Sentada bajo la copa de los árboles y los ojos cerrados, mi espalda daba contra el tronco. Estaba pasando un tiempo sola sin hacer nada. Esperaba por la aparición de mi estricta maestra y sus ayudantes, que siempre llegaban antes que yo, pero al parecer éste día me les he adelantado.Desde hace unas semanas había empezado a entrenar la nueva parte de mí, lo cual era más difícil de lo que lo imaginaba. No encontraba la manera de controlarlo como mis amigos lo hacían con los suyos y eso en algunas ocasiones me frustraba. La mayoría de las veces fallaba y no lograba ni siquiera mover una hoja. Al principio todos parecían apoyarme, pero al cabo de unas largas semanas, se aburrieron. La única que se quedó fue Sabah, ella siempre está aplaudiendo y gritando frases motivadoras que agradezco enormemente. En cuanto a los chicos, a veces venía Elek casi al final de mis prácticas, él me mostraba su apoyo incondicional cada que podía, ya que por estar ocupado haciendo preguntas y escribiendo, se perdía de mis aburridos avances.
No los culpo, verme fallar mil veces es el peor hobby que podrían tener. Cada uno ha encontrado algo que hacer y en los momentos en los que estábamos todos juntos, era para tener prácticas intensas de pelea y armas.
—Disculpa la tardanza — la voz juvenil de Antheia me saca de mis pensamientos — estaba atareada.
—Esta bien, se siente genial llegar primero — sonrío y me levanto.
Antheia casi siempre tiene la misma expresión. Tranquila y serena sin llegar a parecer amargada. Cuando tuve la primera clase con ella pensé que sería un verdadero dolor de cabeza, pero me llevé la sorpresa de verla sonreír una que otra vez por mi torpeza. Con el pasar de los días me fue cayendo bien y ahora no me siento tan tensa con las prácticas.
—Empecemos — hace una seña para que me acerque y voy hasta ella. Me da un toque en la espalda para que me ponga recta y como siempre niega con la cabeza — copia todo lo que haga ¿De acuerdo?
Asiento y pongo atención a lo que hace. Estando una alado de la otra, la veo alzar su brazo izquierdo con lentitud. Luego estira la pierna derecha y baja su brazo al mismo tiempo, para luego hacer los mismos movimientos con sus otras extremidades y un pequeño giro al final. Todo lo hace tan rápido que apenas logro coordinar mis piernas y el resultado es una Cass cayendo al suelo, haciendo lo opuesto a lo que ella hizo.
—La danza no es lo mío.
La risa de alguien a lo lejos hace que volteé y automáticamente ruedo los ojos ignorándolo, es Deimos que se detuvo a verme pasar vergüenza.
—Debes hacerlo con delicadeza — Antheia me da la mano con una mirada divertida — no es difícil.
Nuevamente repite los movimientos con la gracia de un cisne. Ni en sueños sacaré adelante tal "delicadeza" como me dice. Cuando se detiene me pide que lo intente y eso hago.
—Aún no me dices para que sirven estos movimientos.
—Es una técnica para que te centres en lo que haces. Yo lo hago todos los días y es efectivo.
Mi cerebro trata de coordinar cada paso como lo recuerda. Me la imagino tan fácil que creo que lo logro, solo que mi equilibrio no es el mejor del mundo cuando estiro una de mis piernas.
—Pues, no parece funcionar.
—Eso vemos — llega Deimos y se sienta bajo la sombra del árbol comiendo alguna fruta, el cual intuyo le robó a alguna dríade, porque eso es algo que hace últimamente.
—Si vienes a burlarte, es mejor que te vayas.
—Relájate, Sabah me mandó a apoyarte y eso es lo que hago.
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El misterio de los elegidos
FantasyCass no tiene una vida común, sólo creció aceptando una pequeña diferencia. El collar que esconde es su habitación no es más que un imán para las desgracias, pero ella desconoce por completo lo que conlleva. Una noche, todo se desequilibra. El dest...