moretones

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ya cállate, eso pienso. No sabes que pasa por mi mente. ¿Sabes que es blanco?
Que no me importa nada, ¿que no siento nada? Que comprendo que mi destino es ser basura y listo. Para que una carrera para que joyas para que ser una señorita de sociedad. Para que cuidar el buen nombre. No sabe nada. No sabe nada. Que mejor que irme lejos. Si tan egotista patética y estúpida soy para que me quiere aquí maldita sea. Que narcisista creer que sabe lo que estoy pensando que poca empatía. Pretender que sabes lo que alguien más piensa solo porque tienes más edad. Si la edad fuera sinónimo de madurez.
-cómo te vez en 5 años? - interrumpe de golpe mis pensamientos con esa patética pregunta
-en 5 años. Lejos ejerciendo mi carrera. - mi padre solo se ríe.
Volteo bajo la ventanilla, observo al cielo y Las luces mientras acerco mi mano a mis labios aun pudiendo saborear el vino y oliendo aun restos de tabaco que aspiro suave y lentamente.
Cierro mis ojos y me imagino el resto del camino a casa, en un absurdo y patético intento por esconderme de mi vacía y patéticamente blanca existencia. Aun escucho mi alma gritar, sofocándose. Arañándome el pecho como si fueran nauseas. Y quisiera salir.
¿Porque la gente se emborracha?
Es acaso que ser adulto es ser blanco y el problema soy yo... que no logro. No quiero adaptarme. Me niego a creer que se puede vivir. Qué clase de patética existencia es la del ser humano y quien nos condenó a vivir así. Siempre buscando algo más. O a alguien más para llenar nuestro vacío. Condenándonos no solo a nosotros si no a quien escogemos para caminar juntos por la vida. Como puedo darle a alguien algo que no tengo?. Como podría escoger un marido. De que me serviría. Ser todo lo que más he odiado. ¿Dónde deje mis sueños, es que el amor es un mito? Una absurda leyenda inventada por los adultos para mantener un poco de color en sus vidas.
Prefiero morir que aceptar mi realidad, pero tampoco puedo darle a mi padre la razón en llamarme egoísta. Mas por orgullo que por otra razón. Mas por mi maldito orgullo.

Al llegar a la casa me adelanto al chofer apenas se detiene abro la puerta y me bajo. Ya estoy lejos de las miradas. Mi padre ya me sermoneo. Mi madre ya estará en su cuarto dando vueltas esperando a que lleguemos y mi hermano seguramente en su cuarto matando el tiempo a mano Mientras seduce a un par de bobas, tan asqueroso y desagradable como suena. Creer que mi padre le permitirá casarse con cualquiera de ellas. Busco en mi bolsa las llaves de la casa, pero antes de encontrarlas Camila una de las niñas del aseo me abre la puerta, entro rápido apenas la veo y atravieso con paso firme la casa hasta las escaleras.
-Jeanette- dice mi padre y me detengo de golpe esperando a que prosiga- el lunes a la universidad.
Solo asiento sin voltear a verlo y prosigo mi camino. Entro en mi cuarto y tras cerrar la puerta me dejo caer en el piso, es como si de repente todo el alcohol en mi sangre se liberara y no me dejara moverme, todo da vueltas y solo creo que no quiero pelear con aquella hermosa sensación de alivio y cansancio.
Mi cuerpo es tan ajeno, tan liviano. Que solo quiero cerrar mis ojos y que no acabe esta sensación.










Al despertar puedo sentir un terrible calor. Que rigidez siento en mi cuerpo. Mis labios están secos y abrir mis ojos es casi imposible. Una luz me impide abrir bien mis ojos, una luz excesiva y potente. Pero con todas las fuerzas que me quedan abro los ojos de golpe.
¿Qué es esto?

Arena, es arena, arena y viento rosando mi cuerpo. El sol justo ante mis ojos no puedo moverme, como llegue aquí.? ¿Qué paso anoche? dónde estoy?
Intento observar más allá pero solo puedo ver por el rabillo de mis ojos una mano secándose y estado de putrefacción, salir de la arena y ser devorada por un zopilote. ¿Qué es eso?
Esa es .... ¿Acaso esa es mi mano? Cuanto tiempo llevo aquí, como puedo siquiera estar viva.
-señorita- una voz me saca de mis pensamientos - señorita está bien?
Esa es... es Camila. suena como eco a la distancia, aunque apenas unos segundos atrás era un leve susurro en el viento rosando mis oídos. Estoy alucinando estoy cerca de la muerte. Como llegue aquí que linda forma de morir con mi cabeza llena de dudas. Como en vida.
Miro firmemente el sol que poco a poco se vuelve frio y siento como unas manos me toman por los hombros y todo comienza a oscurecer. Pero no puedo sentir miedo. Solo rabia. Por morir así.
-señorita, despierte por favor. -camila al borde del llanto me toma por los hombros y me sacude bruscamente
-camila. ¿Qué paso? -pregunto mientras mi mente se aclara un momento. Parece haber pasado un siglo, pero poco a poco voy comprendiendo que solo fue una pesadilla. Muy real.
-se desmayó, escuche el golpe desde la planta de abajo y en cuanto su padre se fue a dormir subí a ver que todo estuviera bien. Déjeme llevarla a su cama, por favor. - hay cami, cami, cami. Pobre e ingenia cami. Debió dejarme aquí. Me toma del brazo y tira fuerte de mi para levantarme. Me ayuda con el vestido y camino lenta y torpemente a mi cama mientras ella intenta sostenerme.
- ya estoy bien camila, perdóname puedes ir a dormir, estoy bien de verdad.
Le hago señas de que se vaya con la mano y puedo ver como hace una mueca de angustia. Que le pasa. Ya tiene demasiados problemas. Debería dejar de preocuparse por otros, por mí. Asiente después de observarme unos segundos y sale en silencio asegurándose de que nadie la vea salir de mi cuarto
Bendito alcohol. Estoy estrenando pesadillas nuevas. Ya no solo el frio blanco asqueroso que me consume. Debería tomarme otra copa para celebrar. Que está noche no será sólo blanca.





otra tediosa noche en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora