Capítulo 38

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Andrew

No sé qué clase de año loco era en el cual estaba viviendo desde hace un año, pero, me había acabado de dar cuenta de que mi núcleo social había tomado de costumbre hacer fiestas cada que alguien cumplía años. No veía nada de malo en eso, pues todo el mundo estaba en su pleno derecho de querer celebrar el día en el cual llegó al mundo, pero, cada que asistía a aquellas fiestas siempre pasaba algo malo.

Mi único anhelo era que el asqueroso año terminara. Estaba cansado de la universidad, estaba cansado de California, estaba completamente cansado de verle la cara a mi madre en casa. Quería que llegase el verano y poder tomar unas vacaciones, tomar vodka y follar como toro enloquecido.

Por ahora, me encontraba sentado en el balcón de la casa de Rusty mientras escuchaba la estruendosa música invadir mis oídos. Los últimos días no había tenido tiempo para divertirme "Si es que a esto se le podía llamar diversión" Solo había venido porque Bethany me lo había pedido. Ahora solo esperaba el puto momento en el cual vería a Beckham pasar por la puerta de la casa, no me había movido en todo el rato del balcón pues estando allí, podía observar toda la entrada de la casa. Claramente no la estaba esperando a ella ni nada que se le parezca, pero quería verle, eso si no podía negarlo. Aunque hice de todo mi amague para evitarla, sentía la pequeña necesidad de verla, aunque sea solo un segundo.

Mi cabeza no paraba de visualizarla a todas horas, en el mayor de los casos, aun podía verla desnuda sobre mi cama, soñaba con hacerle el amor una vez más, soñaba con volver a cogerla en la oficina...La necesitaba como mujer y, sobre todo como compañera. Me sentía solo sin ella.

—¿Andrew? —Mencionó alguien interrumpiendo mis tranquilos pensamientos. —¿Andrew eres tú? —Volteé para observar a la persona que me estaba hablando, levanté levemente mis cejas al reconocer a Samantha. —¡Ha pasado tiempo, querido!

Samantha saltó a abrazarme. Se me fue imposible notar lo cambiada que estaba desde la última vez que la había visto. Parecía mas una universitaria que una prostituta.

—¿Qué tal has estado? —Pregunté volviendo a recargarme sobre la baranda del balcón, ella hizo lo mismo. —Ha pasado tiempo. —Di un trago a mi cerveza.

—Bueno...Soy una chica comprometida ahora. —La observé y en sus ojos solo pude ver felicidad.

—¿Cómo va eso? —Pregunté confundido.

—Te lo contaré rápido. —Expresó emocionada. —Un hombre maravilloso llegó un día al bar, me escogió como su prostituta y, no es por presumir, pero le he cogido tan bien que me ha propuesto matrimonio. Fui difícil al principio, pero creo que puede hacerme feliz.

Sus palabras sonaron tan sinceras que, no pude evitar ponerme feliz por ella. Lo merecía, Samatha podría ser de todo, pero jamás una mala persona.

—Supongo que dejaras de ofrecer tus servicios. —La observé de arriba abajo y ella pareció comprender a que me refería. Solo asintió con la cabeza. —¿A qué te dedicaras ahora?

—No lo sé con exactitud. Por ahora leo las cartas, pero tendré que conseguir un empleo tan pronto esté casada.

Solté unas cuantas carcajadas.

—¿Las cartas? —Dije divertido. —En que mierda te has metido Samantha. Por Dios.

—Sé lo que piensas. —Hizo un ademan, pareciendo indignada. —Es real, mi abuela era bruja, fue ella quien me ha enseñado todo esto. Pues, esta mierda como tú la llamas, puede revelarte tu futuro próximo, sin estas en peligro, o si estarás con la persona que amas...

Aquellas últimas palabras fueron capaces de captar toda mi atención. Me sentí un completo idiota en aquel momento al creer que aquellas cosas existían, pero una clase de curiosidad comenzó a rodear mi cabeza en aquel momento.

Del Egoísmo Al Amor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora