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Estaban cenando junto a Sharon, Enrique, Louise e Iván, celebrando el compromiso en un restaurante de la ciudad que les gustaba mucho a ambos, todo iba de maravilla, la cena espectacular como siempre, habían pedido carne asada para cada uno, al que acompañaban con un vino St. Emilion 2014, adoraban el ambiente de ese lugar, donde la música clásica y suave sonaba en los altavoces, y podías disfrutar de un ambiente tranquilo, elegante y mágico, durante la noche las conversaciones fluían con bastante facilidad, las chicas hablaban de cosas triviales y los chicos de deportes o noticias, puesto que los tres diferían en sus profesiones se les hacía más cómodo de esa forma, no se llevaban mal, a pesar del carácter de Enrique, había permitido a Iván encajar con ellos, la noche pasaba espectacular, Nicolás estaba disfrutando de la compañía, sobretodo porque no estaba sentado en la horrible silla de ruedas, le había pedido a Enrique que lo ayudara a sentarse en la silla del comedor y éste como buen amigo había accedido, al finalizar la velada, aun se mantenían sentados en la mesa cuando un pequeño cachorro color café se adentró a las instalaciones, sin embargo el único que se percató de la situación fue Nicolás y temiendo que alguien le hiciera daño, se inclinó un poco a la izquierda para tomarlo, era tan pequeño que incluso podría caber entre sus dos manos, no lograba alcanzarlo así que se inclinó un poco más, pero nada, se inclinó unos centímetros más y puesto a que los otros se mantenían sumergidos en una conversación graciosa, no notaron lo que Nicolás hacía, hasta que la silla se giró y cayó de lleno al piso, sobresaltando a la mayoría de las personas en el restaurante, apresurados todos se levantaron e intentaron ayudarlo

¡Por el amor de Dios Nicolás! —exclamó Clarisa, arrodillada a su lado, intentando levantarlo, pero este se soltó con brusquedad, molesto consigo mismo por ser tan torpe, por estar en aquella situación, por no poderse valer por sí mismo

Yo puedo — dijo, intentando levantarse, los cinco sabían que no podía y aquel tono hizo un pequeño agujero en el corazón de Clarisa quien se alejó un poco

¡No seas idiota!— reprochó Enrique desde su posición

Iré a pagar— susurró Sharon, haciendo presión es su brazo, intentando decirle con una mirada que no fuera tan duro con él y yéndose en dirección a la barra, donde se encontraba el encargado de cobrar, Louise e Iván la acompañaron

Nicolás deja que te ayudemos— pidió Clarisa en un tono suave, con los ojos cristalizados, el no respondió, pero accedió a que Enrique lo levantara, mientras ella extendía la silla nuevamente para que se sentara

Unos minutos más tardes se encontraban camino a casa, en total y absoluto silencio, Enrique manejaba, Sharon a su lado y los otros dos en el asiento trasero, Louise e Iván habían llegado en su propio auto, Clarisa apretujaba sus manos sobre su regazo, con ganas de llorar por la actitud de Nicolás, ella intentaba ayudarlo, ella entendía que estaba asustado, molesto, pero ella no era la culpable de aquello, le daría su espacio para que se calmara, él necesitaba estar solo algunos minutos, ella lo comprendía, sin decir muchas palabras Enrique los acompañó al apartamento, una vez dentro no pudo aguantar más y habló con ese tono que tenía cuando se molestaba

¿Yo puedo solo? ¿Es en serio Nicolás? — al percatarse de la situación ambas chicas intentaron hacer que se detuviera, pero él no les haría caso — ¿Cuántas Nicolás... dime cuantas veces tenemos que decirte que no eres un estorbo? — su voz cada vez era más fuerte

Enrique detente— le dijo Sharon

¡Eres familia Nicolás, eres mi familia, su familia y no importa tu cara de pocos amigos, te vamos a ayudar!— Enrique estaba bastante molesto por la actitud de Nicolás, a veces se ponía irritante, se molestaba y fastidiaba a los que se encontraban a su alrededor, haciéndoles sentir mal, siempre terminaba disculpándose, esta vez, más enojado que nunca pues se había golpeado fuerte al caer gritó

AUNQUE PASE EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora