el objeto mas bonito de la casa

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Ha pasado una semana y poco a poco he recuperado la fuerza en mis piedras, los golpes del accidente se van desvaneciendo y eso me desamina un poco porque esta semana solo me calmaba presionarlos y sentir ese dolor, no he parado de pensar en la pistola que esta escondida en mi armario y no sé de dónde salió o quien la pudo poner allí, me he detenido casi a punto de preguntarle a alguien del aseo si alguien ajeno a la familia entro mientras no estuve a la casa. Quizá el miedo que me invadió por horas esta semana llevo a mi imaginación a pensar y sentirme observada por la estatuilla egipcia con forma de perro humanoide que reposa casi al otro lado de la recamara junto con todas las demás cosas egipcias del cual no tengo recuerdo alguno, pero siento su mirada sobre mí.

He intentado recordar algo más, pero nada se me viene a la mente y los sedantes que la enfermera me pone en el suero no me dejan tiempo ni para soñar. No comprendo para que me los ponen si me he mantenido tranquila y obediente.

Respiro hondo, guardo en mi estomago todo el aire que puedo e intento soltarlo lentamente cuando Camí abre la puerta con el desayuno.

-señorita, no sabia que ya estaba usted despierta.

-hola Camí, no te preocupes, me desperté hace rato. -pienso un poco y antes de decidirme me muerdo el labio mientras Camí acomoda el desayuno en el escritorio para ayudarme a sentarme mejor y desayunar en la cama.

-señorita... le trajeron un vestido nuevo para esta noche. ¿Gusta que le ayude a vestirse? Me preocupa que aun no pueda sostenerse sola. -dice con la mirada hacia el piso.

-esta noche debo usar el vestido? No comprendo.

-perdón creí que su familia le había informado. Lo siento.

-Camí no entiendo y te agradecería que me expliques que pasara esta noche, mi madre rara vez pasa siquiera frente a mi puerta, mi padre no es muy expresivo, Supe que Deborah llego, pero no vino a verme, y Mark, bueno no creo que el tenga mucho de lo que hablar conmigo. En esta casa me siento mas acompañada por ti que por cualquiera de ellos. Para ellos solo soy una mas de sus propiedades.

-señorita, el señor Sam va a venir a cenar esta noche junto con los Cerqueda estuvimos muy apurados preparando todo.

-entiendo. -digo totalmente desganada, y Camí acomoda las almohadas y me ayuda a ponerme cómoda antes de acercarme el desayuno. -en cuanto puedas tráeme el vestido, estaré lista. Gracias.

Camí intenta sonreírme, pero siempre me ve con esa mirada de lástima que me molesta, aunque sé que no es su intención hacerme sentir mal de algún modo. Se retira de la habitación y me quedo sola sin apetito alguno pero la enfermera vendrá después y no quiero mas sermones, juego con la fruta y los panes, le tomo un poco al jugo y no puedo más. Me incorporo lentamente y sin dudarlo un solo segundo me quito el suero de la mano y hago presión para que la sangre no brote de mi vena. Me levanto y me sostengo firmemente tomando valor para caminar hacia la ducha yo sola, firme y decidida avanzo tan rápido como lo haría antes del accidente, entro allí y me quito la bata lentamente, mientas el agua caliente empieza a salir, la dejo lo suficientemente caliente como para irritar mi piel pero no lo necesario para provocarme una quemadura grave, entro lentamente a la ducha y disfruto como me quema el agua la piel, no se porque lo disfruto, sentir que me quema pero no me quema, que recorre cada parte de mi piel, de mi cuerpo y me hace sentir satisfecha. Lavo mi cabello y estoy casi terminando de dejarme tan perfecta como ellos quisieran, cuando escucho a la enfermera gritando mi nombre y sin responderle, cierro la ducha y me envuelvo en la toalla y salgo todavía escurriendo el cabello.

-señorita porque se quitó el suero? – me pregunta un poco angustiada y con total seriedad le respondo

-ya no lo necesito tengo un compromiso esta noche y no quiero enterarme de que hizo un drama por eso, no me lastime y no tendrá quejas con mi familia respecto a sus cuidados, pero créame que esta noche es importante, tan importante que mi familia me ha comprado un vestido nuevo, no creo que nadie se oponga a mi decisión pero no quiero perder tiempo explicando los detalles, usted vino, me vio mejor, me quito el suero y yo sola pude caminar hacia la ducha, no creo que si ya no son necesarios sus servicios no se le pague lo justo. Así que hable con mi abuela y que tenga linda tarde.

