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El lunes llegó antes de lo que pensaron y ambos se levantaron muy temprano, Nicolás quería ayudarla en lo que pudiera, no quería que se levantara antes de tiempo para hacer el desayuno, alistarse y de paso ayudarlo a él, así que cuando la vio dirigirse al baño no perdió tiempo en levantarse y caminar, junto a la horrible andadera para ir a la cocina y preparar su café matutino, para ella y para él, volvió a la habitación cuando estuvo listo, viéndola salir del baño

Huele a... — dijo Clarisa aspirando el aroma al tiempo que Nicolás le ofrecía una taza llena del líquido negro

Hice café, para ti y para mí — ella aceptó la taza y le regaló una enorme sonrisa sentándose junto a él en la cama para beberlo

Gracias, no era necesario, yo podía hacerlo — Nicolás giró el rostro hacia ella, él no quería que ninguno pensara que era incapaz de hacer algo tan sencillo como ir a la cocina y llenar la cafetera con agua

Yo también — respondió con calma, nuevamente le regaló una sonrisa, ella estaba muy orgullosa de él, no cabía duda de que era un chico muy fuerte

Media hora más tarde Nicolás estaba vestido, con uno de esos trajes negros que tanto le gustaban a Clarisa, bajo el cual se colocó una camisa blanca y una corbata azul oscuro, ella en cambio aceptó su opinión y se colocó un vestido entubado hasta los muslos y dejó su cabello suelto, también se colocó un poco de maquillaje y sonrió a su reflejo, ambos estaban sentados, uno frente al otro engullendo su desayuno para luego partir a la empresa con un buen tiempo, Nicolás a pesar de sus limitaciones buscaba ayudarla en lo que fuera posible, como en el hecho de montar la mesa, era muy gracioso verlo colocar los platos en el asiento de la andadera para acercarlos a la mesa o bien para llevarlos al fregadero, Clarisa lo amaba por ser tan considerado, al llegar se sorprendieron de ver a Enrique esperándolos en la entrada con una sonrisa en el rostro

Bienvenidos a "Evans Company" — expresó cuando estuvieron de pie frente a él, aunque ellos ya habían estado en aquel lugar, esta vez era diferente, ahora serán parte de ella, Clarisa le correspondió la sonrisa, mas no lo abrazó, aunque tuvo la intención se retrajo pensando que quizá Enrique no quería demostraciones de afecto en público, con ayuda del castaño Nicolás subió los cinco escalones que precedían la entrada y justos, nuevamente al ritmo de Nicolás, entraron a las instalaciones

Subiremos al nivel presidencial, allí está mi oficina y la de ustedes, quiero disculparme de ante mano, deberán compartirla hasta que el arquitecto me muestre los proyectos de unas nuevas —Los tres rieron, a ellos no les molestaba compartirla, de cierta forma Clarisa se sentía más a gusto, pues ella no conocía mucho, tener a Nicolás a su lado le ayudaría bastante, subieron al aparato y Enrique marcó el último número del edificio

Algunos empleados ya conocen a Clarisa, sin embargo organicé una reunión a las nueve con todos los empleados para presentarlos a los dos — Enrique lucía bastante relajado a diferencia de su hermana, sus manos temblaban en los costados y tenía las mejillas ligeramente sonrojadas, no tardaron demasiado en llegar al nivel presidencial, en ese lugar habían solo algunas oficinas pequeñas y dos lo suficientemente grandes como para ser la de los jefes, Sharon estaba sentada tras un gran escritorio, ella era la secretaria de Enrique, desde su lugar los saludó al verlos pasar y entrar a la más grande — Esta es mi oficina, estoy pensando que podemos reestructurar el tamaño de las oficinas para enviar a todos los que están aquí arriba a otro piso y construir las nuevas, en fin, no hablaré de eso ahora — durante todo el rato Nicolás y Clarisa se habían mantenido en silencio, lanzándose miraditas disimuladas a espaldas de Enrique, Nicolás se burlaba de él por su parloteo, aunque realmente estuviera muy orgulloso de su mejor amigo y de cómo se desenvolvía

AUNQUE PASE EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora