{13} EUNBIN

534 61 8
                                    


[POV JUNGKOOK]

No puedo terminar de creerme todo lo que Jimin me ha contado, mucho menos todo el calvario que esta viviendo Tae. Con razón es un poseso por la seguridad que parece no salir muy a menudo.

Pese a ello, estoy dispuesto a enfrentarlo, que al menos me diga a la cara que no quiere nada conmigo, pero necesito saber por lo menos que él se siente bien con toda esta situación.

Tan solo doblar la esquina de la calle, me lo encuentro recién entrando en su casa, aún con el uniforme policial equipado. Paro la puerta con mi pie antes de que cierre por completo, llamando su atención. – Jungkook ¿Pero qué ...?

No le dejo terminar, entrando a la casa y cerrando de golpe, hasta tenerlo arrinconado con una de las paredes, completamente sorprendido por mis acciones desesperadas. – Tenemos que habar seriamente.

- Siento si te molestó lo que dije, pero ...- Le mando callar, cogiendo su mano hasta dejarlo sentado en el sofá de la habitación de estar. – Jimin me lo ha contado todo.

Sus ojos se abren de sobre manera, maldiciendo a su mejor amigo por ser un bocazas y meterse en sus asuntos. - ¿Por qué no me lo dijistes?

- ¿Por qué iba a contarte algo tan personal? – He de admitir que eso me ha dolido un poco... bastante. – Tienes razón hyung, pero yo te confesé mis sentimientos y tú solo me alejaste con una escusa tonta. ¿Sabes lo mal que me he sentido estos días pensando que es todo por culpa de la edad? Podrías al menos haberme dicho que no sin explicación alguna y me hubiera sentado mejor.

Aprieta sus ojos suspirando, para después llevarse las manos a la cabeza tratando de decir algo y romper el silencio tenso que se ha creado. – Lo siento, estoy muy confundido. No debí de haberte metido en todo esto.

- Eh eh hyung, yo nunca he dicho que fuese tampoco tu culpa. – Destapo su cara, viendo como muerde su labio inferior sin compasión alguna. – Entiendo tu posición, y cualquier persona en su sano juicio se alejaría, pero yo no. Yo quiero estar contigo, déjame protegerte.

Se separa, mirándome incrédulo y soltando una risa sarcástica. - ¿Cómo piensas hacer eso? No tienes poder alguno contra mafiosos de ese nivel... no lo tengo ni yo. Lo más sensato es que te alejes de mi cuanto antes.

Se levanta, decidido a terminar la discusión, por lo que hago lo mismo plantándole cara. - ¿Crees que no se que también te gusto? ¿Qué esto que tenemos es solo una simple conexión? Tengo veinte años y jamás había conectado tan bien con una persona como contigo, y eso que te conozco únicamente de exteriores.

- Y será lo mejor, no quieres conocerme más a fondo. - Se desabrocha el chaleco, dejándolo junto al resto de su equipo en el armario de la entrada, y quedando únicamente en sus jeans apretados y camiseta, haciéndolo ver mucho más pequeño.

- ¿Así es como quieres pasar el resto de tu vida? Solo, con miedo y buscando a alguien a quien no sabes si encontrarás. Amargado sin nadie que te soporte, sin nadie quien acuda en tu ayuda, paranoico por cada ruido de la noche, hasta que te pillen y te metan un tiro en toda la cabeza por seguir metiéndote en asuntos como estos. – Su semblante se vuelve todavía mucho más serio, apretando sus dientes y puños, notando como las venas comienzan a notarse. - Pero ¿Quién te crees qué eres?

Da unos cuantos pasos a la par de mí, posicionándonos uno frente al otro con el cabreo pintado en nuestras facciones. – Alguien como tú, a quien le dicen que tiene que hacer con su futuro y decisiones cada dos por tres. Alguien quien retiene el pasado como lo más valioso, pero a diferencia de ti, yo trato de salir hacia delante y continuar con mi vida.

Ahora la pregunta esta pintada en sus facciones. – Se llamaba Eunbin. – Comienzo a contarle. - Tenía doce años cuando murió por leucemia. Me gustaría haberla ayudado de alguna manera, pero como tú, hay cosas que no podemos evitar. Se que hay algo de diferencia, puesto que los médicos no pudieron hacer nada, y tú si puedes encontrar al culpable. Pero en ese momento quise acabar con todos, ella no se lo merecía.

Su mirada ha cambiado a una mucho más dulce, seguramente volviéndose a culpar por sus palabras. - ¿Una amiga... novia tal vez?

- Hermana, yo solo tenía nueve años. – Ahora si me mira horrorizado, entendiendo un poco más mi punto de vista. – No te he contado esto para que te sientas mal ni mucho menos, ni si quiera para que dejes de buscar a los capullos que mataron a tus padres, de hecho, te considero una persona muy fuerte por hacerte policía simplemente para buscarlos, yo estuve pensando en ser médico, pero termine por dejarlo para avanzar en mi propia vida. Ahora, solo te pido que no te quedes solo, que el tiempo va curando la falta, y que tienes a personas que se preocupan por ti, no hagas que ellas también sufran.

Queda completamente en silencio, observando sus zapatillas que resultan ser mucho más interesantes.

- Confía en mí, los atraparemos, juntos. – Pero no recibo respuesta alguna, comenzando a hartarme en cierta manera su continua negación. – Siento si te he importunado.

Recojo la mochila del suelo, dirigiéndome hacia la puerta decidido a no volver a molestar más a mi vecino, pero sus brazos enganchados en mi espalda me frenan. -No te vayas por favor.

Suelto la mochila, dándome la vuelta para abrazarlo también, pudiendo respirar algo más tranquilo. – Se me dan fatal las relaciones sentimentales.

Escucho sus sollozos de arrepentimiento, tan perdido como un cerbatillo, y me rio ante su respuesta, frotando mi nariz en su cuello buscando su calma. – Ya somos dos entonces.

Levanta su cabeza, sonriendo de medio lado, con sus mejillas completamente sonrosadas y ojos brillantes como estrellas. Pasa una de sus manos por mi pelo, echándolo hacia atrás para poder observar mejor mis ojos tapados por el largo flequillo negro. - ¿Seguro qué no te arrepentirás de esto?

- Al cien por ciento seguro. – Unimos de una vez nuestros labios, balanceándonos de un pie al otro, teniendo yo que agachar la cabeza, puesto que mis botas son mucho más altas que los calcetines que lleva él, quien se ha puesto un poco de puntillas.

Así continuamos por largos minutos, desplazándonos hasta el sofá estando mucho más cómodos y recibiendo caricias mucho más intensas. – Kookie, mi móvil... está sonando.

Le dejo ir hasta que alcanza el dichoso aparato, pero sin resistirme me levanto, abrazándolo por detrás sin dejar de besar su cuello y acariciar su cintura. - ¿Jiminie?

Se escucha desde la otra línea al pelirrosa hablarle, un tanto rápido a mi parecer. – Perdóname, pero tuve que contarle a Jungkook todo, es por tu bien. Date una oportunidad de una vez, cabezón.

- Ya bueno... de eso ya hablaremos más tarde. – Se echa hacia atrás, suspirando del placer de mis caricias y enseñando aún más su cuello expuesto ante mi lujuriosa mirada. – Supongo que irá a verte entre hoy y mañana, se fue muy pensativo.

Muerde sus labios, tratando de no soltar ningún sonido que lo delate, poniendo atención a la llamada. - ¿Está todo bien?

- Si, ya hablaremos en otro momento Chim. – Trata de quitar mis manos de su cintura, pero le es imposible, derritiéndose ante mi toque. – No sé, te noto raro, deberías de estar enfadado ahora mismo.

Antes de que conteste algo más, respondo yo, dejando seguramente en shock a ambos amigos. – Oh hyung, hazme caso que lo está, pero en estos momentos esta más ocupado con otras cosas. – Y sin más cuelgo la llamada, dejando el maldito móvil en la mesa, para cargar a Taehyung hasta el sofá.

- No deberías de haber hecho eso, ahora irá a decírselo al resto y me pedirán respuestas. – Se queja aún subido encima de mí. – Esto lo ha creado él, que se aguante.

Y sin más dejamos la palabrería para otro momento, disfrutando de algo que nos llama mucho más la atención.

Y así pues queridos lectores, es como dos almas solitarias comprenden que por muy fuertes que sean, no hay nada mejor que hacerlo juntos.

STEAL HIS HEART [KOOKTAE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora