Alyssa
Abrí finalmente el sobre. Me sentí decepcionada al ver el regalo tan pequeño que había traído, pero aquello no me enojó, es más, me sentí agradecida. El hombre al que ahora tenía nombre y era Alfred traía un vestido elegante, olía bien y, aunque no se había afeitado, se veía la limpieza en su rostro. Le sonreí y él me observó serio. Desenvolví cuidadosamente la envoltura y, fruncí el ceño al ver un marco negro y, un poco viejo con una fotografía en el centro. Mis ojos se toparon primero con un hombre joven y barbado, no pasó muchos segundos para darme cuenta de que era Alfred en una versión más rejuvenecida. En su lado izquierdo había una mujer y, aunque la fotografía se encontraba en blanco y negro, pude notar que su cabello era castaño o un negro, por el color de la fotografía no lograba diferenciar bien pero el cabello le daba hasta su cintura, sentí una sensación extraña al ver los ojos de aquella mujer. Por último y, lo que me dejó completamente en un estado de confort total...Una pequeña niña, no cualquier niña. Era yo. Aquella chica era yo.
Fue como si mi mente me hubiese devuelto recuerdos escondidos en los más recóndito de mi memoria. Me vi a mi misma de siete años jugando en un columpio mientras la mujer, si, la misma de la fotografía, me empujaba haciéndome reír, me vi una vez más junto con Alfred justo frente a un ataúd mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas, me vi por ultimo observado a Alfred saludando a dos personas, esas personas eran mis padres. Lo último que vi fue como giraba mi cabeza hacia la ventana trasera de un auto y, con lágrimas en los ojos, me despedía de Alfred.
Esos y muchos más recuerdos de mi niñez parecieron revivir en mi memoria.
En ese momento el oxígeno pareció volver a mi cuerpo. Había sentido que todos mis sentidos fallar por un momento. Observé a mi alrededor con lágrimas en los ojos, sentí que en aquel lugar todos eran unos completos desconocidos para mí.
Fue entonces cuando me di cuenta de que toda mi vida era un fraude. Toda mi vida había pisoteado a las demás personas por ser la hija del señor y la señora Beckham, ¿Qué mierda obtuve de eso? Nada, yo no era su hija legitima y eso era lo que más me dolía, había humillado e insultado a tanta gente por el simple hecho de tener dinero, pero, ¿Quién era realmente yo? Nada, no era absolutamente nada. Si la vida me quería dar una lección, definitivamente este había sido un golpe duro. Mis sueños y anhelos cambiaron en aquel momento; Era mi momento de ser lo que en realidad debía de ser.
—¡¿Qué está haciendo usted aquí?! —Mi padre gritó enfurecida mente mientras le daba un fuerte empujón a Alfred, haciendo que cayera al suelo. —Dame esa porquería. —Mencionó intentando quitar la fotografía de mis manos.
Fui más rápida, pues alejé mi brazo rápidamente.
—¿Qué significa esto? —Dije haciendo que viese la fotografía.
Mi padre me ignoró por completo.
—¿Que pretendes hijo de puta? — Volvió su mirada a Alfred.
—Este nunca fue el trato. —Respondió Alfred con serenidad. —Prometieron que le dirían la verdad. —Observó a mis padres con acusación. —Yo soy tu padre, Melissa. —Dijo mientras caminaba hacia mí. —Yo soy tu padre. —Dijo nuevamente mientras bajaba una lagrima por su mejilla.
Por mi cabeza pasaban miles de pensamientos. Alfred tomó mi mano y sentí una corriente pasarme por todo el cuerpo. Sé que debería de estar enojada con Alfred por haberme ofrecido a unas personas desconocidas, pero algo en mi pecho me decía que aquel hombre me amaba más de lo que mis padres me hubiesen podido llegar a amar.
Lo abracé fuertemente, sin vergüenza, sin ego, sin desprecio de por medio. Un abrazo fuerte y firme; Finalmente en sus brazos, me sentía en casa, en mi verdadera casa.
—Me iré contigo. —Dije una vez que separé de él. Mi mente no era capaz de razonar —Iré por mis cosas y algo de dinero. —Le sonreí y el me devolvió la sonrisa con tristeza. —No tardaré espérame aquí.
Sin mirar a nadie más me abrí paso para entrar de nuevo a la casa, pero antes sentí una mano tomarme del brazo. Observé a mi madre quien tenía los ojos rojos con las lágrimas a punto de salir. Aparté rápidamente mi brazo para así hacer que me soltara.
—No sé quién eres. —La observé de arriba abajo. —Ni te reconozco, mamá.
Me di la vuelta rápidamente para adentrarme al interior de la casa. Afuera era todo un caos, pero adentro, todo parecía estar silencioso y tranquilo. Todos estaban tan ocupados en la fiesta y, en los últimos acontecimientos que, nadie se había percatado de lo sola que se encontraba la casa en aquel momento.
Subí las escaleras rápidamente mientras en el camino me quitaba los tacones. Entré rápidamente a mi habitación y al cruzar, me percaté del espejo, decidí pararme unos segundos para reflejarme en él. Definitivamente no me reconocía, aquella persona no era yo. Bajé el cierre del vestido que tanto me había gustado y lo tiré a un lado de la habitación mientras mis lágrimas bajaban por mis mejillas de manera repetida. Caminé hacia mi armario y terminé por ponerme una sudadera gris y unas zapatillas de correr y, en lo alto de mi cabeza me hice una coleta. Tomé una pequeña maleta que tenia de viaje y tan solo tomé mi maquillaje y algo de ropa sencilla, y el poco dinero que tenía en efectivo.
Sabía que mi padre me haría la vida imposible desde ese momento así que, me aseguraría de retirar el dinero que más pudiera antes de que él congelase mis tarjetas de crédito.
Ahora estas sola en esto-me dije a mi misma- Comenzaras de nuevo, todo estará bien.
Fue entonces cuando sentí a alguien más conmigo en la habitación, estaba a punto de voltear hacia atrás, hasta que sentí como un objeto duro y pesado me golpeaba en la cabeza.
Desde ese momento, lo único que recuerdo es haber caído al suelo, inconsciente.
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¿Qué tal les ha parecido las historia? Los leo
Saludos desde Colombia. ♡
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Del Egoísmo Al Amor I ©
Teen Fiction¿Era simple deseo carnal o aquello que sentía iba más allá de lo que yo podría llegar a imaginar? Mi identidad, mi respetuosa imagen y, sobre todo, mi elegancia me había caracterizado y me habían llevado por el camino más prestigioso del mundo de lo...