Capítulo 20

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El chico se separó lentamente. Ambos se miraban con ojos bien abiertos. Se sonrojaron al instante y se alejaron entre ellos a una distancia considerable. La albina se abrazó a si misma sin cambiar su expresión, mientras el peliblanco voló tras el árbol.

— ¡Lo siento!—. Gritó tomando su cayado.

La princesa aún no sabía como reaccionar, solo veía al joven intentando ocultarse, sin saber que se alcanzaba a ver la cabeza.

— ¡Me iré!. Al norte. Y volveré mañana temprano. Tu descansa. Yo me voy, ¿voy?, ¡ya me voy!. ¡Adiós!—. La chica asentía con su boca entreabierta cada vez que el chico dudaba, terminando sola en el lugar mirando por donde se había marchado el peliblanco.

Miró el suelo y bajo sus manos. Logró cerrar su boca y pestaño un par de veces, repitiendo todo otra vez en su mente. Él así de cerca, luego el corriendo para esconderse, y balbuceando de lo primero que se le cruzó por la cabeza. Fue gracioso verlo; y sonriendo un poco tímido y sonrojado. Sin duda era encantador sin querer serlo, no un engreído que fingía ser. 

Sonrió un poco y camino para entrar al castillo. 




Fue una de las mejores noches que había tenido.



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Anna:

Caminé a mi habitación con la voz de Olaf siguiéndome. No lo culpo; hoy le había prometido leerle un cuento y el no era el tipo de muñeco de nieve con que, de una manera tan simple, te liberas de una promesa. Es como un niño, y debe saber el poder que tiene una promesa.

Abrí la puerta, y por un segundo dejé de escuchar a Olaf. Respiré para relajarme y me dejé caer en mi cama, aplastando la almohada con mi cara. Me giré, y quedé mirando el techo de mi cuarto. Como me gustaría que no fuera tan aburrido. Creo que le pediré a Rapunzel que me ayude a dar unas pinceladas más armoniosas.

Giré una vez más, quedando de lado, aferrando una de las almohada en mi pecho. Suspiré y le di una sonrisa al muñeco sujetando un libro con sus bracitos.

— Anna. Mira este libro, lo encontré en un cofre de Elsa allá arriba en el ático—. Chilló animado subiendo a la cama.

Baje las piernas tomando el libro que me entregaba. Era un poco grueso, no terminaría de leerlo esta noche. Observé la portada, era de un color azul brillante, con letras doradas.

— La sirenita. Christian... Andersen—. Balbuceé para ver la primera página. 

— Su autor es danés. Quizás es uno de los tantos libros que leyó Elsa—.

Me detuve al leer unas palabras escritas a mano. 

"Para Agnarr. Futuro rey de Arendelle. Disfruta tus quince años hijo"

¿𝒴 𝓈𝒾 𝓂𝑒 𝒶𝓂𝒶𝓈? ||  ᴶᵉˡˢᵃWhere stories live. Discover now