ser fuerte.

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Esa mirada de odio y coraje con la que me mira de pies a cabeza. ¿Qué va a decirme? Que no sea egoísta. ¿Eso va a decirme? Adi solo ríe y se da la vuelta, estoy tan molesta que quiero hacerlo que voltee a verme, pero apenas lo toco del brazo cuando me desplomo contra el piso.
No sé cuánto tiempo ha pasado pero el dolor en mi cabeza es horrible, estoy toda mareada. Y apenas puedo abrir mis ojos. Todo es borroso y confuso. está atardeciendo acaso? Creo que estoy en el hospital.  Aprieto un poco los ojos, los abro, pero esto no parece real, otra vez cierro los ojos y los aprieto mientras todo me da vueltas en la cabeza. Escucho voces, si son voces, están hablando dos hombres, pero ninguno es Adi. “Rangvall” “Impala” ambos discuten en voz baja pero solo escucho esas dos palabras con claridad. Me tapo los oídos y las voces se acercan.
-despertó – dice uno de ellos -Rangvall corre por el médico. -acaso el sujeto con la pistola no estaba solo en mi imaginación? ¿Nos siguieron y me dispararon solo para dormirme? ¿Y Adi? Tengo que abrir los ojos. Tengo que abrirlos. Lentamente los abro y puedo ver que junto a la cama de lo que parece habitación temática esta un hombre que viste una extraña túnica ligera, o camisa sin mangas y una especie de jubón plisado entre los acomodados. Que pretenden. Qué clase de locos son. El hombre se me acerca no es mal parecido de hecho es bastante joven pero su voz es gruesa y su mirada más bien parece preocupada y confundida.
-no se asuste- dice tranquilamente – soy yo, Impala, no voy a lastimarla.
-Impala? -impala como el antílope si no mal recuerdo, ¿eso es un nombre o un apodo?
-así es, no debe temer Rangvall fue por el médico- el apuesto personaje habla como si yo supiera quienes son ellos. Pero no puedo más con el terrible mareo, mis ojos se ven forzados a cerrarse y sus voces desesperadas gritando cosas que no logro distinguir se alejan y se van perdiendo. Hasta que escucho mi nombre. Una y otra vez.  Cada vez con más claridad “Jeannette” es Adi estoy segura es Adi. No comprendo nada. ¿él también está encerrado? Y no se si eso me calma o me altera, pero el mareo es horrible siento unas palmadas en mi cara y puedo darme cuenta de que Adi maneja a toda prisa, pero no soy capaz de mantenerme despierta. No sé qué sucede. mi conciencia va y viene entre nombres raros, olor a incienso y Adi gritándome mientras conduce a toda prisa. Es un espirar de emociones de ir y venir. Hasta que todo vuelve a tornarse blanco y tranquilo, tan callado que mi respiración hace eco, no siento mi cuerpo, solo siento frio, es increíble como se me escapa la cordura.
Siento que camino entre lo blanco. Pero no puedo dirigir mis pasos, ni ver mis pies solo tiento como camino entre lo blanco sin un objetivo claro.  Sin algún final, algún destino, algún punto de partida o llegada. Lo siento en mis huesos, calándome fríamente pero no consigo abrazarme para calmar un poco el dolor en mis articulaciones. 
Siento que desfallezco y pronto caeré. Cuando de alguna parte del inmenso desierto blanco escucho cantos, en otra lengua, pero no distingo de dónde vienen, los escucho, también llora la gente. Mucha gente canta y llora, escucho risas, escucho las voces de los dos sujetos de antes. Pero no logro ver nada, aunque cada vez están mas cerca, los tambores, los lamentos. Pronto puedo escuchar el bullicio pasando junto a mí, escucho a algunas personas hablar, pero no entiendo lo que dicen, parece una lengua muerta. Se ríen después de decir algunas cosas entre dientes, todo hace eco y martillea mi cabeza. no siento mi cuerpo y no puedo tapar mis oídos o cerrar mis ojos.
Un piquete. Una fuerte punzada en donde debería estar mi mano, me hace saltar y puedo sentir como me sujetan.  Adi está hablando por teléfono es su voz y repite que tiene que colgar.
-su familia viene en camino. – dice por fin. Y es todo lo que se antes de perder nuevamente la conciencia.

Mi cuerpo tiembla, tengo frio. Y por fin abro mis ojos. Estoy en la cama de un hospital, Adi esta dormido en un sillón a lado. Lo observo un rato y trato de incorporarme, no sé qué hora es, pero tengo mucho frio. Tengo la mano canalizada, y un suero que gotea constantemente.
-Adi… -susurro, pero no me escucha -Adi… -digo un poco mas fuerte y comienza a parpadear, se estira y voltea a verme
-sigues viva -dice burlonamente
-qué hora es?
-casi media noche, ¿tienes alguna cita importante? -se levanta y se acerca a mi – vino tu mamá y tu abuela, pero tenían que irse a no se que asunto. Les dije que me quedaría contigo y si te angustia que les conté, solo les dije que estábamos caminando por la orilla del Sena cuando te desmayaste. Los médicos dicen que se te subió la presión y bueno el infarto casi me lo llevo yo. -sonríe un poco melancólico
-tengo frio -susurro mientras lo observo. No tiene la culpa de nada. Es solo otro experimento como yo de la sociedad en la que vivimos.
-perdón. No debí decirte nada. Ni reclamarte nada. Lamento no haber estado para ti. Pero siempre he sentido que las personas sufren cuando aparezco en sus vidas. Y cuando te alejaste de mi creí que era lo mejor.
-ya no importa – pongo mi mano sobre la suya y puedo sentir que no soy la única que tiembla. El hace una mueca duda un poco y cuando esta a punto de hablar, la enfermera y mi amoroso padre entran dramáticamente. Estoy segura de que Adi quería decirme algo importante, pero con solo ver a mi padre se ha quedado callado y ha tragado saliva.
-señorita como se encuentra? -dice la enfermera, amablemente. – el medico logro estabilizar su presión y mañana a primera hora si todo sigue bien, podrá irse a su casa. A descansar.
-gracias señorita – digo tímidamente mientras veo la severidad con la que mi padre mira a Adi
-yo seré tu enfermera esta noche, estaré al pendiente de ti y te cambiare tu suero cuando ese se termine.  Mi nombre es Dali si me necesitas solo tienes que presionar ese pequeño botón – y me señala la pequeña mesa de a lado, mientras prosigue profesionalmente su explicación, mi padre la interrumpe.
-discúlpenos un momento señorita el joven y yo debemos salir estaré aquí afuera regreso apenas pueda.  -la enfermera y yo los observamos mientras salen, hasta que desaparecen de nuestra vista. Entonces Dali voltea a verme y sonríe.
-entonces cualquier duda o emergencia llámame, en un par de horas estaré dándome por aquí una vuelta. Para verificar que todo este bien.
Sale de la habitación y me dejan allí sola con frio, no pude pedir una manta y me gustaría saber que tiene mi padre que hablar con Adi tan urgente y privado.  Mas importante que yo casi todo su negocio, pero la manera en la que lo veía. Parecía que quería dispararle. Si no fuera tan cobarde estoy segura de que lo haría. Pero en el fondo mi padre es un cobarde. Que jura tener mano firme. Y evita llorar para verse derrotado. Y me recuerda que llorar es malo. Mi primera lección de vida, si permito que alguien me vea llora se van a aprovechar de mis emociones. Pero no le pareció cuando afirme que no lloraría en su funeral frente a mis hermanos.

otra tediosa noche en ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora