CAP XVI

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"Creo que alguien necesita un paseo." Dijo mirando como Haro reclamaba atención. "¿Te importa acompañarnos?" Le preguntó Furuya mientras ponía el plato sucio dentro de la pica y buscaba la correa.

"Claro." Contestó levantándose del taburete.

El sol ya empezaba a esconderse tras los altos edificios de la ciudad, emitiendo esa cálida luz anaranjada acompañada del piar de las gaviotas y la brisa primaveral que les golpeaba al andar.

Haro paseaba felizmente sin despegarse de la pelirroja. No estaba acostumbrado que su dueño estuviese rodeado de alguna mujer. Ya habían coincidido con Azusa en más de un paseo, pero parecía haberse enamorado de la científica en cuanto cruzó el portal junto al rubio.

"Creo que a tu perro le caigo mejor yo que tú." Bromeó la pelirroja mientras se agachaba a acariciarlo mientras esperaban a que el semáforo volviese a ponerse verde.

"No me extraña, no es tonto." Contestó riendo mientras contemplaba lo calmado que se volvía su rostro cuando tenía a Haro entre sus manos. "Si a mi también me mirases de esa manera, yo también perdería el culo." Dijo iniciando el paso para cruzar el paso de cebra, percatándose del sonrojo que había aparecido en las mejillas de la pelirroja por más que trató de esconder.

Shiho caminó de su lado mientras calmaba su sonrojo y lo miraba de reojo. Era extraño, pero se sentía muy cómoda con él.

***

"¡¿Qué ha pasado?!" Preguntó Shinichi mientras salía rápidamente al patio trasero del profesor y se encontraba a Ran con los puños apretados y la cara furiosa.

Sus padres le habían parado al salir del baño y se habían puesto a hablar sobre todos los tramites que tenían que hacer ahora que su viejo amigo ya no estaba. Hasta que su alrededor había empezado a cuchichear y los chillidos de la parte trasera se hicieron más fuertes. Reconocía perfectamente de quien procedían.

Se había separado de sus padres para cruzar el salón en tres o cuatro zancadas y salir lo más rápido posible. Pero al salir solo se había encontrado a Ran.

"¿Qué ha pasado?" preguntó un poco más calmado, poniéndose delante de ella para intentar captar la atención de su prometida.

"E...Ella..." Contestó Ran muy nerviosa, apretando los dientes y los puños con fuerza.

"Cálmate Ran." Le pidió abrazándola contra su pecho.

La morena respiró hondo varias veces con los ojos cerrados mientras absorbía el aroma tan especial que él desprendía e intentaba calmarse del reciente encuentro que había tenido.

"Tengo miedo de que..." Empezó a decir entrecortadamente.

"No tienes que tener miedo de nada, ¿vale?" Le dijo bien seguro mientras apretaba sus hombros con cariño. "Vamos dentro a buscar un poco de agua." Dijo haciendo que volviese a entrar a la casa.

Suspiró sin entender que había pasado. No quería preguntarle a su prometida para no ponerla más nerviosa o discutir entre ellos. Si quería saber algo, tenía que preguntarle a Furuya cuando volviesen.

El velatorio acabó un par de horas después y ni la pelirroja ni el agente de seguridad secreta volvieron aparecer. Kudo se quedó confundido, apenas había visto a la pelirroja unos minutos y ya había vuelto a desaparecer. Dejó a Ran con sus padres y se escabulló para poder ir a buscarla antes de que anocheciese.

Recorrió cada calle en la que podrían haber cruzado, del centro a las afueras de la ciudad. Pero ni les encontraba ni recibía señal en las llamadas que le hacía al rubio. ¿Dónde se habían metido ese par?

Vivir sin ver amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora