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Impala

Colgar a un sujeto de las bolas en la torre Eiffel. Cuando jure vengarme de la mafia jamás me vi colgando a un mafioso de las bolas, es asqueroso, pero debo hacerlo si quiero ganarme la confianza de Kazuki, de Sam y averiguar como lavan tanto dinero, descubrir cada una de sus pequeñas redes, tirar toda la organización secreta que han logrado construir frente a nuestras narices, desenterrar, arrancar de raíz, exterminarlo todo que no quede nada.

Volver a Londres algún día y volver a ver a mis padres, dejar un poco el trabajo, ser agente en cubierto no me ha dado la oportunidad de conocer a alguien con quien formar una familia, aunque tampoco he podido olvidarme de Ofelia, han pasado ya un par de años desde que unos malditos pandilleros peleándose por defender su territorio le arrebataron la vida el día que anunciaríamos nuestro compromiso, la mataron a sangre fría por estar en el momento y el lugar equivocado cuando pudieron haberla dejado correr, irse lejos. Si no me hubiera detenido a comprarle un ramo de rosas, quizá ella seguiría viva a mi lado y la vida seria diferente. Ella que estaba preocupada parte del día por mi y mi trabajo, siempre me abrazaba como si fuera la ultima vez, con ese miedo inmenso a no volvernos a ver, jamás me habría imaginado que quien se iría primero sería ella.

Tan amable, tan alegre y refinada, mi amada Ofelia.

La vida se volvió tan gris después de ella, tan gris y vacía que cuando me ofrecieron trabajar como agente encubierto no lo dude ni un solo segundo, nuestro contacto aseguro que sería peligroso y difícil pero no me importo, esta es mi oportunidad, perseguir a Kazuki es difícil es casi una leyenda, él tiene razón en decir que es difícil pelear contra algo que mueve la economía de todo un país Pero eso no quiere decir que ellos sean los buenos, siguen siendo criminales que trafican con cosas nocivas, y si muero intentando destruir su red desde dentro, quizá pueda ver una vez más a mi amada Ofelia, si es cierto que hay algo más después de la muerte. Por eso ahora estoy aquí colgando por las bolas a un infeliz.

Cuando fui por Grisha el tal Anthony me dio desnudo y tieso su cuerpo, meterlo en el auto, mi auto fue asqueroso y difícil, esperar con el hasta que oscureciera, cargarlo hasta aquí, casi hasta arriba por indicación de mi nuevo jefe que parece gay, con su estilo de rockero japones, bailarín de Kpop o algo así, que disfruta de tomar y tragar chocolate como si no hubiera un mañana, tremendo forro creído, me imaginaba algo más. No creí que la mafia estuviera en su mayoría dominada por un mocoso. Alguien que no entiende que la violencia no te da nada y puede arrebatarte lo que más amas.

Por fin termine mi trabajo aquí. pude solo colgarlo de los testículos, claro que con el peso mañana amanecerá Grisha sin sus bolas embarrado en el piso y las bolas serán un bonito detalle en las fotos de los turistas que madrugan a tomar una foto del paisaje de la famosa torre Eiffel.

Me retiro de allí muy consciente de que mañana antes de cualquier otra cosa llevare mi coche a lavar y de que llegando a casa me bañare, me daré una larga ducha y al terminar veré alguna buena serie. Pasare por la oficina antes de reunirme con Kazuki.

Kyo

Conduzco de nuevo hacia Marsella, tenía años lejos de Francia, lejos de casa.

Años desde que escape de casa fastidiado por los continuos reclamos de mi abuelo y mi madre, mi madre una reconocida arqueóloga, famosa por sus libros, por sus descubrimientos. Estaba cansado de sus reproches, jamás quise ser arquitecto como el bastardo de mi padre, como se atrevía a exigirme que siguiera sus pasos si jamás estuvo para mí, si prefirió a su maldita zorra y sus bastarditos antes que mi madre y yo. Sus discursos de falsa moral. No me arrepiento de haberle roto el cuello en la última discusión, fue a verme para pedirme que abandonara mis sueños de ser artista, no lo resiste, solo reaccione cuando lo deje caer sin vida contra el piso, mi madre entro y no pudo siquiera gritar, esa misma noche Sali de casa, para hacerme un futuro por mi cuenta, sin dinero de nadie, sin ayuda de nadie. Tiempo después supe que mi madre no había puesto ninguna denuncia y me animé a volver a buscar a Patricia, mi novia, pero la maldita estaba casada con mi primo y esperaban un hijo. Ni un año había pasado y ella ya me había superado, sin importarle nuestros planes, nuestros sueños.

Me fui lejos por mucho tiempo, busque la manera fácil de salir adelante, viaje por el mundo me enamore de Latinoamérica, aprendí a cocinar y descubrí en la cocina una nueva pasión, aproveché mi habilidad con las armas para crearme un buen nombre entre las personas de dinero que necesitaban quitarse de encima algunos problemas. Y cada nuevo trabajo me acercaba un poco más de vuelta a Francia, mi reputación me precede y ahora tengo la oportunidad de trabajar con la mafia mas poderosa de la época.

Apenas llego a Marsella me dirijo al puerto en el que nos hubiéramos reunido con los rusos.

Hablo con los encargados, los vigilantes, todos son muy amables, después de tantos años, de tratar con tanta gente, aprendí que a veces aun que tu negocio sean las armas un saludo amable y charla amena resuelven mas cosas que los golpes y las balas.

Al parecer ese día los rusos llegaron y bajaron corriendo con armas en mano buscando como locos por todos lados, encerraron a todos en una pequeña bodega de descarga y después de alrededor de cuarenta minutos se fueron. No hay mucho que saber, pero al menos no hirieron a nadie. Ni destrozaron nada, llegaron buscaron y se fueron. Cosa curiosa...

otra tediosa noche en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora