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La mirada de las tres mujeres estaban solo en el niño y en las palabras de Nikolay, habían notado la presencia de una cuarta femenina sin embargo hicieron la vista gorda ante ella. Kira no sabía cómo tomar eso, si una ofensa que no preguntaran como se llamaba o el simple acto que habían pedido tres tazas de café y hacer como que ella no existiera.

Toda su vida sería castigada por los actos de su hermana, quien solo pasar por un lugar dejaba problemas envueltos. Se le encogió el corazón ante la idea de contarle a la policía que su hermana había robado su identidad hasta el punto de contraer deudas y problemas graves a su nombre, viajar con su pasaporte, meterse con gente peligrosa, robar, manipular e incluso no sabía que más había hecho en todo ese tiempo. Temía que revelar esa información le costase la custodia la custodia de Akim, quien aún no tenía una libreta de identificación.

Dio un paso adelante, para hacer notar su presencia pero ese simple acto era tonto, las mujeres estaban empeñadas en no darle atención y más cuando Ekaterina había dicho que la madre del niño era una fulana que andaba con los dos hombres.
La difamación que la actriz había mencionado, solo le descontada puntos a su favor

Kira no se parecía a ninguna otra mujer del tipo de Nikolay y Mijaíl. Se movía con timidez, silenciosa en presencia de desconocidos. Era poesía en movimiento, pura fantasía en carne y hueso. Seguramente en la noche que concedieron al pequeño bebe, estaba borracha; pensó la abuela del niño. La mujer a vista no era en las que Nikolay recurría, vestía con ropa un talle más grane que ella, pero nadie más que Nikolay sabía lo que escondía bajo tanta ropa fea.

Miro a Nikolay, quien la llevaba mirando un buen rato, tan magnético atractivo acelero su corazón y tuvo que hacer un esfuerzo para llevar oxígeno a sus pulmones mientras sus ojos se clavaban en las facciones de bronce. Se sentía como una colegiala y aparto la mirada a toda prisa, mientras se retiraba del salón. Sentía ser una inútil e ilusa a esperar que la señora quien no sabía ni su nombre, la aceptara, pero no era nada, solo era una mujer que su hijo había cometido el error de elegir como madre de su primogénito.

Miro con lágrimas en los ojos el estrellado cielo. Quería saber en qué había fallado ella, en que habían fallado sus padres para que la castigaran a una vida llena de miseria. Sentía desfallecer en cualquier momento, ¿Cuándo había sido que se metió en un mundo, donde ni conocía? ¿Dónde fueron sus sueños? Amaba a su hijo, y nunca diría lo contrario, pero ¿que había del padre? Nuevas reacciones aparecían en su cuerpo cuando estaba cerca de él, millones de veces pensó en dejarse llevar; pero el recuerdo que el había rehecho su vida, donde no habría un niño, una esposa con todo lo que él quiere de una mujer, la hacía sentir insegura de ella misma, de su cuerpo.

- ¿Qué haces aquí?

Rápidamente se limpió todo rastro de lágrimas. - Te vi salir...igual vi como nadie noto tu presencia.

Sonrió, mirando de reojo al hombre que se había colocado a su lado.

- No es como si fuera importante mi presentación, solo soy la mujer que puso el vientre para el niño. - le informo a Mijaíl.

A Mijaíl se le cayó el alma a los pies al verla tan vulnerable; lo que era inexpresable para él, para ella era inevitable estar mal. Admitía que en tiempo que había pasado, le había tomado cariño a ella y al niño de una buena forma. Compartía el mismo dolor que ella, sabía lo que era ser ignorado; lo había pasado con sus hermanos, y al ver como su familia la ignoraba por una mentira que Ekaterina había inventado lo había hecho enojar y sentir pena por la mujer que ni siquiera Nikolay había hecho el mínimo de esfuerzo por desmentir el hecho y explicar cómo había sido procreado su primogénito.

- No eres solo eso, eres una gran mujer que ha sido juzgada por los errores de tu hermana. Una mujer que por casualidad de ser su gemela pago los errores de otra persona, te arrebataron tus sueños. Puedo ver en tus ojos apagados que no eres feliz escapando y escondiéndote del mundo. Creo en tu palabra.

Miro a Mijaíl, su pelo negro azabache parado hacia arriba. Tenía la nariz recta, pómulos espectaculares, cejas arqueadas y unos ojos profundos del color oscuro, tan duro e implacable como un cristal.

Recordaba algunos de los comentarios de su hermana sobre sus gustos...

<< tengo mis gustos peculiares Kira....los hombres siempre me desean>>... le había dicho, emocionada. << Precisamente el tipo de hombre con el que querría casarme; rico, guapo, importante pero sobre todo. Dinero,mucho dinero como para tratarme como una reina>>

Pero no hubiera sido la esposa perfecta para un hombre como Mijaíl. Y, por supuesto, Mijaíl Ivanov no era quien para juzgar a una persona, le iba bien, sí era gordita o flaca. Sus gustos eran peculiares.

- Agradezco tus palabras, como también tu compañía. Pero lo que siento no puede cambiar, me siento tan presionada al saber que si realizo un paso en falso, mi hijo será el perjudicado, mi hermana... esta noche me di cuenta que mi futuro está marcado, y nada lo va a cambiar. Estoy en un lugar sin salida.

Su acompañante la sostuvo de los hombros, mirándola a la cara, le dijo;

- Nada está escrito sobre un papel, nuestro futuro podemos manejarlo con nuestros actos. Tu sabrás que hacer en él y veras que todo tiene salida.

La abrazo fuerte, no quería que la mujer se corrompiera pensando una salida de todo aquello.

- ¿En qué momento te volviste todo un poeta? - sonriendo, se alejó de él, aún agarrando su cintura.

- Creo que desde que apareciste- bromeó

Lo que ninguno de los dos sabia, era que en la distancia había alguien viéndolos con evidente amargura.


Sin Salida #1   (Serie Rudos Deseos )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora