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¡Buenos días amor! — saludó Nicolás mientras entraba a la habitación con una bandeja llena de pan tostado y mermelada junto a dos tazas con café las cuales empujaba junto a su andadera.

Buenos días — respondió ella con una gigantesca sonrisa en sus labios al tiempo que se sentaba sobre la cama — ¿Qué es eso? — preguntó emocionada, jamás le había llevado el desayuno a la cama salvo aquella vez que la operaron.

Ayer estuve mal en la terapia y al llegar a casa no te lo dije pero me dolían las piernas, hoy me siento muy bien y esta es mi forma de decirte gracias— su expresión pasó a ser de preocupación pero Nicolás se apresuró a hablar, no quería que nada arruinara el día que tenían por delante —Te prometo que me siento bien

Me lo dirás la próxima vez— le exigió.

Lo prometo, ahora desayunemos que se enfría el café— con cuidado de no derramar nada se acercó a la cama para sentarse junto a ella y traer consigo la bandeja.

Gracias, nunca me habían traído el desayuno a la cama— Nicolás llevó una de sus manos al pecho luciendo ofendido y ella frunció el ceño sin entender.

¿Nunca? — negó.

¿Y todas los días que te lleve un vaso de agua cuando Julieta llevaba una bandeja con pan? Eso cuenta— no pudo evitar reírse aunque a su lado lucía bastante serio, ella recordaba con claridad como el rubio se asomaba con un vaso de agua todas las mañanas cuando Julieta le llevaba el desayuno, fue aquella vez que la operaron del apéndice, sin reprimirse ni un poco lo besó en la frente, en los ojos, en la nariz y él sonreía con ternura.

Ambos amanecieron de un excelente humor y pretendían que así se mantuviera, luego de desayunar Clarisa le pidió a Nicolás que se duchara mientras ella llevaba todo a la cocina y le enviaba un mensaje a Enrique para avisarle que irían a comprar las cosas para la bienvenida de su mamá, como era sábado todo se facilitaba para los tres ya que no irían a la empresa.

Quiero intentar caminar sin la andadera hasta la encimera — oyó que decía Nicolás a su espalda haciendo que se sobresaltara y girara hacia él con la mano sobre el pecho y los ojos bien abiertos.

¡Me asustaste! — reclamó al chico frente a ella quien la miraba con diversión, iba vestido con un short deportivo que le cubrían media rodilla y una franela blanca.

Entonces... ¿Qué opinas? — preguntó retomando su comentario anterior, ella no estaba muy convencida pero sería menos de dos metros y no creía que le supusiera una fuerza extrema, por otro lado tenía miedo que cayera y se lastimara.

Opino que no quiero que te lastimes y que podemos esperar a que estemos con Enrique así puedes intentarlo, él podrá sostenerte y yo estaré más tranquila— al rubio le pareció justo por lo que le sonrió en agradecimiento y tras darle un beso en los labios volvió a la habitación siguiéndola mientras ella entraba al baño para ducharse y estar lista.

Se colocó un vestido hasta los muslos y unas sandalias y sólo se colocó un poco de gloss sobre los labios, al salir vio a Nicolás en una llamada.

Si... creo que iremos al centro comercial y luego... pero ella dijo... — al parecer la persona del otro lado no dejaba que hablara mucho —Bien— contestó antes de colgar la llamada y lanzar el celular a la cama con frustración.

¿Pasó algo? — preguntó al verlo con el ceño fruncido.

No, tu hermano quiere que vayamos a recoger algo en no sé dónde antes de hacer las compras— se acercó a él hasta sentarse a su lado, no quería que Nicolás tuviera en el rostro aquella expresión así que subió una de sus manos hasta posarla sobre uno de sus anchos hombros sin apartar la vista ni un solo segundo de sus ojos azules, con suavidad bajó la mano alrededor del brazo mientras que su otra mano descansaba en la parte trasera del cuello de Nicolás con la que lo atrajo hasta unir sus labios, la delicadeza con la que se movía lo hipnotizaba, generándoles una marea de sensaciones abrumadoras donde el control era ejercido por el deseo, lo besó con paciencia y ternura y él correspondía sin objeción, la forma en la que lo besaba lo transportaba a una tierra donde no existían limitaciones físicas ni dolores corporales, por su parte llevó ambas manos hasta dejarlas reposar sobre su cintura, acariciando con suavidad sobre la tela del vestido, amaba besarla pero que ella tomara la iniciativa lo volvía loco.

AUNQUE PASE EL TIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora