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Nicolás estaba tardando más de lo que pensó y no podía evitar sentirse mal, sólo podía pensar en que su hermano estuviese bien, en que no se hubiese hecho daño, Nicolás le había prometido que estaba bien y ella confiaba completamente en él, al final de cuentas nunca le había mentido, esperó unos minutos más pero a decir verdad le estaba dando hambre, así que se colocó las pantuflas para dirigirse a la cocina, se había quitado los zapatos al ver que Nicolás tardaba más de lo que ella quiso y ahora que veía la hora dudaba mucho que fuesen a algún lugar, podía entender la situación, si Louise pasara por la situación de Enrique ella también estaría allí acompañándola, apoyándola y ayudándola así que no le molestaba en lo absoluto haber tenido que cancelar su salida con Nicolás, al salir de la habitación oyó como seguían trasteando al fondo del pasillo, tenía que ser un desastre gigante si habían tardado tanto, quizá podría cocinar algo para Enrique y Nicolás, debían tener hambre, no era muy buena cocinando pero podía intentar algo que les gustara, sería algo sencillo, unas tortillas con huevos revueltos, eso estaría perfecto, se sentía tan feliz de poder ayudar a su hermano aunque fuese de esta forma, buscó entre los gabinetes las tortillas hasta que las encontró y las colocó sobre la plancha para que se calentaran mientras partía a la mitad cada huevo y los vertía sobre un tazón, los batió con fuerza por unos minutos y volteó las tortillas para que también se calentaran por el otro lado, sobre el sartén caliente vertió la mezcla al tiempo que tarareaba una canción, últimamente Louise había estado enviándole música, ella no solía escuchar mucha pero le gustaba el artista que le recomendó, tarareaba y movía las caderas de un lado al otro mientras cocinaba la cena, unos labios se acercaron a su mejilla, haciendo que se sobresaltara y dejara caer el utensilio que tenía en la mano, se giró bruscamente, encontrándose con un sonriente Nicolás

No quería asustarte, te ves muy hermosa cantando— dijo él, inclinándose para levantar la paleta de madera

¿Tienes hambre? Preparé la cena para los tres, Enrique debe tener hambre también— comentó con timidez, completamente sonrojada por las palabras del rubio

Le diré que venga, eres muy considerada, y hermosa, y te quiero— nuevamente depositó un beso, esta vez en su nariz, ella sonrió, le agradaba tanto como la trataba Nicolás, era tan romántico y educado con ella

Gracias— dijo al ver como Nicolás caminaba de regreso, en busca de Enrique, nunca se cansaría de aquel chico, cada cosa, cada detalle, cada palabra la enamoraba más y se sentía a gusto, terminó de cocinar todo y lo sirvió en tres platos diferentes, le hacía mucha ilusión compartir la mesa junto a su hermano y Nicolás, como cuando eran pequeños, siempre le gustó sentarse con ellos, a pesar de las actitudes de Enrique, pues esas eran las únicas veces en las que compartía con él y en la que podía estar al lado de Nicolás sin temer a nada

Varios minutos pasaron y ella se mantenía sentada frente al plato de comida, se estaba enfriando y sus ánimos poco a poco iban en caída, Nicolás apareció nuevamente en la cocina con una expresión de disgusto, estaba solo, Enrique había decido no bajar

Comamos nosotros dos, ni siquiera se merece que te preocupes por él— dijo sentándose en la silla a un lado de la rubia, estaba muy enojado, Clarisa reconoció esa cara, era la que solía poner cuando discutía con Enrique, sus ojos se arrugaban un poco en la esquina, al igual que la nariz

¿Qué pasó? — quiso saber ella

Pasa que no puede dejar de ser un idiota, es mi amigo, mi hermano, lo quiero muchísimo, pero es tan cabeza dura que me exaspera— se quejó, dejando ambos brazos sobre la mesa con fastidio, hablaba en voz alta y ni siquiera apartaba la vista de la mesa, Clarisa alargó una de sus manos hasta tomar la de Nicolás y darle un ligero apretón

AUNQUE PASE EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora