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La semana siguiente había sido una completa tortura para Clarisa, desde Enrique ignorándola, empleados descorteses, Louise más ocupada que nunca y Nicolás repleto de trabajo se había mantenido completamente aburrida en su casa, había caminado por el rosal, había leído sobre la fuente tres diferentes libros, había caminado por la cuadra, en definitiva ya no sabía qué hacer, por un momento había pensado en buscar un trabajo para mantenerse ocupada pero de seguro Enrique se molestaría, aunque no debería importarle para nada, pues si él se mantenía ignorándola ella también podía hacerlo, al fin y al cabo casi nunca coincidían en casa así que era muy poco probable que si quiera se diera cuenta que no estaba.

Con mucha determinación y ánimos buscó entre su ropa algo que le hiciera ver con experiencia, encontró un jean azul que se ajustaba perfectamente en sus piernas el cual combinó con una bonita blusa manga larga, de un color rosa pálido con botones al frente, tomó una pequeña cartera del mismo color en la que guardó sólo lo necesario, su celular, sus tarjetas y las llave, tal como Louise le había enseñado colocó solo un poco de maquillaje en su rostro y abrió la puerta de su habitación dispuesta a salir de la casa, al bajar las escaleras notó como varias de las empleadas caminaban apuradas de un lado a otro, con más afán del que solían tener lo cual le resultó bastante extraño, había una chica en particular, sólo tenía tres días en la casa Evans, llevaba una bandeja bastante grande entre sus manos, mientras caminaba rumbo a la cocina tropezó con la alfombra haciendo un estruendo al caer, todo lo que llevaba quedó esparcido por el lugar, Clarisa se sorprendió bastante y corrió a donde se encontraba aquella muchacha, ayudándola a levantarse

Lo siento tanto— comenzó a decir, con lágrimas cayendo de sus ojos, Clarisa solo la miraba sin decir nada — ¡Por favor no me despidan!— decía, al ver que la hermana de Enrique no le respondía, la miraba con ojos de súplica. Pronto oyeron grandes pasos, eran pesados y ambas se aterraron sabiendo de quien se trataba, no les dio tiempo de recoger nada cuando apareció Enrique, su cara no reflejaba nada, no sabían si estaba molesto que era lo más probable o si tendría compasión de ella, se paró frente a ambas y con esa voz dura que tenía dijo

Espero salir de la cocina y te hayas marchado— su mirada estaba puesta sobre aquella joven, quien solo lloraba, Clarisa se sintió mal, imaginándose cuántos problemas podría tener y con voz temblorosa y quebrada habló

Enrique solo tropezó— su voz salió casi en susurro, su hermano la intimidaba demasiado, le aterraba cualquier reacción y en el momento en que éste se detuvo y se giró hacia ella con rapidez, tomándola del brazo supo que había cometido un grave error.

Aun sosteniéndola con fuerza la condujo a la que supuso sería la oficina, abrió la puerta y ambos entraron, la soltó haciendo que se tambaleara por un segundo, cerró la puerta y mirándola con esos ojos marrón, profundos y duros le reclamó

Jamás... jamás en tu vida vuelvas a contradecirme frente a un empleado— la señaló acercándose más a ella, Clarisa pensó que la golpearía nuevamente, pero no lo hizo en cambio se giró bruscamente alejándose de ella y tomándose el cabello entre las manos, respiraba pesadamente, ella se mantenía al margen, alejándose un poco más de él, retrocedía lentamente casi poniéndose tras el escritorio, unos segundos habían pasado cuando la miró nuevamente, se veía más tranquilo que cuando entraron pero sus ojos seguían con esa expresión

Escúchame Clarisa comenzó a hablar —Bastante tengo soportándote, no lo arruines más contradiciendo mis decisiones— justo al decir eso tomó la puerta para salir sin embargo, pareció recordar algo

Hoy tengo una reunión de negocios, viene gente importante, no te quiero presente— y salió dejándola sola, aún peor de lo que se encontraba, no quería llorar, no quería que las palabras de su hermano la hiriesen más de lo que lo hacían pero era imposible, qué iba a hacer, su hermano no quería que nadie supiera de su existencia y eso le rompía el alma ¿Por qué él no podía amarla de la forma que ella lo hacía?

AUNQUE PASE EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora