Capítulo 33

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Alyssa

— ¿De verdad crees que es necesario que venga con nosotros? —Dije mientras me tapaba los oídos.

El perro de Andrew no había parado de ladrar desde que habíamos salido de casa y sus chillidos ya me tenían harta. Observé al cachorro una vez más en el asiento trasero y lo fulminé con la mirada.

—Cállate de una buena vez. —Le dije al animal para luego volver mi vista hacia al frente de nuevo.

—Creo que se siente muy solo allí atrás. —Dijo Andrew separando su vista de la carretera. —Es mejor que lo tengas en tus piernas mientras llegamos.

— ¿Qué? —Dije al instante. —Ni se te ocurra...

Andrew se estiró un momento y con una mano al volante y la otra estirada, tomó al cachorro y lo puso en mi regazo. El perro instantáneamente dejó de chillar y se acostó cómodamente en mis piernas. Aparté mis manos para que no me tocara y observé a Andrew con enojo mientras él, por su parte, solo soltaba una carcajada.

—No sé por qué actúas de esa manera. —Dijo divertido. —No te va a morder, Beckham.

—No es eso. —Me justifiqué. —Es que tienen pulgas e infecciones y un asqueroso olor a perro.

—Es cierto, pero te brindan compañía sincera.

Bajé mi cabeza y volví a mirar al cachorro, no debía de tener más de unos once meses y tenía un color rubio brillante. Realmente no sabía nada sobre perros, mis padres jamás me habían dejado tener una mascota y siempre me habían dado una idea mala sobre ellos, una idea que hasta ahora seguía conservando. Tal vez no sabía nada de perros porque jamás había tenido uno, y aunque cuando era niña le había suplicado a mi padre que me regalara uno, él siempre me había negado esa posibilidad.

— ¿Ya tiene nombre? —Le pregunté mientras elevaba mi mano hacia la cabeza del perro, intentando acariciarlo.

—Su nombre es Tayson. —Mencionó Andrew distraídamente.

—Oh, como Mike Tyson. —Sonreí divertida.

—Exacto, solo que se le agrega una A al escribirse.

En aquel momento recordé cuando Andrew mencionó la palabra "compañía" me di cuenta de que hubiese sido una muy buena idea haber tenido una mascota cuando era niña, tal vez así no me hubiese sentido tan sola e incomprendida por muchos años.

—Hemos llegado. —Dijo finalmente Andrew.

Cuando me di cuenta estábamos pasando por un sinfín de enormes casas, unas muy separadas de las otras, el auto pasaba sobre la arenas y unos nervios extraños me recorrieron el cuerpo.

— ¿Seguro que podemos entrar el auto en esta zona de la playa? —Pregunté.

—Es una zona privada, Beckham. —Dijo con simpleza. —Entraremos el auto al estacionamiento de la casa.

Andrew manejó por unos cinco minutos más hasta que paró el auto en una enorme casa. Me quedé con la boca abierta al verla, eran dos plantas y se podía ver el interior de la casa ya que las paredes y puertas eran de vidrio. Me pareció maravilloso entonces ver que se podía tener una casa justo frente al mar, no iba mucho a la playa pero al ver aquella imagen me dieron ganas de hacerlo seguido. Andrew bajó del auto y se dirigió a abrir mi puerta y ayudarme a bajar no sin antes tomar al cachorro en mis manos, sin duda alguna quería intentar mejorar mi relación con el perro.

Fue en aquel momento cuando vi a dos mujeres salir de la casa y acercarse a nosotros. La mujer mayor enrolló sus brazos en Andrew mientras le daba el beso en la mejilla.

Del Egoísmo Al Amor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora