38. Último día.

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La última semana de clases fue un poco más relajada ya que no quedaban muchos trabajos que entregar ni exámenes que dar. Sin embargo, he estado un poco triste porque son los últimos días que veré a Max todos los días.

Hoy es el último día de clases, y le harán una especie de acto de despedida a los estudiantes del último curso. Nos llaman a todo los alumnos de la escuela para que despidamos a quienes estarán por última vez aquí. Nos sentamos junto a Bea en las gradas y los chicos y chicas del último curso están sentados frente a nosotros, mientras el profesor comienza a hablar, dando un discurso de unos minutos, dándole la despedida a los estudiantes. Luego de que termina de hablar él sube al escenario Martha, quién debido a que es la presidenta del centro de estudiantes, da unas palabras a todos los estudiantes. Veo que en algunos momentos posa su mirada en Max, ¿ellos habrán vuelto a hablar? no le he preguntado a él, porque tampoco es algo que me incumba mucho. Ojalá que, en serio, su amistad se arregle, tampoco quiero ser la culpable de que se separen.

El acto de despedida termina y da paso para que todos los demás estudiantes se dirijan a los del último curso a despedirse y conversar entre ellos. Yo de inmediato me pongo de pie y camino hacia Max. Antes de llegar a él, observo que Martha se acerca a él y se abrazan. Eso significa que son amigos otra vez, entonces. Ella le da la mano y hace que lo siga hacia no sé donde. ¿¡Qué!? ¿A dónde van? ¿Debo seguirlos? ¡Claro que sí! Aunque me arrepienta, tengo que hacerlo. No soy una novia celosa, pero si se trata de Martha, es necesario.

Los sigo y veo que caminan hacia el patio de la escuela, paran y se quedan debajo de un árbol. No alcanzo a escuchar qué es lo que hablan pero ella está muy cariñosa con él. Eso no se ve tan de amigos. Ella juega con su cabello y a veces toma las manos de Max y las acaricia. Él se ve nervioso, sin embargo, siguen conversando hasta que veo algo que hace que escuche como mi corazón se hace trizas. Se están besando. ¡Hasta que lo lograste Martha! Sin darme cuenta las lágrimas brotan por sí solas y lo único que puedo hacer es correr. Me giro y comienzo a correr como si mi vida dependiera de ello, en el camino escucho que alguien dice mi nombre pero no lo tomo en cuenta. Llego al único lugar en el que me siento segura, el "escondite". Apenas entro me doy cuenta que todo en este lugar me recuerda Max. Aquí me pidió ser su novia, aquí casi damos el "siguiente paso", y lo que más me duele es que hace algunos días tuve mi primera vez con él ¡perdí mi virginidad con él! Y él hace esto, y con Martha más encima. ¡Esto no se lo voy a perdonar nunca! Puede ser que ella lo haya besado, pero él igual se dejó llevar y le respondió el beso. ¿Alguno de los dos me habrá visto allí? Creo que no, espero que no.

Me siento en el suelo y sigo llorando, trato de secar algunas lágrimas pero cuando lo hago, otras corren por mis mejillas y no puedo parar de llorar. Espero que a nadie se le ocurra venir aquí, debo tener los ojos y nariz rojos e hinchados y nunca me ha gustado que me vean llorando.

En el momento que sigo pensando en lo que acabo de ver, no me doy cuenta cuando alguien acaricia mi hombro, sentándose en el suelo al lado mío. No quiero ver a nadie, sin embargo él no dice nada. Yo levanto mi cabeza, que tenía escondida encima de mis piernas, y la giro. Es Noah.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto mirándolo a los ojos, mientras seco algunas lágrimas.

—Te vi corriendo y me preocupé por ti. ¿Por qué estás llorando? —me pregunta. Yo no quiero decir nada, sólo bajo la cabeza— Si no me quieres contar, lo respeto. Sólo que no me iré de aquí, te acompañaré hasta que te sientas mejor —me sonríe. Yo como puedo hago lo mismo. Siento que ahora mismo mi rostro se ve de lo peor.

—Gracias. Prefiero no hablar —él asiente y yo vuelvo a la posición en la que estaba en un comienzo, y me quedo mirando en un punto fijo delante de mí. No quiero decir nada, quiero estar aquí, sin que nadie me moleste ni me pregunte nada. Noah extiende uno de sus brazos y me rodea por mis hombros, yo no me resisto, no tengo ganas de nada. Sin pensarlo apoyo mi cabeza en su pecho, y nos quedamos así unos minutos, en silencio. Yo de a poco paro de llorar y ninguno de los dos dice nada, sólo se escucha algún ruido de afuera, pero mínimo. De un momento a otro Noah habla.

—¡Felicidades! —me dice.

—¿Por qué? —le pregunto extrañada, mientras seguimos en la misma posición, abrazados.

—Por tu exposición de la semana pasada. Te salió muy bien.

—Gracias. A ti también te salió bien, te veías muy seguro.

—¿De verdad? Gracias entonces. Tu no te veías nerviosa, por eso también obtuviste una buena nota —me dice, separándose de mí y me sonríe.

—Sí —yo hago lo mismo.

—¿Te puedo hacer una pregunta? —me mira a los ojos. Yo asiento— ¿Cómo encontraste este lugar?

—Por Max... —decir su nombre me duele y comienzo a recordar todos los momentos bonitos que vivimos aquí, en este lugar. Bajo la cabeza y vuelven a brotar algunas lágrimas, las cuales bajan por mis mejillas.

Noah lleva su mano a una de mis mejillas y la acaricia, limpiando las lágrimas. De a poco levanto la cabeza y nos quedamos mirando a los ojos.

—No llores, Isa. ¿Puedo hacer algo para que sonrías? —me dice tranquilo. Yo sólo niego con la cabeza, no soy capaz de decir ninguna palabra, y vuelvo a estallar en llanto. Noah sin pensarlo me abraza, yo lo acepto y hago lo mismo. Apoyo mi cabeza en su hombro y nos quedamos así durante un rato.

Un abrazo creo que es lo único que me puede tranquilizar en este momento. En estos momentos no quiero ver a Max, sin embargo, si lo pienso bien en algún momento tendré que enfrentarlo si o si. Max, ¿Por qué me hiciste esto?

Feelings For Him © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora