Capítulo 17

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Jack Frost:


Volteé y me di cuenta lo que dije a los chicos. Salí lo más rápido que pude de ahí; había quedado como un idiota. Pero pasé pagina y seguí a Elsa a la plaza del pueblo. Estaba con unos niños y conversaba con unas personas. No se veía molesta para nada.

Dejo de hablar y me miró a lo que yo salude con mi mano. Se giró y caminó más allá, mientras los niños la seguían. Hacía su magia al pasear y los niños saltaban entre la nieve.

Me acerqué dejando caer el peso de mi cabeza a un lado, junto con todo mi cuerpo; escondido tras una banca cubierta de nieve para que al verme no cambiara su expresión feliz, quedé mirándola mientras movía sus manos y sonreía. 

Caminé más a ella, intentando no ser visto cerca. Hasta que un niño se acercó a mí, revelando mi escondite a los demás que corrían por ahí. De momento a otro me rodearon los pequeños diciéndome que los entretuviera con mis poderes. Todos se fijaron en mí, hasta cierta ojiazul.

Cuando encontré su mirada en mí reaccioné y moví un poco mis manos.

— ¿Qué les gustaría que creara?. Un cachorro o un conejillo talvez...—. Dije dibujando en la nieve recién caída. Los de mi alrededor veían mi dedo moverse en la superficie, a lo que de eso salió un conejo que saltaba por todos lados. Lo persiguieron hasta que una niña lo tocó y reventó en miles de copos de nieve que los hicieron reír.

Gané una sonrisa de ella. Una auténtica que me hizo sonreír de vuelta. Solo conseguí dar una chueca y ladeada sonrisa, con risas nerviosas. Pero siguió mas allá.


Mujer... ¿Por qué eres así?. Solo quiero charlar...


(...)


Hicieron ángeles de nieve junto a los infantes que no querían separarse de él. La albina se entretenía conversando con los pueblerinos y de vez en cuando dando miradas fugaces al peliblanco que divertía a los niños.

El ojiazul se dio por vencido. Decidió dejar de tratar de llamar su atención y solo hacer que todo siguiera; por hoy no habría charla.

— ¡Guerra de bolas de nieve!—. Se escuchó a las espaldas de la joven princesa, que volteó para ver enterrado bajo la nieve al guardián. Rió tapando su boca, pero con su otra mano la bajo. Intentó reír sin ocultar sus dientes.

En realidad el chico no se había dado por vencido. Había convocado a los niños, que ayudaron a provocar ese alboroto.

La chica volteó nuevamente, hacia una tienda de bebidas. Volvió al centro de esa guerra y se acercó cautelosa. La misma banca de antes estaba cubierta de hielo y simulando un escondite, casi invisible; pero cierto albino se ocultaba de los ataques.

¿𝒴 𝓈𝒾 𝓂𝑒 𝒶𝓂𝒶𝓈? ||  ᴶᵉˡˢᵃWhere stories live. Discover now