Capítulo 36

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Una bofetada resonó en todo el lugar.

Las personas que caminaban a su alrededor lo miraron curioso, y Yeosang no pudo sentirse más molesto en ese momento.

La chica con la que intentaba tener algo se había molestado porque la había engañado. Pero, ¿por qué sería su culpa? No era como si fuese su novio.

Así que con su ego hasta el cielo, el de cabellos acaramelados se limitó a aceptar en voz baja y sin real importancia lo que le reclamaba la chica, para finalmente mirar cómo se iba totalmente enfurecida.

Se sobó su mejilla sin darle tanta importancia al show que acababa de montar el plena calle para centrar su atención en aquel bar para homosexuales que tanto le había llamado la atención días atrás.

Así que, sin nada que perder y todo para ganar, con una sonrisa en su rostro decidió entrar una vez más a ese lugar.


Así que, sin nada que perder y todo para ganar, con una sonrisa en su rostro decidió entrar una vez más a ese lugar

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—Menos mal que mi ayudante me dijo que estabas aquí. Si no, no me habría enterado.

—Hey, Seonghwa.

—Sannie —respondió el azabache en modo de saludo.

La amistad entre Park y San había comenzado al mismo tiempo que con Hongjoong, ya que ambos menores habían visitado el bar desde su apertura, entablando una amistad extrañamente instantánea.

Y si Seonghwa era sincero, el que tenía más problemas entre ambos chicos, era Choi.

—Estaba a punto de irme. Te ví ocupado y no quería molestar —mencionó el rubio mirando como el mayor tomaba asiento en la silla frente a él.

—¿Molestar? ¿A quién? Sabes que siempre estoy disponible para ti y para Hongjoong. Por cierto, ¿él no ha venido contigo?

—Nah, solo pasaba por aquí y decidí tomarme algo.

—¿Y eso? ¿Ha pasado algo? —preguntó Park con su típica curiosidad.

El menor río por lo bajo y jugó con la orilla de su vaso, mirando entretenidamente el líquido oscuro que aún quedaba dentro del cristal.

—No es nada. Tan solo estoy algo cansado —mintió San casi convincentemente.

Y acomodando su rostro sobre su mano mirando al chico con una ceja alzada, el pelinegro respondió —¿Para qué estudias tan duro si vas a acabar así? ¿No estás en la uni? Tienes que pasártela bien y relajarte de vez en cuando, disfruta de tu juventud, hombre.

—No soy tan despreocupado como tú. Solo hago lo que tengo que hacer.

Ambos se sumergieron en un pequeño silencio, escuchando los murmullos a sus espaldas mientras se revolvían con la leve música del bar.

Entonces Choi carraspeó un poco, buscando las palabras perfectas para pedirle ayuda implícitamente a su mayor.

—Hwa... ¿crees qué hay secretos que se pueden guardar para siempre?

Esa era un pregunta muy curiosa.

Pero Park pudo descifrar el contexto de aquello fácilmente.

—Bueno, depende de qué tipo de secreto. Hay muchos que acaban revelándose... porque se le escapan a alguien.

—Olvídalo, es sólo una pregunta estúpida.

Choi intentó sonar lo más casual posible, escondiendo casi perfectamente la incomodidad que sintió cuando su mayor básicamente dió en el blanco de su problema.

Fue entonces que Seonghwa se levantó de su silla y se recargó sobre la mesa, atrapando ágilmente la barbilla del rubio entre su mano, acariciando la zona mientras miraba intensamente los ojos de San.

—Eres tan guapo cuando sonríes, ¿sabes? ¿Por qué no lo haces otra vez para mí? —susurró el azabache sonriendo socarronamente.

—Déjate de bromas, Seonghwa. Sabes que no me gustan mucho.

San trató de sonar amenazante mientras mantenía su semblante sereno.

Pero no pudo evitar los escalofríos que sintió en cuanto el mayor posó su dedo pulgar sobre su labio, abriendo su boca levemente mientras se acercaba cada vez más a su rostro.

Entonces, juntando su frente con la contraria, Park se atrevió a indagar un poco más profundo en San.

—¿De verdad que no te gustan...? ¿O acaso es por otra cosa...?

El rubio estaba a punto de tirar toda su fachada abajo para soltar toda la verdad de una vez por todas, pero uno de los meseros interrumpió en la escena.

—Jefe, un cliente te está llamado.

—¿Quién? —preguntó Park malhumorado y separándose de mala gana del menor.

El chico señaló hacia la barra del bar, dándole a la vista una cabellera castaña que conocía a la perfección.

Entonces el mayor sonrió por lo bajo, ganándose la curiosidad de San.

—¿Quién es? —preguntó inquisitivamente el rubio.

—Un niño maleducado.

—Entonces deberías ir a ver qué quiere. Yo ya me voy.

—¿Ya? ¿Tan pronto?

Como respuesta recibió la sonrisa de Choi, despidiéndose rápidamente.

Los jóvenes de esos tiempos de verdad tenían energías para enfrentar tantos insignificantes problemas con tanto drama.

Una vez que miró la espalda del rubio desaparecer por la puerta, se dirigió hasta la barra, en donde le habló a aquel chico que tantas molestias le había causado.

—¿Qué pasa, Yeosanggie?

—Tengo un asunto que discutir contigo —mencionó Kang totalmente serio.

—¿Y eso? ¿Me tienes rencor por lo del otro día? ¿Acaso tienes idea de dónde estás?

Seonghwa se recargó sobre la barra sonriéndole con superioridad a su menor, recibiendo lo mismo de parte del otro chico, quien se acercó un poco a su rostro para responderle con un tono socarrón.

—En un bar gay, obviamente.

—Pues ya está. ¿Vas a tomar algo?

—Entonces... ¿tú también eres gay?

Park sonrió con gracia, sin responderle realmente al más pequeño, quien tomó aquello como una señal para seguir hablando.

—Ey, ¿qué clase de relación tienes con ese chico rubio de antes? ¿No serán...?

—¿No seremos qué? —preguntó el azabache a punto de perder la paciencia, haciendo sonar su voz un poco más ronca de la que tenía.

—No te hagas el idiota. La gente viene aquí para buscar a alguien con quién acostarse. Y entonces se van a cualquier otro sitio para hacerlo, ¿no es así?

—¿Y tú también?

Touché.

Yeosang chasqueó la lengua, mirando hacia otro lado menos al más alto —No me cambies de tema. Dime, entre dos hombres, ¿es tan bueno como dicen...?

—Supongo que sí.

—Entonces, ¿quieres probar conmigo?

En ese momento, cualquier sonrisa que mantenía Park, se esfumó por completo.

Miró con seriedad al chico frente a él, y hablándole lo más duro y frío posible, enfrentó a Yeosang, quien parecía un niño pequeño buscando nuevas experiencias.

—¿Qué estás diciendo?

Y fue así como de repente, la curiosidad se volvió molestia.

Here U Are | minjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora