Capítulo 55

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Taylor vio las bolsas y los platos de unicel con comida, el papá de Karlie estaba sacando platos limpios de cristal para poder repartirla. La rubia se preguntó si sería comida china, ella recordaba que la odiaba, lo había anotado, pero no recordaba haberla comido o probado alguna vez.

Se puso nerviosa solo unos instantes, pero recordó que Karlie sabía todo de ella, y estaba segura de que no sería comida china o ninguna cosa que no le gustara.

— Toma —. Karlie se acercó y le tendió el plato en el aire, la rubia la vio detenidamente.— ¿Qué?

— Nada es solo que... ¿No comeremos aquí? —. Estaban en la barra de la cocina, Karlie pudo poner el plato en ella pero se lo estaba tendiendo para que la otra lo tomara mientras cargaba el suyo con la mano y no parecía que fuera a sentarse ahí.

— Vamos, cenaremos en la sala, amenos que quieras cenar aquí no hay problema —. Karlie vio la indesición en la cara de la ojiazul, sabía que estaba nerviosa y se sentía incómoda en presencia de su padre, así que dejó el plato en la barra y lo decidió por ella.— Descuida.

— No, Kar deberíamos ir con tu padre...

— Ah él está bien, También entiende y la verdad no le importa —. Su padre ya estaba acomodado en la sala, pero la castaña insistió en comer ahí solo con ella. Taylor se sintió algo mal pero aceptó porque la verdad si se sentía incomoda.

Cenaron, era comida mexicana, y además de lo delicioso que estuvo fue reconfortante estar de esa forma y sentirse querida e incluida. Por fin sabía cuál era y había sido su lugar. Recordó las veces que se había quedado ahí con ella, algunas veces que había platicado con su padre y lo bien que se había sentido y se seguía sintiendo. Cómo en casa.

El padre de Karlie había entrado varias veces a la cocina y le había dedicado una sonrisa tímida que Taylor había tratado de devolver pero no estaba segura que hubiera logrado. Cuando él terminó, salió de ahí y ellas se movieron a la sala y permanecieron viendo alguna película que estaba pasando por la televisión. Karlie la rodeó con su brazo y Taylor se recargó en ella sintiéndose bien. Se amoldaban perfecto.

Un teléfono sonó, la rubia había estado tranquila esas horas ahí, pero el sonido repentino había hecho que se pusiera algo alerta. Ahora sabía lo que su padre había hecho antes, cuando Taylor no estaba en esa casa y se preocupó sobre si ya se daría cuenta que no estaba en casa de nuevo.

Vio hacia todos lados, tratando de encontrar al señor Kloss, quería ver su reacción y tener un indicio de quién le marcaba, para estar más tranquila y salir de dudas sobre si era algo de lo que debía preocuparse. Le había dicho a Karlie que tenía el derecho de sentirse preocupada y ella lo estaba, pero hasta ese momento lo sintió tan real.

Ella recordó la noche que llegó su padre con un par de patrullas haciendo acusasiones contra el señor Kloss. Las sirenas, los gritos de su padre, el llanto que la embargó a ella y a Karlie. El dolor que les causó eso.

La castaña la notó tensa.— Hey tranquila, Tay...

— Kar, ¿y si ya sabe? —. De pronto se llenó de pánico. Karlie tampoco podía ocultar algo de nerviosismo, pero ahora ya no era por lo que pudiera hacer Scott Swift, si no que le preocupaba ahora la estabilidad emocional de la rubia.— ¿Crees que venga o trame algo? No quiero que pase nada y...

— Hey cálmate, rubia cálmate —. Karlie acarició su rostro y la atrajo hacia sí más fuerte, tratando de besarla, pero Taylor no pudo contenerse y sollozó un poco.— No vendrá. Créeme.

— No quiero que te haga nada otra vez —. Sollozó escondida en su pecho y a Karlie se le partió el corazón. Sintió rabia de nuevo, sintió el dolor.— Ni a tu padre.

— No lo hará Taylor, ya te lo dije está vez no lo dejaremos, mírame —. Volteó a verla y la ojiverde le sonrió, estaba más tranquila, se obligó a estar tranquila porque quería transmitirle esa calma.— No te preocupes, el nisiquiera lo notará esta noche, ¿no me decías que pasabas días sin verlo y el a ti tampoco?

Taylor asintió, era cierto, su padre era tan despegado y arisco que ni siquiera le importaba verla o hablarle. Y no creía que su madre fuera a decirle que no estaba ¿verdad? Ahora también entendía el miedo que tenía ella, y no podía ella ser tan cruel para darle aviso.

Pensando en su madre volvió al sentimiento de odio. Cómo siendo su madre había permitido todo eso. Se lo debía y estaba segura de que no hablaría, solo esperaba que la mujer pudiera ser discreta y no estuviera hecha un desastre como cuando salió de la casa y eso pudiera alertarlo.

— Tal vez deberíamos ir a la habitación —. Dijo Karlie.— Ha sido muy agotador hoy, debes descansar.

— Tu también —. Dijo Taylor sin moverse de su lugar en el hombro de la ojiverde. Estaba más tranquila pero se oía algo decaída.

— Yo también, sí, vamos debemos dormir —. Taylor se removió y terminaron por levantarse, caminaron por la sala y Karlie se despidió con señas de su padre que estaba en la cocina hablando por teléfono, este le devolvió el gesto y se retiró. Guió a la rubia de nuevo hasta la habitación.— ¿Quieres darte una ducha?

La ojiazul asintió, Karlie le buscó ropa de pijama y la acompañó hasta el cuarto de baño dentro de su propia habitación. Juguetona le ayudó a quitarse la ropa, Taylor se dejó hasta que quedó en ropa interior. Sintió sus mejillas arder, se sentía algo extraña apesar de todo, pero no tanto como aquella vez en el lago.

Karlie la vio de pies a cabeza, deleitándose con su cuerpo, le costó horrores mantener sus manos lejos.

— Vas a salirte o hacer algo al respecto —. Le sorprendió oír aquella frase de la boca de Taylor. La vio a los ojos, estaba tímida, pero sabía que ella también anhelaba el contacto. Así que se acercó y la tomó por la cintura para luego besarla. Guió sus manos por todo su cuerpo sintiendo lo cálida y suave que era su piel, besó con pasión cada rincón de su boca sintiendo la desesperación también de parte de Taylor.

La castaña se sentía cada vez más ansiosa y anhelante. Se obligó a retirarse cuando se sintió más deseosa de lo normal. No era el momento, aunque Taylor estaba respondiendo de igual forma a sus caricias. La rubia jalaba aire mientras la veía con algo de confusión por separarse tan rápido.

Era obvio que les costaba separarse, y que tomó mucha fuerza de voluntad de ambas ser racional. Más a Karlie.

— Vamos, dúchate y te espero en la cama.

En el corazón se pertenece [Kaylor]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora