquí ha hecho cosas desagradables solo por dinero ¿Crees que a alguno de ellos le importa la vida de otro que no sea la suya?

El misterio de los elegidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora