Capítulo 39

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—¿Cómo que no te vienes a beber con nosotros, Yeosang? ¿Estás enfermo o algo?

—Nah, es que hoy quiero pasarme por un sitio.

—¡No me digas...! No irás a volver a ese bar gay, ¿verdad?

—Sí, iré.

Kang manejaba su Lamborghini deportivo mientras conversaba con su mejor amigo por teléfono.

Desde aquella noche en la que su mayor rechazó su increíble oferta de pasar la noche con él, decidió que no se rendiría hasta que Park Seonghwa cayera a sus pies.

Porque nadie podía desobedecer al gran Kang Yeosang, ni aunque el tipo fuese más de 10 años mayor que él.

—Oye, ¿no te habrás vuelto gay, o sí? —preguntó su amigo desde el otro lado de la línea.

—¡Qué va! ¿Acaso me ves cara de gay? —se quejó el castaño —. Pero es que las chicas ya me están empezando a cansar. El otro día corté con una y me pegó una bofetada en la cara, ¿podrías creerlo? Ya estoy harto de gastar dinero en ellas para nada.

—¡Es tu culpa por tener tres novias a la vez! ¡Si fuese ella te hubiese roto hasta las piernas!

—¿Y te haces llamar mi amigo? —Kang giró sus ojos completamente acostumbrado a las bromas del contrario, aumentando la velocidad para llegar a aquel lugar —. Además, los chicos son mucho mejores. No te meten en tantos líos como ellas.

—Pero tú te habías buscado uno mayorcito, ¿no? ¿Acaso te gustan los señores, Yeo?

Entonces Yeosang sonrió de lado, imaginándose al azabache casi al instante, aumentando sus ganas de querer llegar en cuanto antes.

—¿Y tú qué vas a saber? Cuanto más mayor, más experiencia, ¿no? —respondió el castaño provocando la risa de su amigo, mirando por fin unos metros adelante de él aquel bar que tanto había frecuentado ese tiempo —. Me voy ya, te hablo luego.

Kang colgó la llamada y detuvo su auto al lado de la acera, mirando qué, para su suerte, Seonghwa estaba justo afuera fumando tranquilo.

El menor bajó la ventanilla de su coche, asomándose por ella y llamando la atención de Park.

—¡Hyung! Iba a entrar a buscarte y justo estás acá afuera. Debe ser cosa de telepatía, ¿no crees? —gritó con un tono coqueto.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y por qué estás tan animado?

—El otro día no quisiste venirte conmigo, así que pienso venir aquí hasta que lo consiga.

Sí, así de directo era Yeosang.

Tan directo que provocó que Seonghwa casi riera de su estupidez en ese momento. Pero, aguantándose las ganas de burlarse de su menor decidió seguir con su infantil juego por un tiempo más, acercándose al auto para recargarse sobre una de las puertas.

—¿Este auto es tuyo? Tus padres deber de estar podridos en billetes —comentó el mayor con sorna.

—¡Sube y hablamos dentro! ¿No hace frío ahí fuera?

—Claro. ¿Podemos pasar por un sitio?

—¡Por supuesto!

Yeosang se bajó del asiento de piloto y le cedió las llaves al azabache, quien se apresuró a tomar el volante para manejar aquel monstruo.

El de cabellos acaramelados se acomodó en el asiento del copiloto y miró como Park movía ágilmente la palanca de velocidades mientras quitaba el freno de mano, sonriendo abiertamente al apretar el volante en sus manos.

Here U Are | minjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora