"Lo siento mucho, Shiho..." Se disculpó él poniendo una mano sobre su mano.
Ella se puso un poco tensa bajo su tacto y él apartó la mano al notarlo.
"No tienes nada que sentir. Recogemos lo que sembramos y yo ya he pagado lo mío." Le explicó ella con poco entusiasmo.
"No te mereces ni un tercio de las cosas que te han sucedido...Y yo me he comportado siempre como un capullo." Dijo sintiéndose avergonzado.
"No te servirá de nada estar así, el pasado no se puede cambiar." Dijo alzando la mirada para mirarle fijamente. Hacía mucho que no tenía la oportunidad de poder contemplar sus ojos de esa manera.
"No debería haber cedido en perder el contacto contigo, no quiero hacerlo Shiho..." Dijo formando puños con las manos al pesarle la impotencia. "Siempre te hago daño."
Shiho sintió el dolor en sus ojos con cada palabra que soltaba y el hielo de su mirada se fundió poco a poco. Detrás de todo ese enfado, se sentía dolida de verle así. Sus ojos estaban bañados en ojeras y su piel había perdido hasta brillo. Sabía que estaba afectado. Apoyó una mano sobre la suya y se la apretó suavemente para hacerle saber que estaba ahí y que estaba bien. Ahora lo estaría.
"Déjalo estar, ¿vale?" Le dijo ella, esta vez con un tono más amable. "Estaré bien. Mejor dicho, estaremos bien." Corrigió moviendo el pulgar en círculos. "Yo tampoco te he traído nada bueno desde que llegué. Vas a ser un hombre muy feliz y nos irá bien a cada uno por un lado." Explicó intentando sacarle algo de culpa.
"Quizá no me trajeses nada bueno, pero después de todo, lo pasábamos bien juntos." Contestó él, apretando su mano, con miedo a que ella soltase su agarre y cogiéndole con la otra mano por la espalda para acercarla más a él. La había tenido demasiado tiempo lejos.
"Kudo.." Susurró ella apoyando su mano libre en su pecho, sin apartarle, pero creando una pequeña barrera entre ellos. No estaba bien que estuviesen tan juntos... No de esa manera.
Los nervios le invadieron el cuerpo y su mano empezó a temblar ligeramente contra la suya. No tenía miedo, ni estaba asustada, pero su manera de mirarle le erizaba la piel. Tenía la mente en blanco y sus ojos no podían parar de mirar sus labios. Era tan tentador cuando quería...
Se mordió el labio para calmar sus ganas y Shinichi esbozó una pequeña sonrisa en cuando vio su mirada bajar a sus labios. Dejó las dudas a un lado para acabar con las fatídicas ganas que tenía de besarle.
Ella se quedó parada unos segundos, pero su cálido tacto le hizo caer bajo de él y devolverle el beso poco después con las mismas ganas.
Pero eso estaba mal, tremendamente mal.
Los dos se separaron casi a la vez al darse cuenta y Kudo separó su mano de la suya para alejarse un paso y sacudirse el pelo nerviosamente. "Lo siento. Lo siento, Shiho. Yo...no debería haber.."
Ella sacudió la cabeza y respiró un par de veces para recuperar el aliento antes de contestarle. "No pasa nada." Dijo intentando calmarle. Su aroma aún bañaba sus labios al hablar y sus mejillas se habían quedado un poco sonrojadas.
"Llevaba tanto tiempo sin verte...Lo siento. Eres muy especial para mi y...creo que me he confundido por un momento..." Le intentó explicar el detective mientras sacudía su cabeza intentando encontrar alguna respuesta.
Shiho sintió el estacazo en ese momento, cuanto chocó realmente con la realidad a la que nunca había querido acostumbrarse. Por más cercanos que se convirtiesen, su mente siempre le llevaba a Ran. Era un puto echo.
"No pasa nada." Repitió ella, intentando sonar neutral. "Ella te ha venido a la cabeza en cuanto me has besado, eso significa que no has tomado una mala decisión." Le dijo suavemente.
Kudo abrió la boca para contestar pero Rei apareció justo en ese momento.
"Ya estoy de vuelta." Saludó el rubio entrando con una bolsa colgando de una de sus manos.
Shinichi cerró la boca y se tragó las palabras que iba a soltar para despedirse de ambos y salir de la casa.
El rostro de Shiho se había quedado más serio desde que el moreno se había ido. Comieron prácticamente en silencio y el rubio no le preguntó ni indagó en la conversación que habían tenido ellos dos. Furuya fregó los platos y ambos se sentaron en el salón acompañados de un par de tazas de café.
Ella le dio un buen sorbo a la taza y apoyó la cabeza en las piernas de Rei mientras él se entretenía a acariciarle las hebras de su pelo. Era agradable estar de esa manera, sin hacer absolutamente nada y sin necesidad de tener cualquier conversación estúpida para conseguir estar cómodos.
La lluvia aún se escuchaba chocar contra la superficie de la casa, ahora con más intensidad.
"¿Ya has pensado en que vas a hacer a partir de ahora?" Le preguntó Rei sin dejar de acariciar su pelo.
Ella suspiró lentamente y giró la cabeza para poder ver su rostro. "Llevan toda la vida decidiendo por mi, eligiendo mi futuro y ordenándome cada paso que tenía que dar..." Explicó lentamente, con el ceño un poco fruncido y los ojos entrecerrados. "...creo que...me siento un poco perdida en este momento."
Rei pasó la mano de su pelo a su mejilla para acariciársela suavemente. "Es normal, no debes preocuparte por eso. El tiempo lo pone todo en su sitio, por eso estás aquí ahora."
Shiho asintió y se tranquilizó un poco con sus palabras, pero aún así, era inevitable que sintiese miedo o dudas cada paso que daba. Nunca había considerado su vida normal.
Se levantó de sus piernas y se quedó a su lado, esta vez, con la cabeza apoyada en su hombro. "Creo que no voy a saber tener una vida normal..."
"No tienes porque tenerla." Le contestó él con una sonrisa, cogiendo una mano para entrelazarla con la suya. "Y tampoco vas a estar sola."
Shiho se sonrojó y entonces, empezó a sentir culpa por haber correspondido el beso de Kudo y haberlo disfrutado, aunque solo hubiesen sido dos segundos. Shinichi se había convertido en su punto débil en cuanto lo había conocido y había sido muy difícil ir contra las emociones que habían aparecido sin que ella quisiera.
Tampoco estaba saliendo con Rei, ni mucho menos. Pero después de estar íntimamente con él, se habían acercado mucho más de lo que ella hubiese llegado a imaginar.Había sido él quien la había ayudado a dar cada paso desde que toda la mierda de la organización salió a flote.
No sabía si le quería o no. Después de todo, sus experiencias amorosas eran casi inexistentes y desastrosas, así que tampoco sabía si se trataba de algo más allá de la atracción física. Muchos hombres le habían declarado su amor con el fin de llegar a su cuerpo y ya no se fiaba solo de las palabras.
Pero se sentía mal. No quería jugar con nadie.
Rei le acarició el puente de su nariz para quitar la expresión tan seria que se había formado en su rostro repentinamente. "¿Qué pasa?" Le preguntó confundido.
Ella tranquilizó su rostro y negó con la cabeza. "Nada, ¿Te quedas aquí esta noche?"
***
Kudo Salió de la casa intentando dejar los últimos recuerdos enterrados en ella. Era un hombre prometido. No podía estar besando a otra mujeres por más confusión que sintiese, pero solo conseguía crear dolor a más personas. Y no quería hacerle eso a ella.
Había visto la manera en que le miraba siempre de reojo y pese a ser un negado en los asuntos amorosos, alguna vez había llegado a pensar que aparte de amistad, también había algo de química entre ellos.
Y la había habido. Sería un completo mentiroso si fingiese y dijese que no le había gustado ese beso. Pero no estaba bien. Y ella también se lo había dicho.
No podía hacer rodar esa bola de nieve durante mucho más tiempo sin que se llevase a nadie por delante.
La cara sonriente de Ran se le había quedado clavada en la cabeza desde que se había separado de ese beso. Pero sus labios seguían con el aroma de ella impregnados, como si se hubiesen besado por horas. No sabia si el olor solo se lo imaginaba, pero solo hacía que enloquecer su cabeza.
Entró en su casa y subió hasta el baño. Necesitaba una ducha bien fría para lograr despejar su cabeza y ese aroma que tenía enganchado hasta debajo de la piel.
ESTÁS LEYENDO
Vivir sin ver amanecer
FanfictionÉl ya se lo había dicho anteriormente "Haibara, no puedes huir de tu destino." Y tenía razón. Su destino siempre había estado escrito y después de permanecer a una banda criminal casi toda la vida, no podía esperar que todo acabase sin pagar las con...