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-voy a llevarte al hospital. -escucho a Adi algo agitado, mientras mi cabeza aun da vueltas y piensa en la imponente figura que me ha vigilado esta semana desde una repisa en mi cuarto, Anubis, dios de la muerte.

-no, por favor – digo en voz baja, intentando incorporarme. -al hospital no me lleves no de nuevo.

-te desmayaste otra vez Jeannette. – dice acercándose a mi mientras sostiene una playera en la mano y se inca delante de mí. – aun que no me creas solo quiero verte bien. No entiendo que estás haciendo aquí a estas horas, como cuando eras una niña. ¿Recuerdas eso?

-recuerdo que subía hasta tu cuarto como ahora, pero no recuerdo porque lo hacía.

-porque eras una niña muy traviesa e insegura y decías que dormir te daba miedo, así que venias aquí a molestarme. Nunca entendí tus pesadillas y en ese momento no fui muy tierno contigo. Me dabas miedo.

-te daba miedo? -digo mientras le tomo la mano y el se aleja para ponerse de pie.

-me daba miedo estar cerca de ti, sentía que podías hacerme perder el control de mi mente, eres peligrosa para mi y mi mas grande miedo, perderme en mi mente. Pero aun así no puedo ni pude antes dejarte sola porque entiendo lo que pasa por tu mente.

-porque accediste a casarte conmigo...? ¿Sabías que le gustabas a mi hermana?

-ya te dije por qué, y ya te dije que eres importante para mí, respecto a Deborah, lo imaginaba, pero no estaba seguro. Y aun que te enojes conmigo, realmente no me importa, tu hermana esta acostumbrada a cambiar de novio cada que quiere y se enamora cada que puede.

-esta muy enojada conmigo. Me odia. No quiero eso.

-cálmate tonta. Se le pasara ya verás, además le podría hacer mas daño a ella si la tomara por esposa, créemelo. Ven vamos a dormir, ¿sí? Un rato, después te iré a dejar a tu casa, como cuando éramos niños, quizá así puedas recordar cosas bonitas. – se acerca y me ayuda a meterme en las cobijas, y me empuja un poco para acomodarse a mi lado y aun que es extraño estar junto a el me trae bonitos recuerdos de una amistad lejana, cierro mis ojos y aun que no duermo me siento tranquila, el acaricia mi cabello un rato y después se queda dormido, entonces abro mis ojos y lo observo mientras pienso en que nos destruiremos poco a poco con esa unión absurda, que el cariño que alguna vez hubo, lo que nos unió cuando niños se convertirá en costumbres y obligaciones y nos vamos a odiar hasta la muerte pero aun así nos extrañaremos el uno al otro y es cruel saberlo, lentamente lo abrazo para dormir un rato. Pero no consigo conciliar el sueño, solo continúo observándolo, sus ojos rasgados y llenos de brillo, siempre tristes y soñadores, sus labios gruesos con su sonrisa burlona, su fuerte barbilla, las ondas de su oscuro cabello despeinado, su piel morena y su cuerpo marcado. pasan los minutos y las horas, hasta que el sol comienza a salir, y entonces me levanto tranquila y silenciosa para irme a mi casa, no quiero despertarlo, se ve tan tranquilo durmiendo. Que me pasa por la mente que tal vez un día lejano llegue a amarlo, busco mis zapatos y el comienza a moverse.

-te dije que yo te llevo. - dice bostezando – espera.

-no te molestes en serio, sigue durmiendo.

-no creo que recuerdes como salir, mis padres ponen alarma todas las noches. Tampoco quiero que bajes por la ventana, con tus desmayos puede ser peligroso. – se levanta y se termina de vestir, se pone la playera que estaba a punto de ponerse unas horas atrás, se abriga bastante, mientras yo me pongo mis tenis, entonces me toma de la mano y me jala mientras se ríe de mi cara de susto.

-eres malo.

-lo sé, siempre lo he sido, pero tu eres aun mas mala. – sonríe y se asoma por la puerta para cerciorarse de que nadie nos vera y una vez seguro de esto, me lleva hacia afuera y cruzamos el pasillo hacia las escaleras, su casa no es tan diferente a la mía, solo que tiene mas habitaciones, un piso extra y la suya esta hasta arriba, tienen también un cuarto de juegos y una alberca, claro un garaje mas grande que el nuestro por que Adi colecciona motos y autos como pasatiempo y le encanta repararlos. Aparte de eso el salón, la sala y el estudio son similares. después de bajar las escaleras, vamos hacia la cocina y salimos por la puerta de servicio después de desactivar la alarma y salimos por atrás rápidamente.

-que les dirás a tus padres si te ven regresar tan temprano a la casa?

-nada, que Sali a caminar, no creo que me pregunten, puede ser que la comunicativa de mi hermana lo haga, pero no tengo porque rendirle cuentas a ella. Así que deja de preocuparte por eso. Mejor dime si mañana vas a ir a la universidad.

-supongo que si ya puedo trepar por tu casa hasta tu ventana puedo ir a la universidad. ¿Tengo que contarle a alguien sobre nuestro compromiso?

-no tienes que hacerlo si no quieres, aun no es público, claro que eventualmente se sabrá, sabes que no pasamos desapercibidos y mi madre y tu abuela están emocionadas con hacer de nuestra fiesta de compromiso la fiesta del año.

-no te molesta que no lo diga entonces?

-para nada. Vas a espantar a mis conquistas si lo haces y no tengo intención de perderlas todavía. Claro que no te faltare nunca, solo es divertido.

-no tienes que explicarme nada, pero te agradecería que no me dejes pensar que seré una esposa feliz con un esposo fiel. Aun que nunca desee ser una esposa trofeo mis sueños de ser una esposa amada desaparecieron hace tiempo.

Adi solo se ríe y niega.

-ya cálmate, suenas a novela trágica Jeannette. ¿No recuerdas lo del otro día? El día que querías caminar descalza, reaccione molesto y estoy seguro de que ambos nos desconocimos. Quiero que volvamos a conocernos eso quiero.

-tu compraste los zapatos? -digo evitando responder a lo que acaba de decirme y se que le molesta porque hizo una mueca y se le escapo una risa burlona.

-sí, compré los zapatos más feos que encontré. – y me empuja un poco mientras seguimos caminando y ambos sonreímos.                                                                                                          

otra tediosa noche en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora