51

25 5 0
                                    

¿Por qué no se toman el día? — propuso Enrique de mejor humor por la mañana sentándose junto a ellos en la mañana.

Porque tenemos que trabajar— respondió Nicolás con obviedad.

Sí, pero pienso que dos meses son muy poco tiempo para organizar una boda y ustedes están dejando que el tiempo corra sin organizar nada realmente— dijo llevando la taza de café a sus labios para beber un poco, Enrique tenía razón, desde que decidieron la fecha había pasado una semana y lo único que tenían era los padrinos y el lugar donde la realizarían, aún no habían organizado el banquete, la recepción, los invitados, decoración ¡Eran demasiadas cosas!

Tienes razón— admitió Clarisa preocupada de pronto, no lo había pensado, aunque la noche anterior estuvo viendo vestidos aun tendría que ir a probárselos.

Bueno pero creo que no deberíamos dejar el trabajo— replicó Nicolás.

No lo harán, pero pueden ir dos días a la empresa y uno para organizar— el hecho de ver a su hermano tan incluido la hizo muy feliz, la emocionaba de una manera nueva, sentía como su corazón latía más rápido.

Bueno... no sé qué decir— ella tampoco sabía que decir, sentía que si hablaba se pondría a llorar de la emoción y no quería que ninguno de los dos lo notaran.

Que si... yo debo irme, los llamaré si los necesito— Enrique se despidió de ambos y salió del apartamento, él era así, en un segundo lucía triste y afligido y al siguiente sereno y feliz, Clarisa podría vivir con eso, ella lo amaba incondicionalmente.

Amor— llamó Nicolás.

¿Mmm? — murmuró sin despegar la vista del lugar por donde desapareció su hermano, por un momento se quedó pensando en él.

¿Qué tienes? — aquella pregunta la hizo girar el rostro hacia él —Ven aquí— la invitó, palmeando la silla a su lado, sin perder tiempo se acercó a él y no tardó demasiado en sentirse rodeada por sus brazos, aún se mantenían en pijama pues era aún temprano para vestirse con la ropa de la oficina y ahora que no irían dudaba que se cambiaran, con suavidad acarició su cabello mientras dejaba besos sobre su cabeza, la cual había apoyado en su pecho.

¿Estas triste? — hizo otra pregunta y ella negó

Tener a Enrique en casa, verlo tan preocupado por la boda me hace feliz, estaba pensando en eso— le contó.

Ayer estaba muy preocupado ¿sabes que me dijo? — el tono con que lo preguntó la hizo reír, como si estuviera muy sorprendido y quisiera contarle la última cotilla del siglo, ella negó de nuevo.

Dijo: "Dile a Clarisa que soy un patético con problemas amorosos pero no le des detalles, ella lucía preocupada"— sin poder evitarlo las lágrimas rodaron por sus mejillas, no eran lágrimas de tristeza, su hermano era la persona más impredecible del planeta y recordar cómo eran hace tan solo un tiempo atrás ya no la hacía sentir mal, se imaginaba en un futuro junto a su hermano y su madre en una cena navideña, en su cumpleaños, en cualquier celebración, riendo a carcajadas con él, abrazándolo, contándole cualquier ocurrencia y eso, la llenaba de un sentimiento inexplicable.

Solo tengo un recuerdo de nuestra infancia—habló luego de unos segundos con la voz entrecortada por el llanto, Nicolás la escuchaba atento sin detener las caricias —era navidad, yo acababa de cumplir tres años, vagamente recuerdo si mamá estaba embarazada en ese momento— Enrique le había contado que Sara esperaba un hijo cuando tenía la edad de dos años, pero ella no podía recordar eso —Yo estaba en mi habitación, sabes la que tuve hasta los siete— cuando cumplió siete años, su mamá cambió todas las cosas de bebé por cosas de princesas y "niñas grandes", la idea le desagradó hasta algunos años más tarde, Nicolás recordaba esa habitación, estaba junto a la de Enrique, la primera vez que fue a visitarlo ella dormía allí, presenció el cambio e incluso ayudó a cargar algunas de sus cosas— y estaba jugando con uno de esos peines raros que tenía mamá, lo había tomado sin permiso y me estaba peinando, entonces se enredó en mi cabello y yo no podía soltarlo — contar aquello le causaba gracia, durante muchos años se aferró al único recuerdo que tenía antes de la muerte de su padre, aquella historia era desconocida para Nicolás, él conocía muchas de las experiencias de Enrique con su hermana pero no ésta—comencé a llorar porque me dolía la cabeza y Enrique llegó preocupado... cuando me vio comenzó a reír y yo lloré más, luego él vino a mi lado y con mucho cuidado, sin causarme el más mínimo dolor me sacó el peine y comenzó a peinarme nuevamente con sus dedos— Nicolás hizo que se incorporara para mirarla a los ojos, los tenía rojos por las lágrimas, se le enterneció el corazón, verla lo hacía creer en las imposibilidades, había logrado tocar el corazón de su hermano, lo había salvado, había extendido la mano para él cuando nadie más lo hizo, fue su luz en tanta oscuridad.

AUNQUE PASE EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora