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Durmieron unas cuatro horas, para cuando despertaron el reloj marcaba más de medio día, la primera en despertar fue Clarisa, quien seguía rodeada por el brazo de Nicolás, sus piernas también estaban entrelazadas y a pesar de la nuevas sensaciones no se sentía incómoda, estar de aquella forma con él era magnífico, con cuidado se giró, quedando frente a él, sus ojos aún estaban cerrados y no reprimió el impulso de acariciarle el rostro, le gustaba la forma en la que la barba iba creciendo, era muy corta aún pero se veía magnífico, sonrió para sí, jamás se imaginó en aquella posición, rodeada entre los brazos del chico del cual, a pesar de los años, seguía estando enamorada

Podría despertar cada día de mi vida así — susurró Nicolás haciendo que se sobresaltara y apartara la mano con rapidez, Nicolás le besó con ternura la punta de la nariz — ¿Qué hora es? — preguntó

No lo sé — respondió ella y cualquier otra cosa que quisiera decir se esfumó de su mente al sentir la profunda mirada de Nicolás sobre ella, las palabras sobraban cuando se miraban de aquella forma, con una intensidad arrebatadora

Podemos ir a pasear, hasta que caiga la noche, hay un pueblito... eso ya lo dije ¿Quieres ir? — aquello la hizo reír, se imaginó por un segundo poder despertar al lado de Nicolás cada día del resto de su vida

Si, me gustaría — respondió con una sonrisa

Bien, afuera es caluroso, tenlo en cuenta, yo iré al baño y tú puedes ir alistándote, prometo no salir en toalla esta vez — el rubor se instaló en las mejillas de la rubia y Nicolás dejó un corto beso en sus labios antes de perderse en el baño, no había traído mucha ropa, todo había sido tan apresurado que apenas metió algo, por suerte si había dejado caer en su bolso tres vestidos, fue en lo primero que pensó cuando Nicolás le dijo que irían a la playa, ella tenía muchos vestidos, era lo que más compraba cuando salía con Louise, se decidió por uno bastante suelto, que llegaba a la altura de sus muslos, tenía un estampado en colores oscuros, sin mangas, cuello redondo, lo acompañó con unas sandalias sin tacón, pensó en cambiarse allí mismo, no creía que Nicolás saliera todavía, de todas formas le dio la espalda a la puerta del baño, si era lo suficientemente rápida podía ponerse el brasier y el vestido, luego se quitaría el pantalón, por un momento la idea de que Nicolás saliera antes le hizo sentir más que miedo una especie de adrenalina, como si realmente eso fuera lo que quisiera, como si ansiara el momento en el que posara sus ojos sobre su piel desnuda, se regañó ante tales pensamientos y despojándose de la camisa de su pijama tomó el brasier que descansaba sobre el colchón, apenas alcanzó a abrocharlo cuando oyó la puerta del baño abrirse

¡No mires! — gritó cubriendo su pecho con las manos, inconscientemente se giró hacia él en vez de mantenerse de espalda, Nicolás se sobresaltó ante el grito, nunca la había oído gritar, jamás de los jamases, su mirada se posó sobre el menudo cuerpo de la chica, cubierto por el pantalón de pijama y sus manos —Nicolás no mires— volvió a decir, esta vez en un tono más bajo

Lo siento, disculpa— respondió nerviosamente mientras se daba la vuelta, no lo había podido evitar, no quería darse la vuelta, quería verla, tocarla y besarla, oyó movimientos a su espalda y estuvo en aquella posición hasta que habló:

Pensé que tardarías un poco más en el baño— la miró, ahora tenía puesto un vestido, sin el pantalón bajo éste, con las piernas descubiertas, Nicolás estaba enamorado de sus piernas, de toda ella en realidad, pero tenía unas piernas hermosas, el aún iba sin camisa, se acercó a pasos lentos, el corazón de Clarisa comenzó a bombear con fuerza al ver como la miraba, llegó a ella rodeándola por la cintura, atrayéndola hasta que sus delicadas manos se posaron sobre su torso desnudo

AUNQUE PASE EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora