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A primera hora de la mañana, el avión hizo escala en Londres, donde Michael había estado esperando en el área de despegue, cuando subió a bordo lo primero que vio fue a dos hombres.

Michael miro los gastados vaqueros y sus camisetas negras iguales con el ceño fruncido en un gesto de incomprensión. ¿Por qué Nikolay mandaba a aquellos hombres de apariencia incompetentes? Ningún hombre antes había estado así frente a él parecían unos indigentes, salvo  sus mini espías de los barrios bajos. 

-¿El cargamento completo? –pregunto directo, Michael.

-Todo completo, aquí esta el contrato del señor Volkov. –estendio el contrato hacia Michael.

Al ver que se paraba para irse, Christian lo paro.

-Ese cargamento no baja de este avión, sin nuestra parte.

-¿Parte? No me encargo de eso.

-Volkov digo que nuestra parte vendrá de usted. Sin nuestra parte este avión no tiene descarga.

-¿Y sino? –los desafío, dándose la vuelta mirándolos.

Franco rio amargamente.

-Este avión, esta abordado con nuestros hombres, siguen nuestras reglas y no de Mijaíl. No nos importa las consecuencias, al menos sabemos que será por algo justo.

-….Me sorprenden sus habilidades por negociar, agradezcan que estoy de buena por este cargamento. Les daré la cantidad que pidan.

Nikolay miro a Natasha en el balcón, se quedó pensativo. Antes no se había tomado el tiempo de verla, no se tomaba el tiempo en darle la atención a la mujer que tenía en casa y era su prometida.  Había fallado hasta quien era su mujer, no le había dado la importancia que merecía y se sentía arrepentido de ello. Vio sus labios, esos labios que había probado millones de veces.

Su cuerpo reaccionó  como si fuera un hombre hambriento frente a un banquete; la urgencia y el deseo combinándose en una tormenta incontenible. Furioso consigo mismo, apretó los dientes y aparto la mirada tratando de calmarse.

El no perdía el control. Nunca había perdido el control. Salir vivo de los ataques de ira de su padre había sido un reto para todos los que lo rodeaban incluyendo a su madre. Nikolay no metía una erupción violenta porque estaba absolutamente convencido de que la ira y la pasión desmedida alteraban el proceso mental de una persona y hacia que cometiese graves errores.

Pensó que era hora de dar el siguiente paso, de tenerla en su cama ahora y siempre. Era hora de no temer a lo que sentía de dejar atrás muchas cosas y darle la familia que merecían sus hijos.

Natasha se concentró en dar el biberón y cambiar a Akim mientras se negaba obstinadamente en mirar a Nikolay. Era un hombre guapísimo y él tendría que saberlo. Al fin y al cabo, se miraba todas las mañanas en el espejo. Pero esa no era excusa para ponerse colorada y actuar como una adolecente incapaz de comportarse con normalidad delante de un hombre. No era excusa en absoluto, se recordó a si misma mientras admiraba los brillantes cabellos negros de Akim y contenía el deseo de hacer una comparación visual.

Estar cerca de Nikolay todo el santo día era algo aterrador. Nunca podría actuar de forma amable e indiferente en compañía de un hombre tan energético y apasionado. Encendía un fuego en su interior contra el que debería luchar con uñas y dientes. Estaba mintiéndole, no tenía esperanza de vivir en su parto, y eso significaba que no existía ninguna posibilidad de que hubiese una relación normal entre ellos.

Mantener las distancias y resistirse a la tentación era lo que tenía que hacer. Lo sabía, pero saberlo y hacerlo eran dos cosas diferentes, como ya había descubierto. Desgraciadamente para ella, la atracción que sentía por Nikolay la descolocaba en todos los sentidos.

Sin Salida #1   (Serie Rudos Deseos )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora