CAP XXVI

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Shiho caminó lentamente hacía el apartamento del rubio, un poco mareada y afectada por las cervezas que se había bebido. Su mano derecha apretaba con fuerza la bolsa que cargaba y obligaba a sus pies a caminar uno delante del otro.

Se sentía muy enfadada y su mente, ahora no paraba de torturarla con todas las palabras que había escuchado salir de la boca del detective. ¿Qué era eso de que la quería y por qué cojones pensaba que era buena idea decírselo justo en ese momento? Shinichi iba a ser padre joder. Y a ella, ya le había costado suficiente tiempo intentar amagar sus sentimientos muy dentro de ella, no quería volver a sufrir y con él, era lo único que conseguía.

Introdujo la llave dos o tres veces antes de acertar a la cerradura y abrir la puerta, respiró hondo, se sacudió la cabeza para intentar serenar su cabeza y se adentró cabizbaja, esperando y cruzando los dedos para que el rubio aún no hubiese acabado su jornada laboral y no tuviese que enfrentarle a él en ese estado.

"¿H-Hola?" Preguntó en voz alta, dejando su bolso y chaqueta colgados para dirigirse a la cocina y dejar el café en el armario.

"Vaya, ya estás aquí. Estaba empezando a pensar en llamarte." Le sonrió Rei mientras cortaba vegetales en la cocina. "No deberías salir tan tarde del laboratorio."

"No estaba en el laboratorio." Dijo arrastrando alguna vocal sin poder evitarlo. Puto alcohol.

Él se giró al momento para mirarle y saludarle con un beso, pero el sonrojo que aún persistía en las mejillas de la pelirroja y el arrastre de su voz, le delataron al momento. "¿Estás borracha?¿Has estado bebiendo?" Le preguntó confundido mientras el olor a cerveza chocaba en su nariz.

"Alguna que otra cerveza." Confesó ella mordiéndose el labio inferior.

Rei alzó una ceja al estudiar su rostro más profundamente. Era algo muy extraño, ella bebía muy poco y no todos los días, no era algo normal que llegase borracha a casa un martes por la noche. "¿Estás bien?¿Ha pasado algo?" Le preguntó con un tono preocupado a la vez que ahuecaba sus manos en sus mejillas calientes.

"Estoy bien, no he bebido tanto, es solo que me ha subido a la cabeza más rápido de lo que me esperaba." Contestó ella notando como la vista se le distorsionaba un poco. "Me he encontrado a Kudo al volver del trabajo y me he parado a hablar con él un rato."

Rei se puso un poco tenso e incómodo con su declaración. Kudo siempre aparecía para desordenar la vida de la pelirroja y no quería ni imaginarse que tipo de conversación habían tenido. Los celos le subieron poco a poco por todo el cuerpo. Sabía todo lo que le había echo sufrir a la científica y no entendía como ella podía seguirle detrás de esa manera.

"¿Y cómo has acabado así?" Le preguntó mirándola de arriba abajo, sin poder disimular la molestia de su voz.

"Pues...Kudo estaba bebiendo solo y se veía bastante decaído. Yo solo quería ayudarle a animarse un poco." Se argumentó dándose cuenta a la vez de lo estúpidas que sonaban sus propias palabras. ¿Ayudarle a que? Kudo no era su novio, por no decir que ya no eran ni amigos y apenas tenían contacto el uno con el otro, lo único que hacían cuando se encontraban era acabar discutiendo o peleando.

Rei resopló ante su respuesta. No le molestaba que se hubiese parado a hablar con él o que hubiese tomado un par o tres de cervezas, le molestaba que siguiese sintiendo esa debilidad hacia él. No quería sentir que competía contra nadie, quería que ella le quisiese por su propia persona.

Ella empezó a preocuparse al ver lo serio que se ponía su novio. "¿Estás enfadado?" Preguntó aún sabiendo la respuesta.

Él negó con la cabeza pero su ceño fruncido decía todo lo contrario. "No...es solo que...me jode ver la manera en que te sigues preocupando por él." Dijo agachando la cabeza con el ceño fruncido. "Y no hay que ser un hombre muy observador para captar la manera en la que él te mira."

Vivir sin ver amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora