Capítulo 8

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Astrid:

Conducía el barco mientras Hiccup dormía. Los dragones sobrevolaban sobre nosotros, así no se aburrían demasiado y les servía para estirar sus alas. Estábamos a unas horas de llegar a las orillas de las "Islas del Sur", donde nos correspondía doblar un poco para llegar directo a Weselton.

Finalmente llegamos a Weselton, desde una distancia razonable escondimos a los dragones -no se pusieron felices al encerrarlos, claro-; luego anclamos el barco al puerto. Y nos preparamos para bajar. 

Ambos con trajes blancos, lo más formales posibles. Bajamos de la embarcación lo más serios y altaneros que podíamos comportarnos, nadie nos conocía y debíamos fingir arrogancia. -Debo admitir que me reía internamente de Hiccup por su cara, el me miraba de reojo, aguantando risas-.



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Al asomarse recibieron miradas totalmente indiferentes, dejando a la pareja incómoda e insegura. Los recibió un hombrecito de baja estatura con pelo canoso y bigote blanco, por sus vestimentas daba a conocer que era de un cargo importante. Observaba sin intentar ser discreto. Aunque los jóvenes intentaban no bajar sus barbillas, ni mostrarse débiles en aquella situación.

— Buenos días, ¿ustedes son los gobernantes de Berk?—. Preguntó con un intento de cortesía; sonando chillón y tosco a la vez, dando mala espina a los visitantes.

— Somos nosotros, efectivamente—. Afirmó Hiccup, firme.

— Bueno, los esperábamos dentro de dos días más—. Informó levantando sus talones. — Permítanme presentarme, soy el duque de Weselton—. Decía mientras los reverenciaba, haciendo caer su peluquín. Causando pequeñas risas que tuvieron que tragarse.

— Hiccup Horrendous Haddock III, jefe de Berk; ella es mi esposa Astrid Hofferson—. Señalo a la chica ligeramente con la mano. El hombrecillo hizo una mueca de extrañeza, pero decidió seguir.

— Son invitados a pasar, tengo el deber de recibirlos y guiarlos de acuerdo con nuestras costumbres—. Dijo iniciando a mover sus piernas.

En un completo silencio los guiaba al castillo, les pareció extraño el no ser trasportados en una carroza. Pasaron por el pueblo, mirando a la gente que hacía lo de todos los días; miraban sus costumbres. Todos con ropas ligeras, pues era otoño, yacía un clima cálido pero fresco.

¿𝒴 𝓈𝒾 𝓂𝑒 𝒶𝓂𝒶𝓈? ||  ᴶᵉˡˢᵃWhere stories live. Discover now