-con permiso señorita. – dice la enfermera mientras se retira, es increíble que no me supe nunca su nombre, era mas amable la enfermera de la vez que me desmayé. Me siento frente al tocador y comienzo a cepillar mi cabello. A maquillarme y peinarme, a ser el objeto mas bonito de esta casa.

Como es de esperarse mi familia no tarda en intervenir, mi querida hermana toca a la puerta junto con Camí y les permito pasar, traen una caja con lo que imagino es el vestido. Mi hermana es muy tierna cuando quiere, excesivamente coqueta y sociable, siempre se esta riendo y si en algún momento fuimos unidas ahora parecemos dos completas desconocidas.

-nena que bueno saber que ya estas mejor y que te estas poniendo bonita para esta noche. no se si ya te dijo Camí que viene a cenar Adi? Yo voy a ir al salón a que me maquillen y me peinen me compre un vestido divino no te imaginas. – se me acerca y me da un beso en la mejilla esta radiante de emoción y el viaje que hizo le acento perfecto, es tan hermosa, de tez blanca y rubios cabellos rizados, sus ojos ámbar y sus labios gruesos, su estatura un poco más baja y su cuerpo torneado y lleno de curvas nada que ver conmigo que soy alta y delgada, mi figura siempre ha sido mas elegante, mis curvas son un poco mas modestas aunque mi cuerpo no tiene flacidez alguna, mi piel morena y mi cabello castaño entre rizado y lacio, largo y rebelde, mis ojos oscuros y mis labios delgados, mis rasgos finos y mi semblante siempre serio. Realmente no nos parecemos, nadie hubiera pensado que somos hermanas, realmente cada vez es más fácil pensar que no pertenezco a este lugar, mi hermano esta mas cerca de ser hermano de Deborah, rubio alto y tonto, comparten los ojos y los rizos. El galán de la escuela y yo. Bueno yo solo estoy aquí. Deborah se va tan rápido como entro emocionada de irse a poner bella para esta noche que no me dio casi tiempo de responder y me quedo a solas con Camí para comenzar a vestirme.

-creí que habías dicho que vendrían a cenar.

-adelantaron las cosas al parecer tienen cosas importantes que anunciar y no quieren esperar, escuche a su mamá y a su abuela discutirlo, pero no me permitieron escuchar demasiado, ya sabe cómo son. – Camí saca el hermoso vestido de la caja, es de color aqua, tiene un corte de corazón en el pecho y esta lleno de pedrería, es largo y ligero, dentro de la caja viene un par de tacones plateados no muy altos y brillan tan hermoso que es casi hipnotizante.

-Gracias Camí. – le digo viendo el vestido y los zapatos, mientras hago una mueca, pero debo seguir, voy hacia el baño y conecto la secadora, para acelerar el proceso, Camí no se fue nunca del cuarto, estuvo allí hasta que Sali, me ayuda a plancharme el cabello y trenzar un poco el lado izquierdo para dejar descubierto uno de los largos aretes de diamantes, comienzo a maquillarme, algo no muy cargado, algo que solo le de luz y color a mi rostro, y termino poniéndome el collar a juego de los aretes. Me pongo el vestido y llego a la parte difícil para mi en estos momentos, las zapatillas. Pero no van a detenerme. Un par de zapatos no va detenerme.

Así que doy unas vueltas a mi recamara con las zapatillas mientras Camí me observa angustiada, pero después de la tercera vuelta el dolor que siento es mas llevadero y puedo caminar de frente con la cara en alto.

-se ve usted hermosa señorita, a mí me gustaría tener un vestido así de bonito.

-toma el que quieras Camí. Eres delgada como yo, si necesita algún ajuste lo haremos, claro si no te molesta. -es solo un poco mas baja que yo es delgada y de piel oscura, parece que se romperá en cualquier momento y se ve mas joven de lo que en realidad es, su cabello negro y grueso y sus ojos soñadores.

-para nada señorita, no me molesta, pero su familia....

-yo me encargo de ellos Camí. No te preocupes seguro que también tú te veras hermosas.

Ambas sonreímos con algo de tristeza en nuestros rostros. Y entonces tocan la puerta. Mi padre ha pasado de prisa pidiéndome que baje pronto y se ha ido casi que corriendo. Le tomo el hombro a Camí y antes de salir de mi cuarto respiro hondo y volteo a ver la estatua que me ha vigilado todo este tiempo. 

otra tediosa noche en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora