Alyssa
Mis ojos se mezclaron estre las letras del libro, como si fuesen uno solo. Solté una carcajada al leer la ocurrencia de la protagonista del libro, que mágico era leer, realmente mágico saber que puedes transportarte por mil mundos sin salir de tu casa.
Era jodidamente maravilloso.
Me encontraba en el gran salon de mi casa, sentada en el sillón rojo que tanto me gustaba. Hace una semana que había salido del hospital, no había podido asistir a las prácticas ya que tenia que guardar reposo, también había tenido que caminar con muletas, algo que resultaba terriblemente incómodo.
Hoy había optado por relajarme en casa, los días anteriores había estado junto con Rusty y Bethany quienes habían hecho todo lo posible para llevar este eterno reposo un poco más llevadero. Ahora, aprovechando que era Domingo me habia puesto unos pantalones grises de tela delgada y una camisa manga larga, tenía puestos mis lentes y sin zapatos. Había olvidado lo bien que se sentía andar con mis tacones.
—¿Cariño? —Levanté mi mirada hacia mi madre.
En aquel momento, presté atención a mi madre y la observé con más detenimiento. Se había cortado el cabello hasta los hombros, mi madre siempre había sido delgada pero, ahora estaba mas delgada de lo normal. Sus ojos, sus lindos ojos azules se veian mas apagados y la palidez de su cara se veía cada vez más.
Eso es lo que pasa cuando peleas con el amor de tu vida. Cuando le pregunté a mi madre por su estado físico ella simplemente me dijo que no estaban muy bien las cosas con papá, entonces todo tuvo sentido.
—Dime mamá — Dije terminando de escudriñar su aspecto.
—Andrew ha venido a verte, le dije que no estabas porque no aceptas visitas de nadie que no sea Bethany o Rusty. Pero me ha dicho que ya te había dicho de su visita.
Sonreí.
—Si, por favor. Dile que puede pasar.
Mi madre asintió con la cabeza y salió de la habitación. Me levanté rápidamente del sillón y me dirigí a uno de los grandes espejos del salón. No estaba en las mejores fachas pero, por lo menos, me veía intelectual. Me acomodé las gafas e intenté hacerme la coleta de nuevo. Luego, escuché unos pasos aproximarse y rápidamente corrí al sillón y me senté de nuevo, tomé el libro en mis manos mientras fingía que estaba leyendo.
Observé por el rabillo de mi ojo su silueta parada en el borde de la puerta. Se quedó unos largos segundos ahí, hasta que por fin pude escuchar su voz.
—¿Cómo te encuentras? —Mencionó mientras se acercaba y se sentaba justo a mi lado.
Era una mañana calurosa y en el salón de la casa siempre solía entrar mucha luz, por lo cual podía tener mejor visión de su rostro. Andrew era un hombre demasiado guapo y, en aquel momento, sus ojos azules se veian más intensos junto con el sol.
Desde que había salido del hospital habíamos tenido un breve acercamiento el uno con el otro. Debo de decir que ambos habíamos estado cumpliendo el trato de llevar las cosas de la mejor manera posible. Habíamos estado hablando por mensajes de texto y, en la mañana siempre le veía por la ventana de mi habitación, ya que su cuarto quedaba justo frente al mío así que ambas casas eran visibles.
—Me encuentro bien, solo espero que no vaya a quedar cicatriz. —Dije mirándome la venda.
—¿Acaso eso importa? —Dijo confundido.
—¿Estás bromeando? —Le dije mirándolo con incredulidad —¿Como creés que voy a lucir estas piernas en Nueva York?
Le di una pequeña palamada a mi pierna. Andrew bajó la vista hacia la parte baja de mi cuerpo, algo que me hizo sentir realmente incómoda, la razón era porque sé que algo había pasado por su cabeza. Decidí cambiar de tema al instante.
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Del Egoísmo Al Amor I ©
Teen Fiction¿Era simple deseo carnal o aquello que sentía iba más allá de lo que yo podría llegar a imaginar? Mi identidad, mi respetuosa imagen y, sobre todo, mi elegancia me había caracterizado y me habían llevado por el camino más prestigioso del mundo de lo...