Capitulo 38.- Let the game begin (1)

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Narrador Omnisciente

Quién juega con fuego tarde o temprano se quema.

Era un día extraño en Derry, Maine y los habitantes del pueblo se habían percatado de ello.
Por eso muchas de las personas decidieron encerrarse en sus casas como si esperarán que la helada llegará; aunque estando en diciembre, no es sorpresa que llegara alguna en cualquier momento.
Quién pensaría que un día tan "tranquilo", se iba a convertir en una pesadilla infernal para cada integrante del club de los perdedores.

Pennywise estaba furioso por lo que había ocurrido en la casa Neibolt, especialmente con esa niña y él idiota de su amigo.
No había visto ni una sola pizca de miedo en los ojos de la pelinegra, y eso de alguna manera le había causado sorpresa y enfado.

Ahora más que nunca estaba decidido en convencer a _________ de estar de su lado, solo así podía llegar a los perdedores.
Por las buenas o por las malas, ella tendría que elegir.

Bill Denbrough como todas las mañanas entró a la habitación de su hermano, Georgie. Ya habían pasado varios años desde su muerte, pero Bill seguía sin asimilar el hecho de que el pequeño ya no estaba más. El corazón le palpitaba pesadamente, sentía las piernas rígidas y torpes de tensión.
La habitación finalmente después de un largo periodo en el que se había dejado intacta, y en la que todos se rehusaban a mover algo de su sitio, la señora Denbrough decidió guardar y acomodar todo en su lugar.

Sin embargo, la habitación seguía teniendo la presencia de Georgie, tanto que parecía embrujada.
Cuando Bill entraba, no dejaba de pensar que en cualquier momento las puertas del armario se abrirían, dejando ver al cuerpo de Georgie Denbrough cubierto por un impermeable amarillo ensangrentado.
El chico soltó un suspiro pesado, mientras tomaba uno de los peluches de su hermano y lo abrazaba con fuerza contra su pecho, el aroma se había perdido, pero él aún lo podía oler.

— T-te extraño tanto, G-Georgie — murmuró para si mismo, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

Por supuesto que hecha de menos a su hermanito menor. Echaba de menos escuchar su voz y su risa, el modo en que sus ojos solían buscar los de él, confiados de que Bill tenía la respuesta ante cualquier problema.
A veces, el chico, ojeaba los libros de Georgie, otras veces repasaba sus juguetes, llenándose la cabeza de recuerdos y nostalgia.

Limpió sus lágrimas que aún resbalaban por sus mejillas rojas y dejo el peluche en su lugar, dispuesto a salir de la habitación. Pero justo cuando estaba por salir, un ruido hizo que se detuviera.
Con el corazón palpitando a gran velocidad, dirigió su atención al ruido, notando como la puerta del armario se encontraba entreabierta y el osito de peluche que había dejado en la cama, había desaparecido.
Bill con nerviosismo se dirigió al armario, las piernas le temblaban y el sudor ya le había empapado su rostro pálido.

«No tengas miedo, no tengas miedo» se repetía una y otra vez

Su mano temblorosa cerró la puerta del armario con delicadeza, pero está se volvió abrir, dejando caer unos pompones de color naranja, como los que usaba el payaso en su traje.
Pero lo que me le aterró a Denbrough, fue la frase que estaba escrita en la puerta, con sangre fresca:

Que comience el juego, perdedores

De pronto, la cama de Georgie comenzó a temblar, mientras debajo de está misma, unas manos repletas de sangre salían a la luz. El chico solo comenzó a retroceder sin apartar la vista de lo que poco a poco se comenzaba a asomar. El estómago se le había revuelto y las náuseas estaban cercas.

Ahogó un grito de terror cuando vió lo que se encontraba frente a él.
Era un monstruo, no tenía rasgos y su piel estaba cubierta por un líquido negro viscoso. Movió hacía un lado su cabeza, haciéndola crujir, y después sus piernas que estaban algo torcidas.
En ese instante, Bill supo que tenía que correr.
Y eso hizo, corrió lo más rápido que sus piernas podían dar, mientras esa cosa lo perseguía. No había nadie en casa, sus padres habían salido a hacer las compras, así que no había nadie que lo salvará está vez.

Sweet Things (Richie Tozier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora