Capítulo 25

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Karlie y Taylor iban de regreso a casa, ninguna hizo algún comentario sobre su momento en el lago, sin embargo permanecieron un buen rato ahí. Hasta que decidieron que era momento de regresar.

La ojiazul iba más relajada de regreso, no hizo ningún reclamo por la forma de conducir de Karlie, ni parecía ansiosa por llegar. De echo no quería que el día se acabará.

Karlie puso la radio, una parte del trayecto se la pasaron cantando, y otra platicando.

Jamás se había sentido tan ligera, se sentía extraña por como se había comportado junto con la castaña. Pero no iba a dejar que eso la agobiara hasta que llegara a casa.

— Gracias por este día Karlie —. Soltó de repente Taylor, aún iban a medio camino pero sentía que debía decirlo.

— De nada rubia, gracias a ti por acompañarme —. ¿Porque seguía ruborizandose cada que Karlie le hablaba y la miraba?

Llegando a la ciudad, la más alta llegó a la casa de su amigo para regresar el coche. Una vez más el muchacho no salió a saludarla, lo vio de lejos solamente y espero a que Karlie regresará.

De ahí se dispuso a acompañar a Taylor unas cuadras más adelante en dirección a su casa. Pero llegando cerca le advirtió que era mejor que se despidieran ahí, y siguiera ella sola.

Karlie aceptó.

— De nuevo Gracias Karlie. Yo ... Me encantó hoy.

— No agradezcas rubia, solo dime qué lo repetiremos algún día —. Karlie buscaba su mirada, Taylor no pudo evitar mirar el verde, y sonrió ampliamente. Rindiéndose a lo que le causaba.

— Por supuesto —. Esta vez no dudo en acercarse a darle un abrazo. Sentía que podía, y quería. La apretó contra ella, se relajó unos segundos en el abrazo y luego se separó lentamente.

Pero para su sorpresa Karlie no quería separarse, alargó el momento unos segundos más para acercarse, inclinarse sobre Taylor y depositarle un beso en la mejilla.

— Nos vemos rubia. — Taylor se quedó con los ojos muy abiertos y congelada, cosa que pareció hacer gracia a Karlie, no dijo nada y solo vio a la castaña alejarse en dirrección opuesta.

Su respiración aún no se normalizaba, ¿Por qué Karlie había hecho aquello? No Podía solo hacerlo y pensar que era normal y no le afectaba.

¿Por qué le afectaba?

Se había sentido arder, su pulso aún no se normalizaba y sentía aún los labios cálidos de Karlie cerca de su boca. ¡Cerca de su boca! No había sido en la mejilla.

Se obligó a recomponerse, no podía dejar que eso le afectará tanto, siempre hacía aquello a propósito y parecía de lo más normal para ella.

Pero Taylor caminó hasta su casa muy pensativa, a la vez muy sonriente, aludiendo las imágenes y las sensaciones que la embargaron a lo largo de toda la tarde. Karlie. ¿Por qué aquello le gustaba?

No, no. Su cabeza empezó a doler de nuevo.

Se agarró la cabeza, para mitigar un poco se hacía masajes, pero cuando empezaba el dolor ya no se iba.

Cuando estaba a punto de llegar a su casa se paralizó y pauso todos sus pensamientos para enfocarse en otro importante.

¿Cómo demonios entraría si se supone que estaba en cama? Le había costado demasiado brincar la barda trasera y se sentía con menos adrenalina como para intentarlo. Además de que de regreso por fuera era mucho más difícil.

Mierda mierda. Taylor ahora que....

Se obligó a pensar, le dolía aún más la cabeza. ¡Qué haría!

Se quedó a una cuadra de ahí pensando en sus posibilidades, debía regresar pronto. El pánico se estaba apoderando de ella. ¿Y si ya habían descubierto que había salido? No, no, debía tranquilizarse.

Maldito dolor de cabeza.

Karlie.

No no podía hablarle a ella. ¿Qué podía hacer para ayudarla? Nada y tampoco quería preocuparla.

¿Karlie se preocuparía por ella?

¡Ya basta! ¡Piensa!

No tenía de otra, su única opción era su madre. Se había preocupado lo suficiente por ocultarle a su padre su amistad con la castaña, que no dudaba que entendiera y la ayudará a entrar.

Debía intentarlo. Marcó y sonó varios segundos antes de que la voz de su madre inundará sus oídos.

— ¿Taylor?

— Mamá...

— ¿Qué pasa? Porque me hablas si....

— Mamá estoy afuera de la casa... — oyó como su madre se quedaba muda del otro lado.— ¿Mamá?

— ¿Taylor que estás diciendo? —. De pronto oyó algo de pánico en su voz y en ella misma.

— Estoy afuera, supongo que no te diste cuenta que nunca estuve en la habitación....

— ¡Alison! —. Su madre entonces estaba enojada.— ¡Santo dios, pero porque has hecho tal cosa!

— ¿Papá está en casa? —. Eso era lo importante.

— Sí, pero está en el estudio, ¿estás muy lejos? Dios Taylor —. Ella podía imaginarsela tocándose desesperada la frente con una mano.

— No, estoy casi afuera de casa...

— Apresurate te abriré la puerta —. Eso quería oír.

—  Gracias mamá.

— ¡No me cuelgues! Te avisaré cualquier cosa mientras entras.

— Está bien....

Taylor obedeció. Se acercó casi a trote y la reja se abrió, y luego corrió para la casa, y le avisó a su madre que ya le podía abrir. En cuando la puerta se abrió su mamá se le quedó viendo, una mezcla de alivio, molestia y miedo.

— ¿A dónde demonios fuiste? — Le reclamo en un susurro, no podía gritarle por miedo a que su padre la oyera.— Tienes el cabello mojado...

— Ahora no mamá —. Su madre entendió y la dejo ir hacia las escaleras. Tenía razón, luego hablarían pero ella debía irse a su habitación pronto.

Pero para su desgracia, justo cuando iba subiendo su padre apareció por el pasillo.

— ¡Taylor! —. Su voz autoritaria, fuerte, profunda y seca.

Ambas mujeres se quedaron petrificadas en ese momento.

— Papá...  —. Apenas salió su voz y el color se le había ido del rostro.

— ¿Se puede saber de dónde vienes?

Entonces Taylor supo que estaba perdida.

En el corazón se pertenece [Kaylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora