11. El escondite.

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—Hola Isa. ¿Qué tal las clases? —me pregunta Max, mientras caminamos hacia donde entregan el almuerzo.

—Bien, ¿y tú? —le respondo. Supiera él que siento que hasta me transpiran las manos de los nervios. 

—Bien —me sonríe— ojalá que haya algo rico de almuerzo, me muero del hambre. 

—Sí, yo también —me río nerviosa.

Nos entregan nuestros almuerzos, y otra vez, agradezco que no sea algo con acelga. Nos sentamos, y en la mesa de al lado veo a Bea, que me hace señas con el pulgar hacia arriba, dándome ánimos.

—Que bien que hayas aceptado almorzar conmigo. —me sonríe. Creo que me gusta esa sonrisa en su cara, ¿será que me está empezando a gustar Max? Yo no sé qué decirle, así que sólo le sonrío de vuelta.

—¿Te gustó el almuerzo? —me pregunta él.

—Sí, está bien. Lo mejor es que no tiene acelga.

—¿No te gusta la acelga?

—No, es asquerosa —hago cara de asco. Él se ríe.

—Mira que bien, ahora sé algo sobre ti. ¿Quieres saber algo sobre mí? Pregunta, con confianza.

—Mm... —me quedo en blanco, ¿qué le puedo preguntar? Tampoco quiero ser tan entrometida— ¿Tienes alguna idea de lo que quieres hacer cuando salgas del colegio? Si quieres ir a la universidad, o algo así. Porque tu finalizas este año, ¿cierto?

—Sí, este es mi último año. Estoy seguro de que quiero entrar a la universidad, pero aún no sé muy bien qué quiero estudiar.

—Ah. ¿Y cómo te fue en la prueba que tenías el otro día? —cambio de tema. Creo que cada vez estoy sintiendo más confianza para hablar con él. 

—¿Cuál prueba? —pone cara de extrañado— Ah, ya me acuerdo, ¿la que te conté cuando hablamos por Facebook? —asiento— Sí, bien, o eso espero, aún no nos dan la nota.

—¿Estudiaste? 

—Sí, después de que hablé contigo. Y hablando de eso, ese día me dejaste de hablar de la nada...

¡Ay! ¿Se dio cuenta y se acuerda de eso? Y ahora, ¿Qué le respondo? Si esa vez apagué el computador después de esa "indirecta" porque no sabía que responderle.

—Sí, lo siento, es que se me había descargado en computador, y cuando lo quise volver a encender tú ya te habías desconectado —le invento. Es lo único que se me ocurrió, espero que me crea.

—Ah, no te preocupes. Oye, ¿quieres que un día de estos salgamos? Necesito relajarme de tantas pruebas y trabajos que nos envían últimamente en clases.

—Sí, claro, cuando quieras —sonrío tímidamente.

—Ok, me parece. Yo te aviso.

Terminamos de almorzar, y Bea, desde la otra mesa, me mira como diciendo "¿estuvo bien?", a modo de respuesta, yo solo le levanto el pulgar. Caminamos, y yo solo lo sigo, ya que no sé hacia dónde vamos.

—Ven, te quiero mostrar algo —me toma la mano, tirando de mí.

¡AAAAAHHH! Max me tomó la mano, eso hace que me vuelva a colocar nerviosa ¿A dónde me llevará? ¿Me quiere secuestrar? Isabella, en qué estás pensando, estamos en un colegio, cómo te va a secuestrar...

—Llegamos, mira —lo único que veo es una puerta frente a mí. Él la abre— Este es mi escondite.

Miro sorprendida. Nunca había visto este lugar, ni sabía que existía algo así dentro del colegio.

—Es bonito —es lo único que sale de mi boca.

—Sí, aquí los profesores vienen de vez en cuando a dejar los materiales, libros y esas cosas que ya no usan. Pero casi nunca viene gente para acá.

—No sabía que un lugar así existía en este colegio. —el lugar es pequeño, pero fácilmente cabemos nosotros dos, las paredes están pintadas de color café y está lleno de cajas. Camino hacia una de ellas y reviso lo que hay dentro— ¿Cómo lo encontraste?

— Lo encontré un día que estaba aburrido, andaba caminando por el colegio y me causó curiosidad ver una puerta, que nunca había visto que abrieran. Lo bueno es que nunca está con llave, así que siempre que necesito estar solo vengo aquí. 

—¿Y por qué me lo enseñas a mí? —le pregunto. Si quisiera estar solo, no se lo mostraría a nadie.

—No sé, quizás cuando quieras estar sola igual que yo, puedes venir aquí, o si quieres podemos venir juntos.

¿Me acaba de proponer que este sea nuestro escondite? ¿O yo entendí mal? Siento que a veces me paso muchas películas y me da miedo ilusionarme, aparte, como nunca he tenido novio me da aún más miedo. No sé qué pensar, quizás sea bueno dejar que las cosas fluyan, no pensar tanto en el qué podría pasar...

—Sí, buen escondite —río nerviosa— ¿vienes siempre aquí?

—De vez en cuando... tú puedes venir cuando quieras, estás más que invitada —me mira y me sonríe.

Nuestras miradas se juntan, pero yo la aparto, estoy demasiado nerviosa en estos momentos. Camino y me apoyo en una mesa, y sigo sacando y mirando las cosas que hay dentro de las demás cajas, hasta que encuentro una foto que tiene el nombre de "Max Smith".

—¿Eres tú? —se la enseño. Él me la quita de las manos. 

—Sí, pero no la veas, no me gustan las fotos de cuando era pequeño.

—¿Por qué? Si te ves tierno... —le sonrío tímidamente.

—¿En serio piensas eso? Bueno, si quieres te la presto —me la entrega— Esa caja debe de estar llena de fotos de todos mis compañeros de curso cuando éramos pequeños. La profesora de ese año también era fotógrafa, entonces cada vez que hacíamos alguna actividad, nos sacaba fotos —me dice mientras se acerca a mí, y busca conmigo más fotos en esa caja.

—Quizás pueden haber más fotos tuyas por aquí entonces.

—Sí, puede ser... me gustaría ver fotos tuyas de pequeña —me sonríe, y estamos tan cerca que siento su respiración.

—Mejor que no, era fea cuando era niña, tenía peinados y cortes de cabello raros que me hacía mi mamá —río. 

—No creo que seas fea cuando pequeña, eres linda —toma un mechón de mi cabello y juega con él entre sus dedos.

¿Qué le decía ante eso? No es que me encuentre la mujer más fea del mundo, pero debido a mi timidez mi autoestima no es la mejor en estos momentos. Aparte, nunca un hombre me había dicho que soy linda, ¿qué se responde en estos casos? Y justo en ese momento... ¡salvada por la campana! suena el timbre, el cual anuncia que hay que entrar a clases.

Feelings For Him © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora