Estaba dando vuelta por esa casa tan grande, cada rincón tenía algo nuevo. Arte, eso es lo que había. Estaba parada frente un cuadro de varios colores, tenía algo diferente, aunque se notaba viejo era alegre nada que ver con la casa en si. Sentí los pasos del señor Smith acercarse y me quede quieta, cuando estuvo a mi lado la piel se me erizo ¿Por qué sentir eso con mi jefe?
- ¿esta entretenida? – me giré a verlo.
– tiene usted una casa muy bonita señor Smith.
– dime Damon mientras estemos fuera de la empresa, si es muy bonita – este miró el cuadro y luego a mi – vamos a caminar por otro lugar
– ya vi toda la planta baja – caminamos hasta la escalera y ambos subimos.
– te mostrare las habitaciones – caminé con él hasta la que en la noche anterior me había señalado como suya – esta es la mía – abrió la puerta.
– wow... es hermosa – tenía una cama el doble de grande que en la que yo dormí, un mueble con una mesa de madera enfrente y un baño con vestidor incluido, el baño era completo un jacuzzi redondo donde seguro caben unas diez personas y una ducha muy grande – su habitación parece de hotel.
– creo que por eso me gusta, venga – salimos de allí y pasamos a la de la hermana, era igual que la de él, pero más de dama y muy colorida – esa que está allí, no está permitido entrar.
- ¿Por qué?
– porque no – sobre elevo la voz.
– de acuerdo – toda la casa era perfecta pero no había color. Bajamos a la cocina y el teléfono de mi jefe sonó.
– disculpa Bella, es importante. Come lo que gustes.
El camino hasta su despacho y yo me quede sentada en la barra, la señora que cocina salió de la nada sonriéndome, eso era muy extraño. Saco varias cosas para cocinar y yo me ofrecí ayudar.
– quiero ayudar.
– no creo que sea lo correcto.
- ¿Por qué no?
– el señor no lo vería bien.
– me sabe un rábano, yo quiero ayudar – agarre un tomate y lo lave – que no sea tan bestia – la señora se rio - ¿Por qué ríen cuando me ven?
– eres la primera chica que el señor Smith trae a casa, desde hace muchos años – esta comenzó a picar conmigo y mi jefazo apareció – tenemos problemas – susurro.
– Bella ¿Qué crees que haces?
– ayudo – lo mire y este a mi.
– lo sé, no te preocupes. Discúlpame tu a mi, no debió pasar. Bueno no así – quería calmar mi corazón – no quiero que pienses que esto sucede siempre. Tenemos dos opciones, o lo olvidamos o simplemente seguimos con nuestra vida y con lo que paso.
– no sé, mire quiero descansar. Luego le respondo, solo sé que usted es mi jefe y eso no va a cambiar – mi jefe me miró fijamente.
– Bella, si vas a comentar algo de lo que ha pasado entre nosotros. Estate pendiente de a quién y si te dicen algo me lo preguntas a mi.
– no se preocupe ya se su fama sobre estar con sus secretarias.
– fue con una, ella era una chica que iba al mismo club que yo y no lo sabíamos hasta que nos vimos allí y luego salimos un par de veces, pero era solo sexo. No te voy a decir que me voy a enamorar de ti Bella, ni que me casare, pero por lo menos si quiero que esto vuelva a pasar y que nadie en la oficina lo sepa por el bien de ambos.
– no le diré a nadie, no le cuento a nadie sobre mi vida sexual. Este tranquilo que no iré regándolo. Y ahora si quiero descansar. Hasta mañana.
– te acompaño, ¿no comerás? – Salí del despacho y caminé con él hasta la cocina.
– no tengo hambre- la señora estaba cocinando y al verla me puse colorada, el hambre se me había quitado como arte de magia
– bien, no comas nada. Hasta mañana.
Pues ese era mi jefe. Alguien frío y sin escrúpulos. Subí las escaleras y entre a la habitación ¿Qué coño había pasado? Había estado con mi jefe, en su casa. Si era idiota, además el me pedía que me callara como si lo fuera a decir. Estaba demente, pero, aunque quisiera no me arrepentiría de eso. Me di un baño y volví a ponerme la bata de la noche anterior, necesitaba descansar.
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Ni tan bella Ni tan bestia
Romancesexo explicito y mucha diversión. Dos edades distintas, dos caracteres distintos, dos personas distintas y algo en común, el deseo del uno por el otro. El un hombre frío y muy sincero, capaz de hacer que cualquier mujer haga su santa voluntad d, lo...