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Clarisa no podía creer lo afortunada que era, Nicolás era el mejor primer novio que podría haber pedido, y esperaba con todo su corazón que fuera el último, no le importaba nada más si no pasar cada segundo con él, tras aquellas palabras no la dejó responder, volvió a besarla, esta vez con mayor entusiasmo y ella estaba feliz, los labios de Nicolás succionaban los suyos con la mayor experiencia y ella estaba dispuesta a aprender cada movimiento que él hacía, se inclinó un poco para profundizar el beso y un gruñido se coló desde lo más profundo de la garganta del rubio, apretó con más ahínco las manos con las que sostenía la cintura de Clarisa y la acercó, quería tenerla tan cerca como fuera posible, pero parecía no ser suficiente, dejándose llevar por los sentimientos quiso tocarlo, quiso sentir a Nicolás bajo sus manos y se sorprendió a sí misma al llevarlas al pecho del chico, pero su camisa se lo impedía, no estaba teniendo suficiente, por lo que sus manos se colaron a través del cuello de la camisa para acariciar sus hombros y el inicio de su espalda, se sentía cálido ante su tacto, suave y fuerte, las manos de Nicolás también se sintieron impacientes y decidieron colarse bajo la delicada blusa, tocando con suavidad la piel de su cadera, ella gimió, las manos de Nicolás eran grandes y decididas, volvió a atrapar su labio inferior entre los dientes y ella suspiró de placer, poco a poco fueron separando sus labios, Nicolás dejaba pequeños y cortos besos sobre su nariz, sus ojos, su frente y ella reía con los ojos aún cerrados, se sintió tan a gusto con las manos de Nicolás acariciando la parte baja de su espalda y con las suyas en los masculinos hombros

Tienes unas manos muy cálidas y me gustan mucho — susurró Nicolás sobre sus labios, ella también sonrió y recorrió con delicadeza un camino desde el hombro hasta el cuello, bajo su oreja y de regreso, aquello lo hizo estremecerse tras una pequeña risa — Tengo cosquillas, pero me gusta que me toques — aquel comentario por tonto y simple que haya sido la hiso sentir diferente, quizá más mujer, más segura de sí, volvió a trazar el camino, hacia arriba y hacia abajo, Nicolás cerró los ojos disfrutando de la caricia

Deberíamos terminar de entrar — pero a quien quería engañar, ella podría quedarse de pie allí toda la noche, tocando, acariciando y besando a Nicolás, la tomó de la mano conduciéndola con paciencia hasta su habitación, ella sabía que Nicolás jamás haría nada que ella no estuviese dispuesta a hacer, pero esa noche ella quería probar cosas nuevas, quería dejarse llevar un poco y avanzar en su relación, podía imaginar que Nicolás quería un poco más que unos sencillos besos, le aterraba la idea y le gustaba en partes iguales, quizá si ella tomaba la iniciativa el no sentiría que estaba aprovechándose de ella

Llegaron a la habitación y Nicolás encendió la luz, sin soltarle la mano

¿Quieres cambiarte? — Preguntó inocente de los pensamientos que surcaban la mente de la rubia frente a él, ella se quedó mirándolo con una expresión que él no supo descifrar — ¿Pasa algo? — por un momento se preocupó de que ella no quisiera estar allí, de que se sintiera incómoda en la misma habitación sola con él, pero ella negó despacio y llevó una de sus manos hasta posarla sobre la mandíbula de Nicolás donde se asomaba una pequeña capa de vello, se veía precioso, el cerró los ojos con amor, disfrutando cada trazo de sus dedos sobre su piel, ella nunca lo había tocado tanto

Me siento diferente — admitió Clarisa, sin apartar la mano, en vez de eso llevó la otra hasta posarla sobre el brazo de Nicolás y colarla entre la manga de su polo para acariciar el bíceps

¿Eso es bueno o malo? — inquirió al tiempo que suspiraba, ella estaba totalmente concentrada en acariciar cada pequeña porción de piel que estuviera visible, aunque no fuese mucha

No lo sé, esto es nuevo — era muy sincera y Nicolás no podía coordinar ni pensar con claridad mientras ella siguiera regalándole esas caricias tan sutiles y aparentemente inocentes

AUNQUE PASE EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora