Me encontraba a solas en casa. Hoy no tenía clases y los demás estaban fuera. Ya había hecho todos mis deberes y tenía todo el día para mí. Cocine algo rápido para deleitarme un poco el paladar, vi una película y luego me quedé sentada pérdida en mis pensamientos.
Tenía un raro sentimiento instalado en mi pecho. No sabía que significaba. Estaba en uno de esos momentos en los que no entiendes la vida que te tocó, no sabes que hacer y sientes que todo se te sale de las manos.
Trato de despejar mi mente cada que puedo, pero de alguna manera todo regresa y no sé manejarlo. Me siento como una estúpida, esa a la que usan a su antojo y le mienten. Y eso es lo que soy. Una estúpida marioneta.
Creí que ser abandonada por mi padre era la parte triste que siempre me perseguiría o tener que dar noticias a los Dioses era una labor difícil. Pero lo que veo ahora es diferente.
A medida que pase el tiempo, más situaciones me harán cambiar de opinión. Ese es el presentimiento que tengo desde que todo esto comenzó a salir a la luz.
El timbre de la casa suena y me levanto para ver quién es. Me asomo por la mirilla y la persona parada detrás de la puerta es uno que no me esperaba.
Abro la puerta y lo recibo —Hola ¿No deberías estar en clases?
—Cass — posa su mirada en mi con pena — vine a disculparme.
Me quedo callada mirándolo. No estoy enojada con él, pero sé de dónde vienen sus disculpas. Luego de llegar a casa ayer, no lo llamé ni nada. Quería que él tuviera su momento para pensar y ver que pasaría de ahora en adelante en su vida. Quizá su madre seguiría contándole nuevos detalles y trataría de convencerlo de alejarse.
—Lo siento, por todo lo de ayer. Te hice venir conmigo y mi madre se comportó tan grosera y yo no hice nada por estar enojado.
-Lo entiendo, Teo. No pasa nada. Fue una tarde difícil para ti y yo estorbaba.
—Eso no es cierto, Cass. Tu no estorbas.
—Quizá tu no lo ves así, pero tú madre sí, y yo comienzo a pensar que tiene razón.
—Olvida de una vez todo lo que mi madre te dijo, nada de eso es cierto. Ya no eres la única que nació con problemas a su alrededor, Cass, yo estoy igual de hundido.
Alejé la mirada y miré el suelo.
—Me siento como una estúpida.
—Lo sé. Ahora entiendo como te sientes por dentro. Piensas que todo éste tiempo fuiste engañada y que no sabrás cómo avanzar en este mundo — se acerco a mi e hizo que lo mirara — pero no estamos solos, nos tenemos el uno al otro.
Él tenía razón, no estábamos solo en este mundo lleno de engaños. Siempre estuvimos para el otro y seguirá siendo así, no importa que pase o quien se interponga.
—Te quiero —lo abracé y él me correspondió enseguida.
—Yo te quiero más, zanahoria.
—Vamos a enloquecer con todo esto ¿Lo sabes no?
—No tengo duda — se ríe y nos separamos.
—¿Quieres entrar? Hice comida.
Él no se negó y pasamos directamente a la cocina. Le dí un poco de la pasta que había hecho y nos sentamos a hablar sobre su nueva identidad.
—¿Qué tal la pasta, joven Poseidón? — bromee.
Él sonríe volteando los ojos — delicioso como siempre, chef. Pero sé equivoca, yo no soy Poseidón. Soy el hijo abandonado.
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El misterio de los elegidos
FantasyCassandra siempre supo que su collar era especial, pero nunca imaginó que también era una sentencia de muerte. Desde que nació, ha escuchado las voces del Consejo del Olimpo, dioses que le susurran secretos prohibidos y exigen su silencio absoluto...