14. ¿Quién te contó?

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Entramos y la vemos que está despierta. Se ve bien de ánimo, menos mal no fue nada más grave.

—Me acaban de dar una comida malísima —es lo primero que nos dice Melissa. Reímos. Aún enferma nos saca una sonrisa.

—No tienes otra alternativa, hermanita —le digo— ¿cómo te sientes?

—Mucho mejor, ¿qué me pasó?

—Te desmayaste, pero ahora todo está mejor —le dice mi madre y le toma la mano— te prometo que estaremos más seguido con ustedes.

—Sí, aceptamos que este último tiempo las hemos dejado de lado por el trabajo. Así que vamos a tratar de disminuir un poco la carga que tenemos —yo solo les sonrío.

—¿Dijeron cuando te dan el alta?

—No me han dicho nada aún, el doctor dijo que en unos minutos más iba a venir.

Y hablando del rey de Roma, el doctor ingresa a la habitación.

—¿Cómo te has sentido, Melissa?

—Mucho mejor, doctor —responde ella.

—¿Cuándo se podrá ir a casa, doctor? —pregunta mi madre.

—Esperamos mañana darle el alta, ya que tenemos que hacer unos últimos exámenes para confirmar el diagnóstico.

—¿Cuál diagnóstico? —pregunta Melissa. No le habíamos dicho nada, para no preocuparla de más.

—Creemos que podrías tener anemia, Melissa. Por eso tu desmayo.

—¿Anemia? ¿Y es grave? ¿Me voy a morir? —el doctor ríe.

—No, nada de eso. Una persona con anemia puede vivir normalmente, sin embargo, tendrás que cuidarte con las comidas, dormir bien y no estresarte tanto. Además, te daremos unos medicamentos por unas semanas, para regular todo.

—Ok, gracias doctor.

—Bueno Melissa, espero que te sientas mejor, y estamos en contacto.

—Muchas gracias, nos vemos —dice mi padre.

—Hermanita, ahora te cuidaré más que nunca —le digo a Meli.

—Pero si estoy bien, ya escucharon al doctor.

—Pero igual, vas a estar bien cuidada —la abrazo.

Pasamos un rato con Melissa y nos dicen que como ella se va a quedar esta noche en el hospital, se puede quedar con ella un acompañante. Mi mamá accedió a quedarse la noche con ella, para aprovechar de pasar más tiempo con ella. Con mi padre salimos de la habitación, despidiéndonos de las dos. Al salir veo a Max, sentado en la sala de espera.

—¿Nos vamos juntos para la casa? —pregunta mi papá, mirando hacia donde está Max, junto a Bea.

—Sí, espérame unos minutos.

—Está bien, te espero en el auto —y se va.

—¡Amiga! —abrazo a Bea— Viniste.

—Claro, ¿Cómo no iba a venir? ¿Cómo está Melissa?

—Mucho mejor, va a pasar la noche acá. Quizás mañana le dan el alta.

—Que bueno, menos mal no fue nada más grave. Max me contó todo.

—Sí, lo bueno es que está bien.

—No me contaste que estabas tan cercana con Max —me dice bajito.

—Ni yo lo sabía —le digo— llegó de la nada.

—Eso significa que le gustas Isa. ¿Quién más se iba a preocupar tanto por ti al conocerte hace poco?

—Sí, me lo dijo —le digo, casi en un susurro.

—¿Qué? —alza la voz, y los demás la quedan mirando— Perdón, ¿Escuché bien? ¿Te dijo que le gustabas?

—Escuchaste bien, eso me dijo, y como sabrás, no supe que responderle...

—¿Ves? Te dije, le gustas. ¡Ay, amiga! Me encanta, estoy tan feliz por ti.

—Gracias, ahora creo que dejaré que las cosas fluyan, no me quiero preocupar mucho de lo que puede pasar en un futuro. Cada vez me siento más cómoda con él.

—Era cosa de dejarte llevar. Ahora se casarán, tendrán hijos y serán felices juntos —dice mi amiga, emocionada. Yo me río antes su ocurrencia. Me acerco a Max.

—Gracias por esperar —le digo.

—De nada. ¿Ya te vas?

—Sí, Melissa pasará la noche acá. Mi papá me está esperando afuera, en el auto.

—¿Te acompaño?

—Claro. ¿Vienes Bea? —asiente.

(******)

Pasaron los días y dieron de alta a Melissa. Y sí, efectivamente mi hermana tiene anemia, por lo cual nuestros padres decidieron no viajar más por trabajo, a excepción de que sea estrictamente necesario, para así pasar más tiempo con nosotras, lo cual agradezco. Después de nuestra pelea en el hospital, me disculpé con ellos y me encontraron en parte la razón, lo cual también fue de los motivos por lo que tomaron esa decisión.

Con respecto a Max, me ha pedido en algunos momentos que saliera con él, y yo le he dicho que no, y no es porque no quiera, es que prefiero quedarme cuidando a Meli. Sé que mis padres también están, pero quizás siento que me sigo culpando en ocasiones, que si hubiera llegado antes a su habitación, no tendría que haber ido al hospital. Además, sigo sin saber cómo tiene mi número de celular... ya que yo nunca se lo di.

Hoy Melissa vuelve al colegio después de la licencia de casi dos semanas. Nos fuimos juntas a clases, le pedí por favor que se cuidara mucho y que nos veríamos en la casa al final del día, ya que teníamos horarios distintos.

—Hola Isa —me saluda Martha.

—Hola, ¿Cómo estás? —le respondo. Es raro que me salude, somos compañeras pero nunca me ha hablado en el colegio, exceptuando en algunas ocasiones sobre Max.

—Bien ¿y tú? Supe que tu hermana estaba enferma, ¿Cómo sigue? —¿Qué? ¿Y como ella sabe que mi hermana estaba enferma? Los únicos del colegio que sabían eran Max y Bea... ya se mete en mi "relación" con Max, y ahora ¿sabe mis cosas personales? 

(×××××××)

¡Holaaa! ¿Cómo están? Aquí les dejo un nuevo capítulo. ¿Les está gustando? ¿Les gusta la relación que están teniendo Isabella y Max? ¿Qué piensan de Martha? Comenten, los estaré leyendo 🌼

Feelings For Him © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora