Capítulo 27

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—Entra. Pon tus zapatos en el estante de acá.

Su madre con una sonrisa señaló el pequeño mueble al lado de la puerta.

Apenas habían llegado al departamento pero Hongjoong ya estaba cansado de fingir que sonreía, solo quería regresar a Seúl.

Y sus deseos de regresar a su verdadero hogar se intensificaron al mirar la gran espalda que tan bien conocía. Su padre.

—¡Mira quien ha llegado ya! —contó alegre su progenitora.

—Papá...

El mayor se giró hacia su esposa e hijo, mirándolos con indiferencia.

—Ya veo —fue lo único que se limitó responder, regresando su atención al celular en su mano, ignorando por completo la presencia del menor.

Kim agachó su cabeza soltando una risita ácida, respirando hondo para evitar una innecesaria pelea con su mayor.

El pelirrojo caminó hasta la puerta de su antiguo cuarto, siendo detenido por las eufóricas y cansinas preguntas de su mamá.

—Bueno, Joonggie, ¿qué tal todo en la universidad?

—Bien, como siempre.

—Se te ve que-

—Mamá —se giró hastiado hacia la mayor, sonriéndole falsamente —. Me voy a mi cuarto. Estoy muy cansado.

—Claro... Te avisaré cuando tengamos que irnos.

Kim no perdió ni un segundo más y se encerró en su habitación.

Todo estaba igual a como lo había dejado hace dos años atrás.

Incluso su vieja libreta en donde escribía ocasionalmente letras musicales se encontraba en el mismo lugar, siendo cubierta por varios centímetros de polvo. Las fotografías de su infancia aún estaban colgadas en la pared y su desgastado dibujo de él mismo junto a su primer perrito seguía pegado sobre el escritorio.

Hong sonrió y pasó sus dedos con cuidado por aquella ilustración.

Entonces, le fue inevitable volver en el tiempo.

Se vió a sí mismo llegando tarde a casa cubierto de varios moretones y banditas, siendo simplemente recibido por los ladridos de su pequeño perro junto a las indicaciones de su madre para cenar.

Recordó con claridad el montón de preguntas que su madre le hacía enojada sobre el visible acoso que estaba recibiendo y a los comentarios desinteresados de su padre, haciéndolo sentir más solo de lo que ya estaba.

Recordó cómo se sentaba en el suelo mientras abrazaba a DongDong, su perro, el único que estaba para él una vez llegaba a su "hogar".

Y mirando hacia el exterior desde la ventana a la par que soltaba un suspiro, recordó lo que era sentirse miserable.

—Hongjoong, es hora de irnos.

El pelirrojo salió de su cuarto y se encontró con la dura cara de su progenitor, quien le habló de la manera más cruel y antipática que conocía.

—¿Piensas salir con eso puesto?

—Hong, toma algo de tu armario... —mencionó esta vez la mayor.

El menor se miró de arriba hacia abajo, mirando con el ceño fruncido su hoodie y su bermuda negra, buscando que era lo que estaba mal.

—¿Por qué llevas tantos accesorios? Pareces una chica —soltó su padre molesto.

Here U Are | minjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora