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La tarde marchó de los más simpática, había conversado con Marcos, a quien le presentó su novio, Marcos había sido muy amable al igual que Nicolás, quien no perdió tiempo en afirmarle al hermano de Louise lo afortunado que era haciendo que se sonrojara mucho, también tuvo la oportunidad de saludar a Iván quien gracias al cielo había evitado mencionar a William, cuando cayó el atardecer las personas comenzaron a despedirse, alagando a Louise y deseándole éxitos, Clarisa y Nicolás decidieron que también era hora de irse, tras despedirse de Louise, Marcos e Iván ambos entraron al auto, pero Nicolás no arrancó, no encendió el auto, ni siquiera introdujo la llave en el contacto, se quedó mirando hacia el frente en total silencio, con las manos tomando el volante

¿Sucede algo? — preguntó Clarisa al notarlo nervioso, Nicolás se giró con brusquedad hacia ella, haciendo que se sobresaltara

¿Te escaparías conmigo? — aquello la dejó muda, no supo que responder, ni siquiera estaba segura de que estuviera hablando en serio

¿De que estás hablando? — inquirió, estaba confundida, él continuó con esa mirada, como si se debatiera entre lo que esta correcto y lo que no

¿Te irías de viaje conmigo? Iríamos a la playa, tomaríamos el sol, nos bañaríamos en el mar, veríamos el atardecer o el amanecer, como tú prefieras y luego-

— Nicolás no entiendo — se acercó a él, tomando sus manos, lucía agitado, nervioso, asustado, respiró un par de veces antes de volver a hablar, había pensado en eso muchas en veces, irse con ella, no para siempre, no sería una escapada de dos amantes cuyo amor era imposible, sería un viaje de dos novios que se quieren demasiado y disfrutan de la paz que conlleva estar juntos

Me gustaría que viajaras conmigo, que fuésemos a la playa y nos hospedemos en una cabaña, tomaríamos un batido frío, nos bañaríamos en el mar, podríamos ver el atardecer y dormir en una hamaca o una cama, como te sientas cómoda — Nicolás intentaba hablar despacio pero estaba muy nervioso, lo que le estaba proponiendo estaba en otro nivel, ella acariciaba sus manos despacio, analizando sus palabras, estaba proponiéndole una "escapada" ¿Estaba ella dispuesta a hacerlo?

Tengo una duda — habló ella, calmando los nervios de su novio — Si nos escaparíamos, ¿No tendrías que decírmelo en el momento en que quisieras que nos fuéramos? — ella había leído muchas novelas y cuando dos chicos se "escapaban" lo hacían de improviso

Si, es justo lo que hice — lo miró confundida, era un domingo en el que el reloj marcaban las seis de la tarde, a menos que la playa quedara a quince minutos no podrían ir a ningún lado, Nicolás tenía que trabajar

Mañana es lunes — le recordó y el asintió rápido

La empresa no abrirá hasta el jueves, por eso tenía tanto trabajo, podemos irnos hoy y regresar el miércoles, sería magnífico, tu y yo, sin hermanos o mejores amigos con cara de perro rabioso por todos lados — aquel comentario la hizo sonreír, se planteó por un segundo la propuesta de Nicolás, ellos dos completamente solos, tres días de playa, siempre había querido ir, desde muy pequeña y él estaba a punto de cumplir uno de sus mayores deseos, la miraba expectante, ansioso, la emoción brillaba en cada tono de azul de sus preciosos ojos, no sería capaz de negarle nada, no cuando él la comprendía, cuando fue capaz de limitarse a su inexperiencia

Hagámoslo — dijo, la expresión en el rostro de Nicolás fue lo más hermoso del mundo, fue un paso de la sorpresa, la alegría y el amor

¿De verdad? — preguntó y ella asintió, sonriendo feliz, antes de que se arrepintiera le dio un casto beso, uno que marcó el sello de su inesperada aventura, Enrique iba a infartarse cuando se enterara, pero ellos no estaban pensando en nadie más que en su propia felicidad, Nicolás condujo hasta la casa de Clarisa para que ella buscara todo lo que iban a llevarse, lo hizo con mucho sigilo, si Enrique se enteraba, que lo hiciera cuando ya estuviesen en el lugar, metió en un bolso lo suficientemente grande varias mudas de ropa, ropa interior, una toalla, sus cosas de aseo personal y algo de maquillaje, también guardó unos pares de zapatos y volvió al auto donde Nicolás la esperaba, dejó el bolso en el asiento trasero, le sonrió abiertamente al entrar y él correspondió, era la locura más grande que estaban a punto de cometer y se sentía realmente bien, condujo con una sonrisa dibujada en sus labios hacia su apartamento y ambos subieron tomados de la mano demasiado felices

AUNQUE PASE EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora