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- ¿Por qué dices eso? –desconcertada, Kira sacudió la cabeza como si lo necesitase para aclarar sus ideas.  

- Porque soy yo quien manda aquí –le informó Nikolay con fría seguridad -. Tengo imágenes de tu hermana en una cámara de seguridad en las que aparece robando tarjetas de créditos, un informé de tus actos y delitos de tu hermana. Eso es un fraude y si decidiese enviar esa cinta a la policía… 

- ¡Me estas amenazando! –lo interrumpió ella, aturdida.  

¿Tarjetas de créditos robadas? ¿Sería posible que Katia  hubiese caído tan bajo?  

- No te estoy amenazando –intervino Nikolay -. Solo estoy diciendo que tengo una cinta con imágenes de un robo. 

Kira había palidecido y no se atrevía mirar a Nikolay ¿Un informe? Podrían detenerla o incluso los hombres de Nikolay si él lo quería podían matarla y separarla de Akim.

  - ¿Entonces apruebas la prueba de ADN? –insistió Nikolay. 

- Si –asintió ella con voz trémula.

- intentaremos hacer esto de forma civilizada.

Ante tan poco persuasivo argumento Kira sintió que le temblaban las manos. Nunca en su vida había deseado tanto darle una bofetada a alguien, pero esa condescendencia  por parte de Nikolay Vólkov  enviaba violentas vibraciones de antagonismo, y haciéndose la fuerte, se atrevió a mirarlo de nuevo.   Fue un grave error. Cayo en la hipnótica oscuridad de su mirada y sintió miedo porque intuía en Nikolay  Vólkov  cierta propensión a la violencia. Era un hombre de extremos, de peligrosas emociones, y durante un segundo estaba todo ahí, en sus extraordinariamente atractivos ojos, como un latido electrónico de alto voltaje, advertencia de dar un paso atrás o aceptar las consecuencias.

Al parecer, escondía la turbadora realidad de su naturaleza bajo una helada mascara de amabilidad.  

- Si, debemos intentar ser civilizados –se oyó decir a si misma mientras intentaba controlar el pánico.

  - Puedo ser razonable –le informo Nikolay -. Y no hare nada que sea contrario a la ley rusa. Eso quiero dejarlo claro.

  - Por supuesto –asintió ella, preguntándose porque esa afirmación no hacía que se sintiera más segura.

  Quería cumplir con la ley Europea y lo entendía. ¿Pero dónde la dejaba eso a ella? Katia había cometido delitos y la única forma de limpiar su nombre seria contarles a la policía  que su hermana había robado su identidad. Desgraciadamente, si hacia eso perdería la custodia de Akim. ¿Cómo iba a soportarlo? ¿Cómo iba a arriesgarse? Lo único que podía hacer por el momento, pensó, era seguir la corriente de Nikolay hasta que pudiera encontrar una salida a todo el embrollo que su hermana la había puesto. Entonces allí podría tener una vida tranquila con su hijo.  

Nikolay estudio a la mujer, su mirada clavándose instintivamente en los gruesos labios y en la suave curva de sus generosos pechos. Era un hombre y seguramente era natural que se fijase en su cuerpo, pero el latido de su entrepierna lo enfureció y se dio la vuelta  con gesto altanero, los anchos hombros rígidos bajo la elegante chaqueta de color negro.  

- El bioquímico vendrá mañana a primera hora de la mañana.

- No pierdes el tiempo –comento Kira.  Nikolay se volvió, con los ojos entrecerrados y cortantes como navaja. 

  - Tú ya has perdido tiempo más que suficiente –le espeto con total brutalidad. 

Kira miro a su acompañante, cuya incomodidad era notaria. Lo de ser civilizado era discutible y Nikolay Vólkov  no tenía intención de tratar a alguien como a ella con guantes de seda.

Sin Salida #1   (Serie Rudos Deseos )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora